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Triunfo con asteriscos

Un Real Madrid demasiado plano tarda una hora en golpear a un pegajoso y peleón Xerez (0-3)

ALBERTO CABELLO

Un resultado contundente con cabos sueltos. El Real Madrid aún no ha encontrado ese partido redondo que acabe con los hilacha de su vestido. Siempre queda algo pendiente. Cuando el juego parece compacto, aparece la duda sobre la contundencia como en el Nou Camp. El equipo de Pellegrini sólo ha presumido de traje de sastre en momentos muy determinados. La mayor parte del tiempo parece ir vestido con un conjunto al que o la manga le queda corta o el pantalón largo. Así hizo pasarela en Jerez. Una hora en la que nadie se fijó en la vestimenta, hasta que en siete minutos martilleó sin piedad al apañado castillete planificado por Gorosito.

Asomar el cogote en Primera exige algunas cosas. Prioritario es contar con un césped en condiciones en el que disfrutar de la categoría. Le ha costado demasiado al Xerez lograr el ascenso para castigar ahora a los que han esperado tanto tiempo el éxito de su equipo con partidos tan antiestéticos por culpa de no tener un escenario en mínimas condiciones. El temporal ha dejado en precario un campo que en agosto ya pintaba mal. Hay ciertos cánones que debieran ser obligatorios en el momento de presentar la solicitud en la máxima categoría. Lo mínimo es que un balón ruede a gusto. Pero Chapín es un circuito de obstáculos para que la circunferencia de cuero gire sin sobresaltos.

Kaká interviene mucho más tiempo como extra que como primer actor

El Madrid resbaló más de una hora en esta trampa. Caminó por arenas movedizas sin la capacidad de adaptarse a las circunstancias. Castigó con 60 minutos de fútbol plano. Un tiempo precioso para arrojar más leña al fuego de los debates sobre el estilo o la alineación. La baja de última hora de Guti le alivió a Pellegrini la migraña por tener que decidirse por uno u otro perfil. Después del partido de ayer, hay más dudas que certezas.

Hasta Kaká se ha apuntado a la lista de cuentas pendientes del chileno. Jerez ha puesto definitivamente al brasileño en el disparadero. La estrella pasa por figurante. Ha perdido casi todas las frases en el guión que se le presuponía iba a interpretar en esta temporada. Kaká da sensación de extra más que de primer actor. A los blancos les costó descomponer el rompecabezas del Xerez. No eran más de dos piezas: orden y trabajo. Gorosito, como era previsible, no discutió la posesión de la pelota.

Cristiano pisó en la ciénaga con mal pie. Su zancada patinó en una pelota perfecta para fusilar a Renan. Fue en ese instante cuando el portugués decidió romper relaciones con el juego a ras de suelo. El astro blanco elevó el punto de contacto con la pelota. Decidió llevar hasta el juego aéreo su participación en un partido con tantos inconvenientes para las virguerías. Así, empezó a buscar el remate de cabeza como método para hacer ruido y daño. Lo intentó un par de veces en el primer tiempo en dos saltos plenos de potencia por encima del brinco de los defensas locales.

Tras su sanción, Cristiano regresa a la titularidad con dos goles

Ahí esta la enorme dimensión de Cristiano. No se resigna al anonimato ni por muy contrarias que sean las condiciones. Sus galopadas ayer se defendían solas, por lo que decidió buscar alternativas para el brillo. Demasiado mono de fútbol tenía como para dejar pasar otro fin de semana en ayunas.

El juego instantáneo del Xerez despistó a los blancos en los primeros 15 minutos. Carlos Calvo y Momo sacaron los colores a los laterales. Tanto Arbeloa como Marcelo se presentaron al partido con un cuarto de hora de retraso. El pecado de inocencia castigó otra vez las buenas intenciones de los gaditanos en el arranque. Hasta que llegó la estampida del Real Madrid pasó casi una hora. Granero se presentó activo, pero acabó devorado por el tedio y la imprecisión de la noche. Así fue todo el viaje, el mismo monótono paisaje hasta que una pared rajó todo el disfraz del Xerez. Arbeloa abrió el camino de una victoria mucho más sudada de lo esperado.

Apareció entonces un perfil algo más estilizado de Kaká. Un guiño atractivo el del Madrid en el que la diferencia sideral quedó, al fin, patente. Pero fue eso, sólo un pestañeo. La contundencia de un equipo con nitroglicerina al que no le debería costar tanto que la llama llegara a la mecha.

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