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El avance de los fondos de inversión echa a los pequeños accionistas del capital de las grandes empresas

El capitalismo popular languidece con la participación de las familias en el capital de las compañías cotizadas españolas en niveles de mínimos mientras los inversores extranjeros ya controlan la mitad del valor bursátil de esas firmas.

Paneles informativos con la evolución del Ibex 35 y del resto de valores en el patio de negociación de la la  Bolsa de Madrid. EFE/Ana Bornay
Las cotizaciones de la bolsa española alcanzan los mayores niveles de los últimos quince años. Ana Bornay / EFE

El capitalismo popular languidece en España con la presencia de los pequeños accionistas en el capital de las empresas cotizadas en los niveles mínimos de las tres últimas décadas mientras, al mismo tiempo, los inversores de origen extranjero, fondos soberanos, de inversión y de pensiones principalmente, se hacen con la mayoría del valor accionarial de esas acciones.

Esa evolución no deja de ser un reflejo de la que el propio sistema capitalista ha registrado en esa etapa a escala global, con claras tendencias al acaparamiento de rentas y propiedades, a la financiarización de la economía con la mercantilización de bienes y servicios básicos y a la exclusión del pequeño partícipe para mejorar la remuneración y aumentar la capacidad de decisión de esos potentes socios mayoritarios.

La evolución de la propiedad de las empresas cotizadas deja pocas dudas acerca de cómo se han ido materializando esas tendencias en España, donde el valor de la cartera de las familias se reducía al mismo tiempo que crecía el número de partícipes: un 53% más de hogares posee un 54% menos de capital.

También refleja otro devenir, el del achique de los Estados occidentales con España como ejemplo paradigmático de unos procesos de privatización de empresas que en tres décadas han pasado de públicas y estratégicas a populares y rentables, con un punto de redistribuidoras de riqueza en los dividendos que cobraba el pequeño accionista, para acabar bajo el control de fondos soberanos y compañías estatales de otros países.

En los 25 años transcurridos a partir de 1998, y según el último informe de BME, la gestora de la Bolsa de Madrid, sobre la materia, la participación de los hogares cayó del 35,1% al 16,2% mientras la de los fondos crecía del 36,9% al 50,3%, es decir, del empate virtual al triplicado con creces.

En esos mismos años, el peso de los bancos se reducía a menos de la tercera parte al caer del 11,7% al 3,1%, y el de las compañías de seguros y las sociedades de inversión colectiva o Sicav caía a poco más de la mitad, del 10,2% al 5,9%. Mientras, crecía la participación de las empresas de ámbitos no financieros (del 5,5% al 21,3%) y la de las administraciones (del 0,6% al 3,2%), aunque en este último caso con una presencia reducida.

En ese proceso de achique del capitalismo popular han tenido un peso fundamental dos factores, uno que depende de los emisores de las acciones y otro que afecta a sus eventuales compradores.

La retirada de capital del mercado

La amortización de acciones permite elevar las cantidades que se asignan a cada acción en el reparto de los dividendos

Los emisores, las empresas cotizadas, llevan varios años retirando acciones del mercado. "Hasta septiembre habían amortizado acciones por un valor de mercado de 11.823 millones de euros, más que el año anterior, en 27 operaciones", señala el Informe de Mercado 2023 de BME.

En esas operaciones, que ya rondaron los 14.000 millones en 2022 tras los 4.364 de los dos ejercicios anteriores, tiene un peso destacado el sector bancario, con amortizaciones por valor de 4.687 millones, el 40% del total, solo entre CaixaBank, Banco Santander y BBVA.

La primera de esas entidades acaba de lanzar una oferta para retirar otros mil millones en participaciones preferentes y la tercera prepara otra de la misma cuantía tras recibir luz verde de BCE (Banco Central Europeo).

¿Y cuál es el objetivo de esas operaciones? Aparte de ajustar el balance y las valoraciones contables de las empresas, la amortización de acciones permite elevar las cantidades que se asignan a cada acción en el reparto de los dividendos al haber menos participaciones.

"Los niveles mínimos de 2019 previos a la pandemia"

En España el ahorro se está reduciendo porque la renta se ha mantenido estancada a lo largo de las últimas dos décadas

El informe BME reseña cómo "la participación de las familias españolas en la propiedad de acciones cotizadas de empresas españolas se redujo en un año en casi un punto porcentual, hasta el 16,2% al cierre del año 2022, volviendo prácticamente a los niveles mínimos históricos de 2019 previos a la pandemia". Y recoge otro factor que ayuda a comprender el proceso.

