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Los tipos de interés emprenderán con el nuevo año maniobras de descenso y el final de la rápida y contundente fase restrictiva iniciada en noviembre de 2021 por el Banco de Inglaterra en plena sacudida de los precios energéticos. Un ciclo impulsado luego por la Reserva Federal (Fed) en enero de 2022, un mes antes de la invasión rusa de Ucrania, y consolidado al comienzo del verano de ese año por el BCE, cuando las inflaciones del bloque occidental e industrializado se disparaban.
Pero todo tiene su epitafio, y a el recorrido alcista del precio del dinero más fulgurante de la historia económica reciente para contener la mayor espiral inflacionista desde los años ochenta, le toca la retirada. Para la irritación neoliberal de turno: no porque hayan desaparecido la incertidumbre geopolítica, ni las convulsiones de una economía con anemia galopante, o unos mercados de capitales en estado de volatilidad permanente, sino, más bien, por la cohabitación entre unos IPC por encima del 2% y un PIB que roza el estancamiento y coquetea con la recesión.
"El mundo ha entrado en una nueva era de inflación". Es el diagnóstico surgido de la reunión de banqueros centrales, congregados hace unos días en Hong Kong, de la que emergió un sólido consenso de que los tipos de interés han tocado techo y comenzarán en 2024 su retroceso hacia posiciones más acordes con el dinamismo y la creación de empleo.
Los gobernadores de Australia, Reino Unido o Tailandia, por ejemplo, detectan "inestabilidades y un amplio rango de tensiones y experiencias" que han traído consigo una resiliencia notable a los números rojos en las esferas industrializadas y emergentes y un "más que pegajoso" aumento de los precios, asegura la responsable monetaria australiana, Michele Bullock. En sintonía con el mensaje del vicegobernador británico, Dave Ramsden, quien apuntó que los inversores bursátiles por fin han interiorizado que los tipos permanecerán altos durante algún tiempo y que sus niveles aún generarán alteración en las cotizaciones de sus activos.
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, también se apuntó a la lista de advertencias y amenazas. A su juicio, las condiciones crediticias depararán todavía riesgos que podrían conducir a nuevas pérdidas, pese a que el Ibex 35 ha alcanzado los 10.100 puntos y recuperado su nivel de 2018 y a que el Euribor se ha moderado hasta el 4,02%, una cota aún demasiado alta para lanzarse a una hipoteca, aunque sea un buen termómetro de que los tipos pueden apuntar a una relajación a medio plazo.
También el director gerente del Banco Internacional de Pagos (BIS, según sus siglas en inglés), el exgobernador del Banco Central de México, Agustín Carstens, apeló a la "prudencia" de la banca para abordar una etapa de "alta rentabilidad" con la que elevar sus niveles de resiliencia. Ante riesgos como el que describió el responsable monetario tailandés, Sethaput Suthiwartnarueput, para librar una deuda de los hogares que ya representa el 90% del PIB y que se ha disparado con los encarecimientos del dinero. Esto hace presagiar que por primera vez los tipos de los mercados emergentes "se sitúen por debajo de los estadounidenses".
La autoridad financiera de Hong Kong, Paul Chan, apuntó a varias de las causas de la ralentización de las economías. Esencialmente, las limitaciones de acceso a los mercados y el impacto de las cadenas de valor, que han experimentado varios episodios disruptivos desde la gran pandemia. "La tendencia hacia la desglobalización es preocupante, aunque se ha relajado en cierto grado a pesar o debido a las tensiones geopolíticas", precisó Chan.
Todo ello ha creado un poso de inquietud que Philip Lowe, predecesor de Bullock en el banco central australiano, define como el ingreso en una fase de elevada variabilidad de la inflación "como nunca hemos visto en los últimos 30 años", con la volatilidad de sus indicadores como su cualidad esencial. Es una nueva era, la de la inflación oscilante arriba y debajo de sus corsés monetarios.
La Reserva Federal podría mover ficha al inicio del año
Varios de los hedge funds más rentables de EEUU pronostican que los tipos de interés pueden llegar a recortarse hasta en 2,5 puntos básicos (desde la horquilla de entre el 5,25% y el 5,5% en que se encuentran ahora) a lo largo de 2024. Sea como fuere, y con independencia del nivel en el que la Reserva Federal pueda dejar el precio del dinero, la sensación del mercado es que su presidente Jerome Powell ha hecho ya su trabajo de freno a la inflación.
