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Eduardo Adrianzén: "El nivel de ambición en Perú es muy parecido al de hace 200 años, en tiempos de la independencia"

Simpatizantes del presidente electo de Perú, Pedro Castillo, y su vicepresidenta Dina Boluarte, se congregan bajo un balón para recibirlos en la Plaza San Martín, luego de recibir las credenciales de sus cargos el pasado 23 de julio, en Lima (Perú).
Simpatizantes del presidente electo de Perú, Pedro Castillo, y su vicepresidenta Dina Boluarte, se congregan bajo un balón para recibirlos en la Plaza San Martín, luego de recibir las credenciales de sus cargos el pasado 23 de julio, en Lima (Perú).  EFE

El guionista y dramaturgo Eduardo Adrianzén es el autor de la serie El último bastión, donde relata los entretelones de la independencia de Perú con motivo, ahora, de su bicentenario. ¿Cuánto se parece la nación de entonces a la de hoy? El escritor responde a Público en vísperas de que el maestro Pedro Castillo se convierta en presidente el 28 de julio. Se repite la historia.

El último bastión, la primera producción peruana distribuida en Netflix, ha cosechado un gran éxito porque nos recuerda a los peruanos quiénes éramos y quiénes seguimos siendo. Ambientada en los años de la independencia (se proclamó el 28 de julio de 1821), relata las relaciones entre los colonizadores españoles y los patriotas (luchadores por la independencia). Esta serie de 35 capítulos, basada en un importante trabajo de documentación histórica —producida por María Luisa Adrianzén y dirigida por Marco Moscoso—, expone sin tapujos el conservadurismo de la época, la religiosidad, los prejuicios, el racismo, la corrupción, la desigualdad y las luchas sociales. Y, sobre todo, deja claro que Perú sigue siendo una nación en construcción 200 años después.

En una entrevista con Público, el guionista de El último bastión, Eduardo Adrianzén afirma que Lima, la conservadora y tradicional Ciudad de los Reyes o capital del Virreinato del Perú, no ha dejado de ser una "comarca virreinal". En 1821, sus élites hicieron todo lo posible para evitar que el libertador José de San Martín proclamara la independencia, y dos siglos después, los fujimoristas y la extrema derecha han hecho lo mismo -con las herramientas del siglo XXI- para intentar a toda costa que Pedro Castillo, un maestro rural de izquierdas que ganó las elecciones el 6 de junio, no fuera proclamado presidente. El país sudamericano también revive el temor que desató el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado (1968-1975), cuya historia está reflejada en el documental La revolución y la tierra, cuando su reforma agraria, así como la reivindicación de los campesinos y los pueblos andinos, a los que el general escuchó, configuraron una nueva nación que muchos aplauden y otros tantos repudian.

Al fin, después de mucho suspenso, hay un presidente. ¿Qué opina de la proclamación de Pedro Castillo?

Esto debió haber sucedido 4 días después de la segunda vuelta, el 10 de junio, como tarde; pero han sido semanas de boicot. Tengo la sensación de que los fujimoristas y sus aliados han tratado de reventar todo. Yo creo que sabían perfectamente que ya habían perdido y lo que han hecho es desplegar una estrategia pensada para deslegitimar, en lo posible, al gobierno entrante y tener el pretexto perfecto para su autonarrativa de boicotear y de hacer polvo todo lo que venga. Lo hicieron con PKK [expresidente Pedro Pablo Kuczynski destituido por el Congreso de mayoría fujimorista].

¿Lo que podría pasar ahora con el 'fujimorismo' es una película que ya hemos visto?

La primera vez que pasó esto fue en 2016. ¡Mira cómo es el destino! Keiko Fujimori perdió por un porcentaje mínimo, casi igual al de ahora. Es impresionante. El Perú es una novela, es una cosa rara, tiene cosas simbólicas, es muy loco todo. Sin embargo, nadie en la calle dijo nada, ganó PPK y lo asumieron, pero Fuerza Popular (partido de Keiko Fujimori) fue a hacer ver que les habían robado la elección y fueron tan brutos que, teniendo 73 congresistas —de un total de 130—, pudieron haber hecho una labor congresal sólida y buena para ganar ahora.

