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Caso Huawei Las telecos americanas sopesan planes de choque en el mercado chino en el caso Huawei

El impacto del veto, bajo tregua, de la Casa Blanca a Huawei ha hecho emerger los temores de las grandes tecnológicas americanas que operan en China. Admiten que están sometidos a confusión e incertidumbre, preocupación por sus cotizaciones bursátiles y carteras de inversión y temen represalias de Pekín. Estos efectos colaterales -dicen- les hace plantearse su futuro en el gigante asiático.

Las mayores tecnologías del mundo

DIEGO HERRANZ

El sector privado americano anda desde hace meses sumamente preocupado por la política de sanciones comerciales instaurada por la Administración Trump. Pero el caso Huawei les ha dado más argumentos para criticar abiertamente la gestión del líder republicano. Hablan sin tapujos de una Guerra Fría que no desean y transmiten a Washington una reclamación urgente para que acabe con esta fase de indefensión, que arremete contra sus negocios.

Más en concreto, airean su disconformidad por el alto grado de incertidumbre que les genera la lista negra de empresas tecnológicas que suponen una amenaza para la seguridad nacional, para cuya elaboración la Casa Blanca dispondrá de 80 días, además de otros 70, en los que el Departamento de Comercio incluirá a compañías y países a los que prohibirá vender sus productos y servicios en EEUU por sus vínculos con las firmas de la primera clasificación.

En medio de este compás de espera, que se llevará buena parte de los 90 días de tregua que ha otorgado Trump para que entre en vigor su orden ejecutiva -que ya lleva el apelativo de Huawei- el sector tecnológico estadounidense ha arreciado las críticas contra la Administración Trump. Se quejan de que el primer efecto será contra la industria de los componentes electrónicos, pero alertan de que las futuras reglas del juego que emanarán de la prohibición de la Casa Blanca "afectará a otros segmentos productivos mientras las cotizaciones bursátiles han empezado a hacer estragos a compañías de todos los tamaños".

Apple se ha dejado en una sesión más del 3% de su valor bursátil en Wall Street y Qualcomm vende entre el 5% y el 10% de sus productos a Huawei

Desde pequeños fabricantes de microchips, como Flex o Broadcom, a otras de una mayor dimensión como Neophotonics, que suministra transmisores de datos de alta velocidad para los futuros terminales 5G. Y, por supuesto, Apple, que se ha dejado en una sesión más del 3% de su valor bursátil en Wall Street o Qualcomm, que vende entre el 5% y el 10% de sus productos a Huawei y alrededor del 50% a China. Emporio al que, esta misma semana, un juez de San José (California) acaba de condenar por posición de dominio y atentar contra la competencia.

John Neuffer, directivo de la Asociación de la Industria de Semiconductores, ha apelado a Trump a que "inculque toda la transparencia" en este proceso y que sus investigaciones a firmas chinas en aras de la seguridad nacional "no distorsione el mercado global de la tecnología ni deteriore su competitividad". Lo más sensato -explica Abhinav Davuluri, analista en Morningstar, "es que EEUU vuelva a permitir que Huawei actúe libremente en el mercado estadounidense porque, en caso contrario, se produciría un escenario catastrófico si Pekín entiende que la Administración Trump trata de estrangular a sus compañías". Entonces, -se pregunta- "¿cómo reaccionará el régimen chino?". Las implicaciones son muchas y sus efectos en costes, incalculables, advierten directivos del sector tecnológico americano.

Las empresas, en tensa calma

Las multinacionales de EEUU están sopesando su futuro en China. Esencialmente, las tech. Pero también de otros sectores de actividad. Sometidas todas ellas a la escalada tarifaria que están realizando ambas superpotencias. Un reciente sondeo de la Cámara de Comercio Americana en China revela los temores que se han apoderado de los directivos de sus firmas en China.

Para las tres cuartas partes de los 250 interlocutores de su sondeo, la guerra comercial va a ocasionar un "impacto negativo" sobre sus cuentas de resultados. Por el aumento de costes y de precios de un incremento arancelario conjunto -en ambos países- sobre bienes y servicios que supera los 360.000 millones de dólares de valor. Un 35% de ellos admite haber implantado la estrategia de "en China y para China", término con el que expresan su plena adaptación al principal mercado asiático. Una relocalización en toda regla que, si las disputas se enconan, les obligará a "barajar alternativas". Ninguna de ellas ventajosa, dicen.

"Huawei no es solo una gran empresa, es una de las pocas compañías chinas con una marca internacional", asegura Avi Greengart

Avi Greengart, fundador de Techsponential, se hace eco de este sombrío escenario: "Huawei no es solo una gran empresa, es una de las pocas compañías chinas con una marca internacional […] Si el Gobierno chino quiere tomar represalias por las restricciones comerciales que paralizan a Huawei, podría apuntar a Apple". Una opción que ha tenido traslación al ámbito político.

Lijian Zhao, diplomático de China en Pakistán, publicó ha publicado en twitter un ejemplo elocuente: "Miren el logotipo de Huawei. Es una manzana, pero cortada en trozos". Toda una alusión a la Ley del Talión del Código de Hammurabi. Al ojo por ojo y diente por diente. Apple genera el 17% de sus ganancias en China.