Bank of America, por ejemplo, pronostica en su panorama para 2024 un escenario con precios en congelación y sin recesión económica para EEUU por el inicio de rebajas de tipos que, en su opinión, la autoridad monetaria estadounidense emprenderá a mediados del ejercicio. Sus expertos consideran que después de dos años de subidas excepcionales y con los últimos datos del final de este año de debilidad en el dinamismo y cierta destrucción de empleo, el PIB estadounidense podría acabar registrando un aterrizaje suave y evitar una severa contracción.
"Este año ha desafiado casi todas las expectativas: las recesiones nunca llegaron, los recortes de tipos no se materializaron, los mercados de bonos no rebotaron, salvo a corto plazo, y los activos no se han desplomado", aclara Candace Browning, su responsable de investigación global. "[En 2024] esperamos que los bancos centrales [de todo el hemisferio industrializado] orquesten con éxito sus maniobras de retroceso de tipos de interés para garantizar aterrizajes suaves de sus economías", afirma la responsable de análisis de Bank of America.
Michael Gapen, su director económico para EEUU, cree que la Fed iniciará las rebajas en junio y que hará recortes de un cuarto de punto por trimestre hasta final de año. A expensas de que se atenúe o acreciente la "incertidumbre política" por las elecciones presidenciales de noviembre.
El momento en el que la Reserva Federal iniciará su proceso de ajuste monetario varía según las predicciones (UBS lo sitúa en marzo y Vanguard, por ejemplo, lo retrasa hasta la segunda mitad del año), pero existe un consenso generalizado de que la primera reducción de la Fed movilizará a otros bancos centrales occidentales en esta senda.
De momento, en la reunión del Comité de Mercado Abierto de la Fed de noviembre, Powell aseguró que la prolongación de la "pausa" iniciada en otoño no dio pie a ninguna deliberación todavía sobre posibles bajadas de tipos. "Estamos focalizados en la primera cuestión, la de lograr estabilizar la inflación por debajo del 2% de forma sostenible", precisó el presidente de la Fed. En octubre, el IPC de los EEUU se situó en el 3,2%.
Jan Hatzius, economista jefe de Goldman Sachs, ya proclama, de hecho, la llegada del aterrizaje de la actividad. "Ya está aquí", después del sorprendente tirón del tercer trimestre en el que el PIB americano volvió a dar una muestra de resistencia, con un alza del 5,2%, que Hatzius interpreta como el último coletazo antes de desinflar su ritmo. "Confío en que 2024 certifique la maniobra de toma de tierra de la economía" con la ayuda de la Fed.
Europa y otros bancos industrializados
El BCE, con un diferencial de un punto respecto a los tipos de la Fed (están en el 4,5%), también aprecia una disminución de las presiones inflacionistas. Christine Lagarde, de hecho, apuntó una mayor preocupación por las "evidencias de una debilitación del empleo" y el impacto de la política monetaria de la autoridad del euro sobre "la capacidad de resiliencia de la actividad y de la creación de empleo".
Para la presidenta del BCE, el cambio de año será determinante para comprobar las evoluciones de ambos parámetros. Motivo por el que los analistas descartan nuevas subidas de tipos y avisan de una fase corta de pausa antes de comenzar sus rebajas. En octubre, la tasa de desempleo de la Eurozona se situó en el 6,5%, apenas una décima por encima de su registro histórico más bajo, de junio y con la inflación aproximándose al 2%.
Lagarde apuesta por "salvar a corto plazo" este panorama, para "fortalecer el dinamismo" en el bienio posterior, con una inflación a raya, recuperación de los mercados inmobiliarios y una más acentuada demanda de productos europeos en el exterior. "No es tiempo de proclamar victoria sobre la inflación", precisó antes de mostrar confianza en un despegue económico posterior a un 2024, en el que los tipos deberán incentivar la actividad.
En el Banco de Inglaterra también se apela a la prudencia y aseguran que sus tipos, en el 5,25%, permanecerán estables "durante algún tiempo". Presagio de que el compás de espera será de meses después de su segunda pausa consecutiva tras 14 incrementos continuados. Las razones del gobernador del BoE, Andrew Bailey, por la calma están más justificadas.
La inflación británica bajó en octubre con fuerza, del 6,7% al 4,6%, pero aún permanece lejos del 2%. Es como "un juego de dos hemisferios en el que debemos valorar con rigor la economía y el empleo, por un lado, y los precios, por el otro, y hay buenas noticias, pero no lo suficientemente correctas", aclaró.
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