Sin embargo, no lo hicieron, y han demostrado su esencia. Solo en una fantasía podrían haberse convertido en un buen partido de derechas, con una determinada política, pero no ser lo facho que es. Aquella vez fue 'vamos a fregar, vamos a fregar, vamos a fregar y lograremos tumbar a PPK' (y lo lograron). Ahora, como ya se asume que han perdido por tercera vez, no van a ganar más. Entonces, ahora podrían pensar 'voy a fregar porque ya no tengo nada que perder'. Es perverso, '¡muera Sansón y todos los filisteos!', 'reventaré al país, lo destruiré, porque ya no me importa nada'. Y si, para eso, Perú tiene que ir a una guerra civil y hacerse polvo todo, les importa medio pepino encurtido. Su pensamiento es "perdí y ahora van a ver".

¿Qué pretendía el 'fujimorismo' al intentar convertir su denuncia de un fraude que nunca probaron en un asunto internacional?

En la OEA (Organización de Estados Americanos) los han recibido como quien recibe al tío loco de la familia. Es una performance en la que el fujimorismo ha demostrado su maldad. Pero esto es solo para su cogollo; les sirve para mantener una narrativa de fraude que van a usar como pretexto para dinamitar lo que puedan. Esta es la narrativa de un grupo pequeño, el fujimorismo o Rafael López Aliaga (líder del ultraderechista Renovación Popular), pero en realidad la gente está harta. El votante, hasta el que eligió a Keiko en la segunda vuelta, ya está cansado y la mayoría quiere tranquilidad, estabilidad, paz, chamba (trabajo) y orden. Yo no creo que la mitad del Perú está contra Castillo, yo creo que el 90% del Perú está a la expectativa y con esperanzas, y deseando paz.

Pero el 'fujimorismo' no parece ser la única amenaza contra Castillo, hay más elementos alrededor de los 73 congresistas 'fujimoristas' y obstruccionistas; y Renovación Popular propone al derechista Jorge Montoya para presidir el Congreso.

Sí, su sueño húmedo siempre ha sido que el Congreso esté presidido por alguien de su grupo. Ahora, sin la menor duda, para enfrentar a Castillo de una manera desembozada, porque hay un discurso de odio radical y de odio frontal que no podían tener con PPK, porque —mal que bien— PPK era tan de derechas como ellos. Ahora es muy distinto con Castillo, al que llaman "comunista maldito", que viene de Cajamarca (zona rural andina) y es un desconocido absoluto de las élites. Un sindicalista del Sutep (Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú), ¡Madre mía! ¿Qué tiene que ver con los señorones del Club Nacional?

¿Qué cree que va a ocurrir después de que Keiko Fujimori haya enviado el mensaje ambiguo de que aceptaba los resultados pero Castillo era un presidente ilegítimo?

La señora puede decir cualquier cosa. Los fujimoristas siempre, desde que aparecieron en la escena política, han dicho lo que les dio la real gana y nunca se les puede creer una palabra. Yo no entiendo por qué alguien puede creerles. Quiero que entiendan que Fuerza Popular es un grupo político cuyo único objetivo es salvarse de la cárcel y evitar que le descubran todo su prontuario (delictivo) y por eso harán, literalmente, cualquier cosa. Si tienen que reventar el país, lo van a hacer. A Fujimori tampoco le importa que la llamen mafiosa. Mi sensación es que la única forma de librarse de ella será que un día el FBI o la DEA la agarren por vínculos con el narcotráfico en EEUU. Yo estoy seguro que al final esa va a ser la historia.

Usted se ha referido a Lima como una "comarca virreinal". Aunque hoy parezca irreal esta pregunta, ¿qué similitudes encuentra entre la sociedad peruana -o limeña- de 1821, la de 'El último bastión', y la actual?

