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El BCE sostiene a los bancos mientras aprieta a familias, empresas y Estados

El Banco Central Europeo anuncia su disposición para "suministrar apoyo de liquidez" a la banca "si fuera necesario" mientras vuelve a elevar las exigencias financieras a los hogares y al tejido productivo.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, en la rueda de prensa tras la reunión del Consejo de Gobierno de la entidad en la que se ha decidido subir los tipos al 3,5%, en Fráncfort. EFE/EPA/FRIEDEMANN VOGEL
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, en la rueda de prensa tras la reunión del Consejo de Gobierno de la entidad en la que se ha decidido subir los tipos al 3,5%, en Fráncfort. FRIEDEMANN VOGEL / EFE/EPA

"Estamos gestionando una crisis de precios con recetas que no funcionan. La subida de tipos es la receta clásica de la economía para detener la inflación destruyendo la economía", explica el economista Carlos Martín Urriza, director del Gabinete Económico de CCOO, quien sostiene que "hay otras fórmulas, pero el BCE (Banco Central Europeo) no dispone de esos instrumentos" y opta por "destruir economía para que se deprima la actividad y cese el ritmo de subida de los precios".

Este experto coincide con Carlos Sánchez Mato, profesor del Departamento de Economía Aplicada de la Complutense, quien anota que "además de inestabilidad, esta situación genera un diferimiento del consumo y desincentiva la inversión, y eso se acaba traduciendo en un aumento del desempleo y de la morosidad. Hay muchas formas de actuar para que el objetivo de parar la inflación no se acabe cumpliendo con la economía muerta".

Ambos se refieren a la decisión tomada este jueves por el Consejo de Gobierno del BCE, que decidió subir otro medio punto los tipos de interés a partir del 22 de marzo, con lo que estos habrán pasado del cero al 3,5% en 233 días, es decir, menos de ocho meses.

Ese ritmo de subida, algo menor del que se da en otros espacios occidentales (4,5% en EEUU y 4% en Reino Unido), está comenzando a tensar algunas costuras del tejido económico global, como se ha visto con la crisis bancaria estadounidense y su extensión a Europa vía Credit Suisse, sin lograr el objetivo declarado de la medida, que consiste en aplacar una inflación que sigue en el 8,6% interanual en la zona euro.

Sin embargo, el BCE optó este jueves por mantener los tipos de interés en la senda alcista iniciada el pasado verano argumentando que "la inflación seguirá siendo demasiado alta durante demasiado tiempo". Sus analistas prevén que no baje al 2% antes de que acabe 2025, lo que, pese al "elevado nivel de incertidumbre" que admite la economía, remite a un período de al menos tres años de tipos de interés elevados cuyo nivel podría fluctuar en función de "su valoración de las perspectivas de inflación a la luz de los nuevos datos económicos y financieros, la dinámica de la inflación subyacente y la intensidad de la transmisión de la política monetaria".

La presidenta del BCE, Cristine Lagarde, que admitió que la subida de tipos tuvo varios votos en contra en el Consejo, en línea con el creciente número de voces críticas con la medida, entre ellas la de la vicepresidenta española Nadia Calviño, justificó la decisión precisamente en el retroceso de la inflación en el cuarto trimestre de 2022, cuando bajó un 3,6% en la Eurozona, aunque paralelo a un retroceso del consumo del 0,9%.

"La economía de la zona del euro se estancó en el cuarto trimestre de 2022, evitando la contracción esperada previamente", dijo, mientras "la demanda privada nacional cayó con fuerza" por "la elevada inflación, las incertidumbres y unas condiciones financieras más ajustadas". "El BCE ha optado por no añadir más intensidad a la crisis y mantener la subida de tipos que habían anunciado. Dar marcha atrás habría dado la impresión de que la crisis era más grave", explica Julio Rodríguez López, de Economistas Frente a la Crisis, quien considera que "han lanzado el mensaje de que la lucha contra la inflación es prioritaria frente a la estabilidad del sistema financiero, a pesar de las consecuencias que una subida de tipos tiene en el crédito y la inversión. Una subida de tipos afecta al crecimiento económico".

El Banco Central Europeo prevé para este año un crecimiento de la actividad económica del 1% y otros dos consecutivos del 1,6% para los dos siguientes, con lo que daría por conjurado el fantasma de la recesión en la Eurozona gracias a "la fortaleza del mercado de trabajo, el aumento de la confianza y la recuperación de las rentas reales".

Preparado para salir al rescate de los bancos en apuros

Junto con ese mensaje, el consejo del BCE lanzó otro fundamental: se mostró "preparado para responder como resulte necesario a fin de mantener la estabilidad de precios y la estabilidad financiera en la zona del euro" y aseguró contar "con todos los instrumentos de política monetaria necesarios para suministrar apoyo de liquidez al sistema financiero de la zona del euro si fuera necesario", señala en su comunicado. Eso, traducido a un lenguaje coloquial, significa que el BCE está decidido a actuar como sostén de los bancos que puedan entrar en riesgo de quiebra, aunque asegura que "el sector bancario de la zona del euro tiene capacidad de resistencia y posiciones de capital y de liquidez sólidas".

