Este artículo se publicó hace 15 años.
Tomadura de pelo
La retirada de Onieva es una pésima noticia que retrata al interesado lamentablemente
Pensaba escribir de esta apasionante penúltima jornada de la Liga BBVA, donde los clubes que se juegan algo han recibido una circular para que pongan especial cuidado en la coincidencia de horarios, donde se exige una reunión de delegados antes de todos los partidos para asegurarse de la misma y, sobre todo, donde se prohíbe expresamente el uso de la manguera dos horas antes de cada encuentro. Circunstancia esta cuanto menos debatible porque o se inhabilita para toda la competición o se está favoreciendo a los equipos más defensivos, algo que en pura lógica va contra la esencia del fútbol.
Tampoco estaba mal la insólita decisión de elegir a Pep Guardiola como candidato para el Premio Príncipe de Asturias, muestra inequívoca del descrédito que, año tras año, aumenta en estos galardones. La temporada del Barcelona puede ser sonada, gloriosa, pero hasta el propio técnico, siempre inteligente, lo considera prematuro. Donde no han llegado el Real Madrid ni el Barcelona como instituciones, donde ni siquiera ha llegado Alfredo Di Stéfano, uno de los cuatro grandes de la historia del fútbol, ni la selección española que ganó la Eurocopa, quieren colocar a Pep Guardiola para buscar la foto del momento. Una lástima.
Sin embargo, cualquier reflexión queda diluida por la incomprensible noticia de la retirada de Juan Onieva de la carrera electoral a la presidencia del Real Madrid. Una pésima noticia que retrata lamentablemente al interesado. Pasadas las cinco de la tarde de ayer, el propio Onieva se ponía en contacto con Vicente Boluda para comunicarle la noticia. Josep Pedrerol ya había anunciado la noticia la noche anterior, después de ver la reacción de sus compañeros de candidatura, especialmente Carlos González, tras el esperpéntico acto de presentación del pasado jueves.
Estuve esa misma noche sentado a la izquierda de Juan Onieva en los estudios de Radio Marca. Era un hombre vencido, plano, que no transmitía ningún entusiasmo, pero que seguía diciendo que iba a llegar hasta el final.
No creí que fuera capaz de montar la boda, convocar al cura, contratar las flores, el coche nupcial, a una impresionante cohorte de invitados, sabiendo que no había novia. Me parece de una irresponsabilidad manifiesta, una tomadura del pelo al madridismo. Sigo pensando que el dichoso aval de 57 millones es una discriminación económica en toda la regla, pero todos la conocían antes de empezar el juego.
Con todo, lo mejor es que la farsa de Onieva se haya acabado. Lo peor es que hay riesgo casi inevitable de que no exista confrontación de ideas, de que no haya debate y Florentino Pérez vuelva a la presidencia sin haber sacado pecho por lo bueno y sin haber contrastado sus errores. Con lo que ha caído en los tres últimos años, que no haya elecciones es una pésima noticia para el Real Madrid.
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