Tim Stratford, presidente de la AmCham (Cámara Americana) en China admitió la "preocupación real" por el veto de EEUU -y que ha activado de inmediato Google y otras firmas de la mayor potencia económica- a Huawei a la BBC. "La decisión de incluir a la multinacional china en la lista negra de la Casa Blanca podría precipitar un contraataque similar desde Pekín". La AmCham china acoge a más de 900 empresas estadounidenses con intereses en el gran bazar mundial.

Las firmas con intereses en China están reevaluando sus carteras de inversión y negocios en el gigante asiático

Apple, Microsoft, Alphabet, Intel, IBM, Facebook y Oracle, incluidas entre las diez mayores tecnológicas del mundo por capitalización bursátil y volumen de negocio, han admitido que las hostilidades comerciales les pasan factura y les hace replantearse sus estrategias de inversión a corto plazo. Lideran un top-ten, el de 2018, en las que se han encaramado tres firmas asiáticas -la surcoreana Samsung, la china Tencent y la taiwanesa Hon Hai Precision-, según la lista Forbes.

Otras de las grandes, Cisco Systems y Tesla, también han manifestado su contrariedad por el curso que toman los acontecimientos. Sobre todo, ante posibles prohibiciones para operar en el mercado chino. El último informe de The Conference Board, institución asociada a la Reserva Federal, certifica el descenso de la confianza empresarial por la guerra comercial y la ausencia de regulación asociada a las nuevas tarifas y medidas decretadas por la Administración Trump, tras la cota máxima alcanzada en el actual ciclo económico, la del pasado mes de febrero.

Algunos expertos consideran que Pekín tiene el poder de interferir en cada esquina de la economía americana

"Las compañías ya han comenzado a examinar el impacto potencial sobre sus balanzas comerciales, tanto de importación de materiales como de venta de mercancías, mientras reevalúan todas sus carteras de negocios e inversión", explica.

S&P matiza que, antes del estallido del caso Huawei, las empresas tecnológicas americanas eran las que conseguían en el mercado chino una mayor cuota de retorno -beneficios- con un 4,86% y tasas de comercio positivas del 77,7%. También se hallan en un estadio idóneo para mantener vínculos con China las entidades financieras, el sector del consumo, las firmas de servicios sanitarios y, en conjunto, las compañías adscritas al S&P 500. Por contra, las que han empezado a padecer serias dificultades por el repunte de los aranceles son las industriales, energéticas, las utilities y las operadoras de telecomunicaciones.

A vueltas con la reacción de Pekín

¿Habrá venganza?, ¿Pasará China por el mismo rasero en su territorio a Apple, Intel y el resto de la armada tecnológica estadounidense? El mercado no lo descarta. Aunque hay voces que se encargan de poner sobre la marcha otras armas de destrucción masiva comercial por parte del régimen de Pekín. Porque algunos observadores internacionales consideran que China tiene el poder de interferir en cada esquina de la economía americana.

Desde refinerías a turbinas de la industria aeroespacial, si decide, por ejemplo, suspender sus exportaciones a EEUU. Bastaría con que Xi Jinping ordenara la suspensión del comercio de minerales altamente sensibles para el funcionamiento de la industria de EEUU. Y es un arma, la exportadora, que China no descarta emplear para ganar ventajas geoestratégicas.

China suministra el 80% de los elementos que importa EEUU y que son imprescindibles para las refinerías de petróleo y la elaboración de baterías

El gigante asiático envía regularmente materiales magnéticos y otros componentes metálicos de los que es el principal suministrador de EEUU, muy dependiente de ellos, y que requieren de una extracción compleja: "Podría afectar a la producción de vehículos, a las energías renovables, material tecnológico y a la industria militar", dice Ryan Castilloux, director de Adamas Intelligence, consultora de metales estratégicos. China suministra el 80% de estos elementos que importa EEUU y que son imprescindibles para el uso de las refinerías de petróleo y la elaboración de baterías y bienes electrónicos de consumo.

Sin embargo, el nuevo cariz que está tomando la guerra comercial encierra otro riesgo latente. Porque las relaciones bilaterales entre ambos países atraviesan su peor momento en las últimas décadas. Ely Ratner, antiguo asesor del vicepresidente demócrata Joe Biden y, en la actualidad, director de estudios del Center for a New American Security, "podría precipitar medidas mucho más represivas" por parte de la Administración Trump.

"La política exterior de EEUU es como el Quijote, que se lanza ante cualquier afrenta de forma beligerante, hasta llegar a retar a molinos de viento", dice un embajador chino

Por ejemplo -afirmó a Washington Post- "incrementando aún más la presencia militar en el Mar del Sur de China". Posibilidad con la que coincide Bruce Jones, vicepresidente de Brooking Institute, quien incide en que la tensión entre las dos superpotencias "atraviesan un punto de no retorno a la era de la cooperación expansiva", cuyo cénit fue -a su juicio- la sintonía inicial para restablecer la prosperidad económica después de la crisis de 2008. Un aspecto, el geoestratégico, que no conviene descuidar.

A juzgar por las palabras de Li Song, el embajador chino en la Conferencia de Desarme de Naciones Unidas que estos días se ha desarrollado en Ginebra. "La política exterior de EEUU es como el Quijote, que se lanza ante cualquier afrenta de forma beligerante, hasta llegar a retar a molinos de viento". Como el personaje de Cervantes, precisó Song, Washington "mantiene a sus más fieles aliados en un permanente estado de inseguridad, y eso es realmente desconcertante". El representante chino hablaba de la salida de EEUU de los tratados de desarme, pero también del caso Huawei.

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