Su decisión de este jueves, en la que se reafirma en la reducción de la compra de deuda pública de los Estados, incluye un movimiento en ese sentido como es la subida al 3% de los intereses de "facilidad de depósito", es decir, lo que paga a los bancos por los fondos que depositan en sus cuentas.

El modelo de negocio de algunas entidades financieras y, con él, su estabilidad, se está viendo afectado por la subida de los tipos de interés, que está provocando una depreciación de los bonos de deuda pública a largo plazo (normalmente diez años) que fueron adquiriendo durante los años de tipos cero y que mantienen como activos para obtener liquidez en caso de necesidad, tal y como le ocurrió al Silicon Valley Bank.

Los tres grandes damnificados

¿Y puede haber más damnificados por esta nueva subida de tipos de interés? Sí, sin duda. Se agrupan en tres bloques. Por una parte están los hogares, en particular los que están comprando vivienda por su efecto alcista en las hipotecas de tipo variable y todos en general por el efecto inflacionista que la propia subida de tipos puede tener en algunos precios de su cesta de la compra al elevar los costes de producción. 

Por otra están las empresas, que ven cómo se complica su acceso a la financiación al estar subiendo los intereses que gravan los créditos, que en un año y según los datos del Banco de España se han duplicado e incluso triplicado al pasar de una horquilla del 1,04% al 1,64% a otra del 3,4% al 3,63%. Y, por otra más, los Estados, para los que van creciendo los intereses que deben pagar por su deuda pública en paralelo a los tipos de interés que va marcando el BCE.

En el caso de España, y según los datos del Tesoro, la cotización de los bonos a cinco años ha pasado del 1,55% al 3,52% entre agosto y marzo cuando un año antes era del 0,065%, lo que indica que la remuneración a los inversores se ha multiplicado por más de 50.

"Una medida monetaria para un fenómeno que no lo es"

"Se vuelven a usar medidas ortodoxas que no han funcionado en el pasado, porque la subida de tipos es una medida de carácter monetario para un fenómeno que no lo es, y se corre el riesgo de que al final la inflación vaya a acabar siendo un problema menor" por los daños en el tejido productivo, señala Sánchez Mato, que coincide con Martín Urriza en apuntar al control de precios y de márgenes, junto con políticas fiscales de redistribución, como las vías más apropiadas para atajar la inflación.

"La política monetaria cada vez es menos útil para resolver problemas económicos. La bajada de los tipos no estimula la economía y ahora vemos que su efectividad también puede tener límites por arriba", apunta el segundo, que describe gráficamente el escenario: "La subida de los tipos es indiscriminada, afecta a todo tipo de hogares que estén endeudados. Están estrujando a las familias mientras tienen el cañón de la liquidez preparado por si la banca tiene problemas".

"El BCE sigue con su estrategia pirómana de empobrecer a las familias y empresas, así como de generar inestabilidad bancaria. Y todo para no lograr bajar una inflación que no es monetaria", coincidía en un tuit el economista Eduardo Garzón, que calificaba la postura del Banco Central Europeo de "incompetencia máxima".

Dos paradojas de la economía europea

Por otro lado, el jefe del Gabinete Económico de CCOO y el profesor de la Complutense ponen sobre la mesa dos paradojas de calado que se están dando en la economía europea al socaire de esta crisis y de las soluciones adoptadas para afrontarla. Sánchez Mato llama la atención sobre lo contradictorio de las políticas económicas de las dos principales autoridades europeas, la Comisión y el BCE, la primera habilitando unos fondos Next Generation destinados a inyectar dinero en las economías estatales mientras la segunda se afana por reducir el circulante en ellas.

"La política monetaria se está comiendo la labor de la política fiscal en una política interesada que pretende favorecer a determinados agentes económicos", que serían los financieros, explica. Martín Urriza, por su parte, advierte del riesgo de que una crisis generada en el centro y el norte de Europa acabe provocando una crisis profunda en el sur.

"El norte ha tenido una deficiente política energética que ha disparado los precios también en el sur", señala. Mientras tanto, la política monetaria elegida como respuesta institucional "abre márgenes en el norte, donde países como Alemania son acreedores netos, mientras eleva los precios en el sur", donde el encarecimiento de las hipotecas y la cesta de la compra intensifica una extracción de rentas de las clases menos pudientes que ya se había producido en la pandemia, entonces por la necesidad de tirar de ahorros para paliar la caída de ingresos por los parones de la actividad.

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