"En las salidas a Bolsa que han tenido lugar en los últimos años, se ha prescindido mayoritariamente del tramo minorista que fue característico en los estrenos bursátiles que tuvieron lugar masivamente en la última década del siglo pasado", señala el documento, que recuerda que "la elevada presencia de inversores individuales o familias ha sido históricamente uno de los rasgos diferenciales de la Bolsa Española", con "máximos del 33,6% en 1999 en plena eclosión de las privatizaciones".

Lo que ha ocurrido por parte del eventual inversor, es decir, de los particulares, es que, tal y como expone el estudio Finanzas de los hogares 2000-2022 de la Fundación Emilio Ontiveros, en España el ahorro, que no deja de ser un sobrante de la renta, se está reduciendo porque esta se ha mantenido estancada a lo largo de las últimas dos décadas.

La menor cantidad de dinero disponible por el aumento de los precios y de los tipos de interés reduce el margen que, en general y aunque con diferencias en función del nivel de renta, puede quedar como excedente tras cubrir los gastos y ser destinado al ahorro.

"El peso fundamental del ahorro es el de tipo inmobiliario y el de carácter financiero es marginal, no tiene un peso importante hasta el percentil 60 de renta", explica Marina García, analista de AFI y que ha participado en la elaboración del estudio.

"Nos alarma la presencia cada vez menor del pequeño inversor"

Asufín considera que debería "incentivarse y promocionarse más activamente" al pequeño inversor

Ese 40% de los hogares con mayores ingresos que el resto "acapara el 80% de la riqueza financiera", que son los ahorros depositados en productos bancarios y societarios, anota. El 10% situado en el tramo superior posee el 30% del total.

La Encuesta de Competencias Financieras del Banco de España muestra gráficamente esas diferentes extensiones del capitalismo popular en función de los niveles de renta.

Por su parte, la Estadística del Impuesto sobre el Patrimonio de la Agencia Tributaria cifraba en 2021 en 61.385 millones de euros el valor de las acciones de empresas cotizadas en manos de esos declarantes, cuya base imponible del IRPF se eleva a 143.997 euros frente a una media estatal de 24.176, seis veces inferior.

"Nos alarma la presencia cada vez menor del pequeño inversor en el accionariado de nuestras grandes compañías", señalan fuentes de Asufín (Asociación de Usuarios Financieros), que consideran que "en aras a la pluralidad en la toma de decisiones, ésta debería incentivarse y promocionarse más activamente".

"Se necesitan mayores competencias financieras"

La dependencia del sistema bancario en la toma de decisiones de inversiónes domésticas influye en la languidez del capitalismo popular

Esa menor presencia, anotan, "se produce en un contexto en el que el pequeño inversor se ve abocado a una situación en la que no encuentra productos de inversión atractivos y no se remunera adecuadamente su ahorro a través de otros productos, como los depósitos a tipo fijo".

Coinciden con García, quien destaca las dificultades de acceso a los productos financieros con las que se encuentran amplias capas de la población, en unos casos por escasez de recursos y en otros por la complejidad de estos.

"Se necesitan mayores competencias financieras y, aunque ha mejorado la situación general, ese conocimiento se concentra en los niveles elevados de renta", indica. Eso afecta también a las eventuales decisiones sobre compra de acciones, aunque la normativa de transparencia financiera no las incluye entre los productos complejos.

También influye en esa languidez del capitalismo popular la dependencia del sistema bancario a la hora de tomar decisiones de inversión domésticas, que acaban viéndose condicionadas por la oferta de las entidades financieras, que en los últimos años ha incluido una menor propuesta de acciones en favor de los fondos de inversión de cartera propia (diferenciar de los inversores institucionales extranjeros homónimos).

Su "creciente peso" se encuentra, según BME, "entre las razones de esta reducción tendencial del peso de los inversores particulares individuales en la propiedad de acciones nacionales". Poseen participaciones 1,59 millones de hogares españoles, medio millón más que a comienzos de siglo.

La incertidumbre, el relato que la genera y el prohibitivo acceso a la vivienda

No parece que eso vaya a cambiar a corto plazo visto el grado de incertidumbre que los relatos predominantes proyectan sobre el escenario económico actual pese a la bonanza de los datos macroeconómicos.

"En etapas de incertidumbre la gente opta por productos de bajo riesgo, como los depósitos, y mucho menos por otros de mayor exposición", señala la analista de AFI.

Esa propensión aflora tras un carrusel de crisis durante el que se ha reducido a la mitad la tasa de hogares que ahorran en ladrillo, que ha caído del 60% al 30% en dos décadas por el estancamiento de las rentas.

Lo hace cuando, paradójicamente, y también con las dificultades de acceso a la vivienda como causa principal, crece la tenencia de activos financieros entre los menores de 35 años, que buscan refugio para un dinero con el que no creen que puedan a llegar a comprarse una casa.

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