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Precios vacaciones verano El segundo verano de la pandemia para el turismo español: alojamiento y comida más caros y vuelos por los suelos

El coste de apartamentos y cámpines añade nuevas subidas a las de 2020, los hoteles comienzan a recuperarse del bajón y los restaurantes mantienen su tendencia al encarecimiento mientras el periodo de vacaciones pierde tres meses y vuelve a concentrarse entre julio y septiembre.

Imagen de archivo de una mujer tumbada en el bordillo de la piscina durante sus vacaciones. - EUROPA PRESS
Imagen de archivo de una mujer tumbada en el bordillo de la piscina durante sus vacaciones. Europa Press

Veranear en el segundo verano pandémico resultará más caro que en el primero, según anticipan los indicadores de precios, que recogen un incremento de precios de medio punto en los cinco primeros meses del año, entre los que se incluyeron varios de duras restricciones por la incidencia de la pandemia, una subida que en realidad es de un 1,2% si se tiene en cuenta que el punto de partida era una caída del 0,7% al comienzo del año.

Esa subida, que incluye notables diferencias en función del subsector del que se trate, aunque sí es generalizada en la comida y el alojamiento, comenzó a registrarse a partir de marzo, con el primer relajamiento de las medidas, que abrió una aceleración que ha comenzado a tener claros efectos inflacionistas.

De hecho, el INE (Instituto Nacional de Estadística) ya señaló el mes pasado a los servicios de alojamiento como uno de los ramos más inflacionistas con un aumento del 2,4% que solo se vio superado por el de las frutas (5,8%) y los aceites (3,8%) y que igualó al de los hidrocarburos, cuya cotización también tiene efectos directos en el coste de las vacaciones. 

Eso, en términos generales; si se atiende a los datos que desglosa el INE por subsectores el cuadro es el de un encarecimiento generalizado de esos servicios de alojamiento, aunque con matices en el caso de los hoteles, que el año pasado acabaron tirando los precios (los que abrieron) ante el desplome de la demanda hasta un nivel que siguen sin recuperar.

Los pisos turísticos, los apartamentos y los cámpines, en su quinto año consecutivo de aumento de precios

Por el contrario, los pisos turísticos, los apartamentos y los cámpines encadenan su quinto año consecutivo de aumento de precios, una tendencia que se mantuvo en 2020 al desplazarse la escasa demanda hacia este tipo de alojamientos por considerar que en ellos es menor la exposición a los contagios. 

También siguen subiendo los precios por quinto año consecutivo tanto los restaurantes como los servicios de comida para llevar, en ambos casos con encarecimientos de en torno a dos puntos desde el inicio de la pandemia.

Mientras tanto, las otras dos patas del sector, los paquetes turísticos y los billetes de avión, acumulan bajadas de entre seis y 20 puntos en apenas un año como consecuencia de una reducción de la demanda entre cuyas causas destacan las restricciones a la movilidad y los cambios de hábitos por la pandemia, que han animado el turismo interior y desincentivado los viajes colectivos en toda Europa.

"Los precios de los hoteles están en niveles anteriores a la pandemia"

Fuentes de Exceltur, la principal patronal del sector turístico, calificaron de "prometedor a partir de julio" el panorama aunque con la excepción del mercado británico, para el que las Islas Baleares son por ahora el único destino oficialmente declarado seguro.

"Tampoco nos consta que estén subiendo los precios, sino más bien lo contrario", señalaron las mismas fuentes, que destacaron cómo los hoteles están aplicando "unas excepcionales condiciones de flexibilidad en cuanto a cancelaciones sin apenas coste, para tratar de captar reservas".

Gómez: "Los del año pasado no eran precios reales, y ahora se está volviendo al equilibrio entre oferta y demanda"

María Gómez Campillo, responsable de relaciones externas de CentraldeReservas.com, por el contrario, ratifica el aumento de precios que registra el INE, aunque con matices: "los hoteles están en niveles anteriores a la pandemia, aunque el efecto es el de una subida aparentemente importante. Eso se debe a que el año pasado bajaron a niveles de hace tres o cuatro años porque estaban desesperados. Los del año pasado no eran precios reales, y ahora se está volviendo al equilibrio entre oferta y demanda".