Hay algo muy concreto: todos los alaridos y el caos han venido, básicamente, de Lima. Yo no he escuchado que en otras regiones haya habido gente dando alaridos de "resistencia" o "fraude". Es una reacción típicamente de comarca virreinal limeña, porque era la capital del virreinato del Perú y se maneja todavía con esa mentalidad.

"Las élites no pueden ni quieren aceptar como presidente a Castillo. Hay racismo, pero también clasismo"

Desde el gobierno del general Velasco no pasaba algo así, que aparezca un equis a decirle a las élites que él es el primer poder del Perú. Enloquecen, hay una rotura mental de no entender por qué está pasando esto, si no es una persona que pertenece a los círculos que siempre han manejado este país. Las élites no pueden ni quieren aceptar como presidente a Castillo. Hay racismo, pero también clasismo. Los expresidentes Alejandro Toledo y Ollanta Humala eran también considerados 'cholos' o mestizos, pero uno tiene el "filtro" de haber pasado por Harvard, estar casado con una mujer belga, ser de derechas; y el otro era un militar, egresado del colegio francoperuano, con familia profesional de clase media.

Castillo, sin embargo, es un profesor de pueblo, en Chota. Su experiencia está en el sindicalismo y no se quita el sombrero campesino ni para ir al baño. Entonces, hay una incapacidad de entender que ese señor es ahora el primer poder del estado y hay una cuestión visceral: ¡esto no puede estar pasando!. Ocurrió también cuando Saturnino Huillca (líder campesino cuzqueño de mediados del siglo XX) entró al Palacio de Gobierno, invitado por Velasco, y un montón de señores no pudo tolerar que un indio con ojotas y poncho estuviera ahí. Les parecía una cosa increíble de creer. Aquí un blanco puede ser un animal cuadrúpedo con medio gramo de cerebro y lo van a perdonar. En cambio, con Castillo, hay un elemento racista de terror.

¿Y esto ocurre en la sociedad limeña de 2021?

Literal. En 1821, la república se funda sobre los criterios de la élite blanca criolla, letrada, con dinero, un grupo chiquito al que el resto del Perú le importaba un nabo. Pero hay que contextualizar: en aquellos años se consideraba lógico que esos señores tuvieran el poder y decidieran por el resto. Pero en el siglo XXI ya no se puede ser así. El problema es que hay unos que piensan igual que hace 200 años.

¿Hay similitudes entre la llegada al poder de Castillo y cuando lo hizo en 1990 Alberto Fujimori (padre de Keiko, encarcelado por corrupción y violación de los derechos humanos)?

Lamentablemente, sí, se parecen a Castillo en que llegaron al poder sin saber cómo lo hicieron. Así fue lo de Fujimori en 1990, cuando le ganó a Mario Vargas Llosa. No creo que Castillo pensara que iba a ser presidente cuando postuló. Recién empezó a pensarlo cuando vio que estaba creciendo en las encuestas al final de la primera vuelta. Creo que ha ido armando todo a trancazos y viene de un partido que es cualquier cosa.

¿Qué va a pasar en Perú con Castillo como presidente?

Al margen de que no sabemos si este gobierno va a ser un desastre, pasable o hasta bueno, ya hay una cosa irreversible: el imaginario cultural, de país, ha sufrido un choque pensando a futuro. Es interesante, al margen de cómo le vaya a Castillo, que en el bicentenario de la independencia un señor de Cajamarca, el lugar donde el conquistador Pizarro y el inca Atahualpa se enfrentaron y se fue al diablo todo, sea presidente, un señor que no usa terno (traje y corbata) y usa sombrero. A mí me encantaría que llegara a caballo al Palacio de Gobierno o a su juramentación, me parece genial, yo quiero esa foto. Al margen de cómo le vaya, soy un hombre que vive mucho de las imágenes y la cuestión individual me parece interesante en el imaginario colectivo. El empoderamiento de mucha gente postergada es un avance. Ojalá que no defraude.

¿Se sostendrá su gobierno?

