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Sin viento no hay negocio

Suspendida la primera regata de la Copa América tras cuatro horas de espera a bordo de los barcos

M. ALBA

Cada minuto a bordo de un Copa del América es una hipérbole de cifras. Una auditoría que concentra a todo el espectro de profesionales de un sindicato. Desde los meteorólogos hasta el project manager que traduce cada segundo de exposición televisiva de una pegatina del barco en un múltiplo de miles de euros. Un retorno económico que amplifica la relación entre la marca y el espectador cuanta más acción se proyecte en la regata. 'Un día como el de hoy por ayer es un desastre para todos', asegura Agustín Zulueta, máximo responsable del Iberdrola, último desafío español.

En su caso, cada regata del barco verde ponía el acento en los valores de la empresa energética: trabajo en equipo y energía renovable. Unos intangibles que cada invitado del sindicato español defendía en tierra, después de un día de sol, brisa y regatas en la pasada edición de la Copa del America en Valencia. 'La falta de competición te hace perder el impacto publicitario del día. No tiene mensaje porque la gente cambia de canal. Se reduce el impacto de los valores de un patrocinio', expone Pedro Campos, el regatista que gestionó los proyectos españoles en 1992, 95 y 99.

La espera de ayer, cuatro horas de conversación entre frío, lluvia y una confluencia de dos brisas que impidieron entablar un viento homogéneo para construir un campo de regatas, no buscaba la integración de Alinghi o BMW-Oracle entre una potencial audiencia de 2.000 millones de espectadores en todo el mundo. Porque ni Alinghi es un producto, sino un amigo imaginario que Bertarelli y su hermana Donatella se inventaron durante unas vacaciones en la Toscana, ni Larry Ellison, que utiliza a los marineros de su megayate Rising Sun para recoger los balones de baloncesto que caen al mar cuando juega en la cancha situada sobre la segunda cubierta, está en Valencia para vender coches o software.

Su sueño megalómano es una jarra de cien guineas que se ha transformado en un conflicto de egos. 'Este es el motivo por el que no queríamos venir en febrero a Valencia', denunciaba ayer Bertarelli. Con la queja, el multimillonario suizo quiso denostar la decisión del tribunal de Nueva York que obligó a competir en Valencia, tras la impugnación del sindicato norteamericano a las propuestas de Emiratos Árabes y Australia.

'Pero estamos aquí. Va a llover, el tiempo va a cambiar y tendremos que lidiar con la situación', apuntaba el caña suizo. Los partes que manejan ambos equipos describen una tormenta del noroeste con fuertes vientos que perdurarán hasta el mediodía de mañana. 'A lo mejor, por la tarde se convertirá en una brisa y se podría dar la salida. Cruzaremos los dedos para que ocurra', asegura Chris Bedford, meteorólogo del sindicato de San Francisco.

De hecho, los estudiosos de las isobaras auguran unas condiciones de mar menos cómodas que durante la espera de ayer. 'Habrá más mar', adelanta Bedford. Unas condiciones que, según las percepciones de diseño entre ambos multicascos, favorecen a los americanos. 'Al final, saldremos de dudas cuando los barcos empiecen a navegar', explica Manuel Ruiz Elvira, diseñador del trimarán de Ellison.

Una incógnita que podría trasladarse hasta el próximo domingo si ningún equipo suma un dos a cero entre las teóricas regatas de mañana y el viernes. Precisamente, la traslación del calendario hasta el domingo contradice el Deed of Gift, el reglamento centenario de la competición, que no permite competir en fin de semana. Sin embargo, este es el único tema en el que ambos sindicatos se han puesto de acuerdo en los dos últimos años y medio.

'Al final, gane quien gane, el mayor triunfo sería la vuelta a la normalidad de la competición', espeta Campos.

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