También han cambiado algunos hábitos de los usuarios, como una mayor tendencia a hacer reservas con tiempo y una concentración del periodo de veraneo entre los meses de julio y septiembre cuando antes la temporada comenzaba en mayo y se prolongaba hasta octubre.

"No queda margen para hacer ofertas"

"Este año no hay tantas ofertas de última hora. Sigue habiéndolas, aunque en menor cantidad que otras temporadas porque no hay tanta disponibilidad de plazas", señala Gómez Campillo, que anota que "la vacunación está retrasando la demanda y concentrándola".

A eso se le suma el hecho de que parte de los hoteles siguen sin abrir, lo que reduce la oferta, y también un aumento de los costes de limpieza y de higiene como consecuencia de la pandemia y por tratarse de alojamientos colectivos. "No pueden hacer tantas ofertas de última hora como otros años porque se quedan sin margen", añade.

Paralelamente, las estancias se han prolongado para acercarse a los ocho días de media frente a los cinco o seis de los años previos a la pandemia, lo que achica un poco más el parque disponible, al tiempo que el gasto medio sube ligeramente, en línea con el encarecimiento detectado por el INE.

Diferencias en todos los ejes del alojamiento

En ese escenario, un rastreo por las webs de buscadores de alojamiento arroja notables diferencias de precios en todos los ejes: julio-agosto, playa-interior y hotel-apartamento.

Así, los 900 euros que cuesta pasar la segunda quincena de julio en un hotel de Benidorm se encarecen un 10% para los últimos quince días de agosto, en ambos casos con el precio más caro por encima de los 3.100. Por el contrario, los apartamentos y pisos turísticos arrancan en los 1.100 para bajar a 1.000 mientras los topes se disparan por encima de los 4.500 en agosto.

Ibiza pulveriza los registros de los precios de los hoteles

Ibiza pulveriza esos registros, con hoteles que suman 600 euros a los 1.000 iniciales en la gama baja mientras la alta se dispara de los 5.000 a los 6.000, y con apartamentos inaccesibles por menos de 1.700 en julio y de 2.000 en agosto; en ambos casos, para la segunda mitad.

En el interior, Sanabria, en Zamora, ofrece precios de salida no muy alejados de los anteriores en el caso de la hostelería, con la segunda quincena de julio por debajo de los 1.100 para restar cien en la de agosto mientras las propuestas más caras se quedan por debajo de los 1.400 y ligeramente por encima de los 1.500 en esos mismos meses.

Por el contrario, los apartamentos se encarecen en unos 350 euros del primer periodo al segundo (de 750 a 1.100) por la cota baja para caer en 700 (de 2.200 a 1.500) por la alta.

El sector ha perdido la quinta parte del mercado

En cualquier caso, y por mucho que vayan a predominar los viajes de interior, los resultados globales del sector turístico español, que llegó a generar una sexta parte del PIB en las vísperas de la pandemia, cuando llegaban más de 80 millones de turistas por ejercicio, seguirán este año lejos de aquellos registros.

Los datos del INE revelan que en los cuatro primeros meses del año, entre enero y abril, España recibió 20 millones de visitantes menos de los que llegaban en los años previos a la pandemia, lo que supone casi una cuarta parte del mercado, lo que provocó una merma de más de 19.000 millones de euros (de más de 21.000 a menos de 2.000) en la caja del sector.

Las restricciones de Reino Unido invitan a despedirse, por otro lado, del grueso de una aportación que en 2018 y 2019 rondó los 18.000 millones de euros y que el año pasado se quedó en apenas 3.100. Por sí sola suponía la cuarta parte del total.

Esa menor afluencia de visitantes está teniendo efectos de arrastre, a la baja, en otros sectores como los del transporte y, especialmente, en el complejo agroalimentario, en el que ramos como los del pan y la bollería industriales o los de la cerveza y el vino sufren las consecuencias de una merma de la demanda tanto interior como del turismo internacional.

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