A muchos les preocupa que ahora sean los yanaconas (indígenas que sirvieron a la nobleza en el imperio inca, es decir, siervos de aquellas clases altas) los que mandan ahora. Por algo será que Perú es el país más conservador de Sudamérica, con gente orgullosa de ser así, lo que me parece delirante. Es vergonzoso estar orgulloso de tanta ignorancia. Aquí crían gente para tener problemas en el resto del mundo con una forma de pensar tan arcaica. No crían ciudadanos del mundo, sino gente que vive en su capilla de prejuicios y de cólera. Es un problema de tradición y tiene que ver con que Perú era centro del virreinato. Y Lima era la capital orgullosa de estar más conectada con España que con Cuzco. Hay políticos de derecha que creen en el mundo que conocieron y les enseñaron; y el resto, los yanaconas, solo deben obedecerlos.

"Tenemos la derecha más bruta del continente"

Hay una idea de la imposibilidad de la horizontalidad en el Perú que viene de castas que piensan que ellos son personas y los otros son menos. Tenemos la derecha más bruta del continente. Lo que puede pasar es que acorralen tanto al nuevo gobierno que, por una cuestión de reflejos, podría hacer cosas cuestionables, como cerrar el Congreso. La fantasía de la ultraderecha es acorralarlo para que se vuelva un radical, levantar a la gente, alentar a una guerra civil, bombardear todo. Esta casta de políticos que anuncia de frente que tratará de destruirlo no tiene el menor escrúpulo, hay una impudicia en sus objetivos lamentable. El país les importa un pepino. El nivel de angurria y ambición es muy parecido al de hace 200 años, cuando se dio la independencia.

¿Cómo es Castillo? No da entrevistas, no sabemos quiénes van a ser sus ministros.

Castillo es un enigma porque no habla. Quizás no lo hace porque sabe que lo van a hacer polvo, pero asusta a la gente. A mí también me genera mucho temor. La cautela tiene un límite. El señor se maneja de forma distinta y le importa un rábano lo que piense la prensa limeña, creo que da por hecho que lo odian y la manera en la que lo han tratado debe haberlo herido, en eso lo comprendo, pero tiene que entender que el juego de la información tiene que pasar por todos los periodistas, aunque le caigan mal. Una cosa es dar un balconazo delante de tus fans, pero no es así la vida. Y él, aunque no le gusten las cámaras de televisión y se sienta incómodo, es muy bueno hablando en plazas. Tenemos que saber de quién se va a rodear, en quién va a confiar.

Hay mucha polarización. ¿Qué va a pasar con los peruanos que no se sienten identificados ni con Keiko ni con Castillo?

Lo que debemos hacer es lo de siempre: chambear, chambear, chambear (trabajar) y buscar espacios para poder hacerlo en paz. Nadie ha votado por una gran revolución, sino porque las cosas puedan mantenerse en paz, tranquilas. Se percibe un feeling izquierdoso, pero una práctica derechosa. Al peruano, en general, le gusta vivir dentro de esa calma chicha que no es ni una cosa ni la otra. La gran mayoría de gente está harta de que la quieran fregar por cualquiera de los dos lados.

"Tenemos una burguesía a la que el país non le importa"

Hay que hacer presión para que se invierta en el país, para que la gente que tiene dinero lo haga y deje esa estupidez de 'me largo del Perú'. Que generen trabajo, chamba y dejen de pensar que quieren ganar el 3.000%, 'y si no me deja el comunista maldito, me largo'. Ahí te das cuenta del grado de patriotismo de la élite de tu país. Es el mismo grado de patriotismo de la élite en tiempos de la guerra con Chile, que se largaron cuando pudieron. Acá tenemos una burguesía a la que el país no le importa, ese es el subdesarrollo. Es lo que pasa en países que no entienden que tienen que ser un país. Eso es lo triste. Tenemos una historia muy difícil que siempre ha estado entre dos fuegos y convive con tensiones muy duras de racismo y exclusión. Entonces, el peruano lo que quiere es que se le reconozca como un igual, con derecho a mejorar; quiere lo elemental en cualquier sociedad digna de ser llamada así y no una jungla de caníbales. Nada más.

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