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Factura de la luz Quince pasos para evitar los abusos cuando llaman las compañías eléctricas

Los recibos de la luz ya pagados y los contratos ofrecen una información sobre necesidades de potencia y acerca de consumos cuyo conocimiento ofrece al usuario la posibilidad de negociar y acordar tarifas que resulten favorables para su bolsillo siempre que esté atento a las tretas de los vendedores.

Quince pasos para evitar los abusos cuando llaman las compañías eléctricas
Los recibos derivados de tarifas vinculadas a las fluctuaciones de la electricidad en los mercados mayoristas han tenido un notable encarecimiento en los últimos meses. Jarmoluk / Pixabay

La escalada de precios de la electricidad, que está disparando el recibo de los hogares en vísperas del frío y también los costes de negocios de cualquier tamaño, ha provocado un lógico alboroto entre los consumidores del que las comercializadoras de energía tratan de sacar tajada endosando en ocasiones tarifas cuyos trucos disparan al alza las facturas.

Que algunas compañías eléctricas intentan aprovecharse mediante estratagemas de los nuevos clientes que van captando no es algo nuevo, tal y como recoge el extenso y duro informe en el que hace un par de años la CNMC, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, ponía negro sobre blanco la existencia de "malas prácticas de las comercializadoras de electricidad que están alterando el mercado y perjudicando a los consumidores".

Esas malas prácticas se siguen produciendo, ahora con el foco puesto en la captación de nuevos clientes enfadados con los precios que pagan y, en muchos casos, susceptibles de ser seducidos a base de términos como "descuento" u "oferta".

Esta guía incluye una docena de indicaciones para evitar que deriven en sablazos esas sugerentes proposiciones, que llegan vía telefónica desde que hace tres años quedó prohibida la práctica de la puerta fría, y para detectar otros abusos. "Estamos en un momento complicado, en el que es prácticamente imposible recomendar una tarifa", explica Rubén Sánchez, portavoz de la asociación de consumidores Facua, que advierte de que "los precios están muy hinchados y hay eléctricas que se están aprovechando".

¿Con qué se compara la oferta?

El primer paso es estudiar los últimos recibos de la luz, en el que figuran datos básicos como si se está en el mercado libre y cuáles son las condiciones específicas del suministro de energía, o si, por el contrario, se tiene una tarifa regulada, o PVPC.

En ese mismo contrato viene reseñada la potencia contratada para cada uno de los tramos horarios, el volumen de energía que se consume en cada uno de ellos y los precios de ambos componentes, lo que permite conocer el coste de cada kilowatio gastado y los motivos de esa cotización.

¿Qué diferencias hay entre el mercado libre y el regulado?

En el mercado regulado los precios de la parte fija del recibo (cargos y peajes) y los que afectan a la potencia los establece el Gobierno, que también fija los tres tramos horarios, mientras que el coste de la energía está vinculado a las subastas horarias y al llamado precio mayorista. Esas condiciones se llaman PVPC (Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor) o TUR (Tarifa de Último Recurso), con las que si se cumplen una serie de condiciones se tiene derecho a solicitar el bono térmico social, que abarata la factura.

En el mercado libre tanto la potencia contratada como su precio, el de la energía y los eventuales tramos de aplicación de ambas se acuerdan entre el cliente y la comercializadora.

En teoría, eso se hace libremente, entre iguales, aunque la práctica apunta a la existencia de abusos, tal y como denunció la CNMC. Por eso es recomendable conocer las necesidades y consumos de la casa y mantenerse alerta ante las posibles estratagemas de las compañías antes de negociar con ellas.

¿Alguno de ellos es preferible?

La TUR ha sido, desde la privatización y liberalización del mercado eléctrico, la tarifa más asequible para los hogares. Eso sigue tendiendo a ocurrir, aunque la actual volatilidad de los precios mayoristas hace que hoy por hoy los expertos no se atrevan a inclinarse por ningún formato.

En cualquier caso, y con independencia de los ‘consumos cautivos’ de neveras, congeladores, calentadores y ‘stand by’, hay un amplio abanico de pequeñas acciones que permiten reducir los consumos en el día a día (ver esta guía).

¿Qué se hace con esa información?

Tenerla disponible, ya sea memorizándola o anotándola, para cuando llamen de alguna compañía: la clave para evitar los sablazos si se cambia de comercializadora y/o de mercado consiste en saber qué se gasta y poder compararlo con lo que se ofrece.

También es recomendable cotejar los datos de los recibos con los del contrato para ver si la compañía actual aplica de manera correcta las condiciones acordadas y, al mismo tiempo, plantearse posibles cambios de potencia o el traslado de algunos consumos a tramos horarios más baratos para reducir la factura.

¿Qué hay que comparar?

Todos los términos (potencia y energía), sus precios, los tramos horarios y las combinaciones de todos ellos. "Cuanto menor es el consumo, mayor es el peso de la potencia en el recibo", indica Sánchez. Y viceversa.
Hay que tener en cuenta que las comercializadoras disponen de los datos de consumo de cada contador porque las distribuidoras están obligadas a facilitárselos.

¿Te pueden cambiar de mercado y de tarifa?

Si el consumidor da su consentimiento, sí. Por eso es importante tener claro en cuál se está y cuál resulta más ventajoso, si el regulado con tarifas TUR (Tarifa de Último Recurso) o PVPC (Precio de Venta al Pequeño Consumidor) que establece el Gobierno, y que ahora mismo están disparadas por su vinculación al mercado mayorista, o el libre en el que la compañía propone las condiciones y el consumidor las acepta o las rechaza.

¿Cómo se pueden evitar condiciones que no has aceptado?

El proceso de venta comienza con una conversación que suele alargarse durante varios minutos en la que el comercial desgrana datos y variables sobre los que el usuario va tomando decisiones. Sin embargo, esa charla no tiene ninguna validez jurídica, ya que lo único que vincula a cliente y compañía es lo que queda grabado en los últimos momentos del contacto o lo que se firma.

Hay varias posibilidades para evitar acabar dando el consentimiento a unas condiciones distintas de las elegidas por un sencillo procedimiento consistente en que el comercial pronuncie en la grabación otras que se aceptan de viva voz creyendo que son las acordadas: una consiste en dejar claro en la grabación que solo se van a dar por bueno un acuerdo por escrito, lo que obliga a la compañía a remitir una propuesta que se formaliza a vuelta de correo, y otro, en exigir que los precios, tramos horarios y potencias sean leídos uno a uno antes de decir que sí.

¿Qué hacer si te piden el DNI y/o un número de cuenta?

No deben facilitarse esos datos por teléfono, o cuando menos nunca antes de que el contrato quede formalizado. Y si quien llama se identifica como representante de su actual compañía y se los pide, recuérdele que los tienen desde hace tiempo.

¿Y si me ofrecen un acuerdo pero debo coger otro producto?

"No se puede imponer la contratación de un producto accesorio, como un seguro o unas horas gratuitas de atención en caso de avería, al contratar una tarifa, pero sí se pueden ofrecer esas condiciones como condicionadas, con lo que solo podrían acceder a ellas quienes tengan contratados determinados servicios", explica Sánchez. A la hora de tomar una decisión en un supuesto de este tipo resulta ventajoso saber cuánto se gasta y poder compararlo con los precios ofertados.

¿Y si la oferta incluye precios asequibles y una adicional?

"No tiene mucho sentido que te propongan, como hace alguna compañía, una tarifa fija ajustada al precio regulado pero con una cuota añadida que es donde te explican que consiguen sus escasas ganancias", anota Sánchez. "Para eso ya tienes la tarifa regulada, y sin ningún pago añadido".

¿Qué hacer ante una propuesta de tarifa plana?

Hay que estudiarla para ver si resulta ventajosa. Y, también, tener cuidado con su configuración, ya que a veces se trata de cupos de energía que estima la compañía y que incluyen penalizaciones si se han rebasado cuando vence el año de duración del contrato.

¿Cuánto dura un contrato?

Un año, y mientras está vigente las compañías no pueden subir los precios a sus clientes si el motivo en el que se basan no estaba previamente recogido en el documento: las causas de encarecimiento del suministro deben ponerse antes por escrito, y entre ellas no puede figurar la subida de las cotizaciones en el mercado mayorista. "Sería una cláusula abusiva", apunta el portavoz de Facua. Sí puede subir, en cambio, si el Gobierno modifica al alza los componentes fijos de la factura; y abaratarse si los revisa a la baja.

¿Los precios que ofrecen son con IVA o sin IVA?

Hay que dejar claro si los precios de la energía y la potencia se ofrecen con impuestos o sin ellos, y en el primer caso con cuáles. El impuesto a la electricidad se ha reducido temporalmente al 0,5% aunque normalmente se sitúa en el 5,2%, mientras que el IVA del 21% baja provisionalmente en el 10% para quienes tengan contratada una potencia inferior a 10 kilowatios siempre que la cotización del megawatio no supere los 45 euros en el mercado mayorista.

¿Qué hacer con contratos con permanencia y penalización?

"Para que una penalización sea legal es necesario que antes te den una ventaja a cambio, por ejemplo con una rebaja de los precios, y que sean equivalentes", explica Sánchez, que añade que ese castigo "también debería ser proporcional al tiempo que se ha permanecido como cliente cuando se aplica".

"Recomendamos no aceptar tarifas con permanencia y penalización porque hay tanta volatilidad en los precios que la oferta que hoy es buena puede ser después la peor", añade el portavoz de Facua.

¿Y si no se tiene clara la conveniencia de la oferta?

Siempre se puede decir no, dar largas, fingir interés y acordar una llamada posterior o, también, pedir la propuesta por escrito para estudiarla. Ninguna norma obliga a aceptar las propuestas comerciales de las compañías eléctricas.
La CNMC, que tiene su propia guía sobre los cambios de suministrador de energía y que es el que investiga las denuncias sobre abusos en esos procesos, dispone de un comparador de tarifas a disposición de cualquier ciudadano por internet, donde varias compañías ofrecen los suyos.

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