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Entrevista Don Winslow: "La democracia en Occidente está cansada"

L'escriptor Don Winslow.
El escritor Don Winslow. Público

El autor de la trilogía El Cartel y El poder del perro reflexiona sobre la violencia, las drogas y la política. A Winslow le preocupa especialmente el auge de movimientos fascistas y supremacistas blancos.

Una gripe común, no el coronavirus, ha impedido que Don Winslow (Nueva York, 1953) viajase a Barcelona para recoger el Premio Pepe Carvalho de Novela Negra 2022. Aún así, ha ofrecido la posibilidad de realizar las entrevistas previstas por videollamada, y entre alguna tos y un poco de carraspera el autor de El poder del perro responde con paciencia y reflexiona sobre los tentáculos de violencia. Winslow ha dedicado más de 20 años a investigar el narcotráfico mexicano, y la mayoría de sus libros son el resultado de una inmersión profunda a una realidad que se ha prometido no volver a visitar.

¿Qué significa para usted haber sido distinguido con el Premio Pepe Carvalho de Novela Negra 2022?

Significa mucho para mí, me parece increíble y a la vez me intimida un poco porque miro la nómina de los ganadores y me siento un poco… y sobre todo me pone triste no haber podido estar ahí, me hubiera gustado mucho. Durante años he recibido mucho apoyo en España y en Europa. Cuando en Estados Unidos no vendía ni un libro, Europa me apoyó mucho, por eso recibir este premio es tan bonito para mí.

En su discurso para agradecer el premio también se declaró un gran amante de 'Don Quijote de la Mancha'.

¡Sí lo soy! ¿Te sorprendió?

Pues sí, para ser honesta me esperaba cualquier cosa, pero no que hablase del Quijote.

Te cuento: en el año 1996 llegué a la conclusión de que mi educación era bastante limitada. Había estudiado sobre África, pero eso es todo, y luego estuve en Kenia de guía de safaris fotográficos. Y en un momento dado me sentí ignorante, pensé: Eres un escritor y no sabes nada de literatura. Leí a Shakespeare de pequeño, pero poco más. Y me hice una lista de libros que tardé siete años en leer. Y el Quijote estaba en la lista y lo leí. Luego, este último verano, lo leí de un modo distinto, cada día un capítulo. Lo leí por diversión. Cada día, después del desayuno me sentaba en el porche delantero a leer un capítulo, y descubrí un libro diferente. Descubrí el humor, pero sobre todo la compasión.

Lleva meses combinando la escritura con los Don Winslow Films, unos vídeos en los que es muy crítico con Donald Trump. ¿De todo ese material puede salir un libro?

Creo que no. El libro The Border (La Frontera) lo escribí durante la Administración Trump y pensé que era tonto crear un personaje de ficción para emular a Trump. La vida real ya es suficiente, supera a la ficción, aunque ya sabes: nunca digas nunca.

Los temas de sus libros son duros. Cuando se escribe de lo que escribe usted, ¿qué es lo más difícil?

Escribo de cosas que acabo conociendo bien, que me llegan al corazón y lo más duro es la violencia. Cuando escribía los libros sobre el cartel mexicano no había nada de lo que sucedía en los libros que no sucediese en la realidad, nada, todo era real. Pasé con ese tema 23 años y a veces me sentía como un voyeur, y siempre me preguntaba si estaba consiguiendo escribir una historia realista o sólo conseguía ofrecer pornografía de la violencia, hay una delgada línea que lo separa. Por un lado, no quería hacer una crónica, y por el otro no quería quedarme en la superficie.

Y mientras escribía esos libros cientos de miles de personas morían asesinadas en México, y cientos de niños, y la mayoría de los americanos, ya me perdonarán, miraban para otro lado y no hacían nada, y yo quería contar lo que ocurría en términos muy gráficos. Y eso era lo más duro. Cuando escribes ficción de este tipo detrás hay mucha documentación y pasas días y semanas mirando vídeos y fotos de autopsias, de crímenes, de atrocidades… y siempre intentaba saber los nombres de las víctimas, no para usarlos, sino por humanidad. Y acabé sabiendo un montón de cosas que tenía claro que no iba a escribir. Mentalmente todo eso te mina.

Después de publicar 'El cartel' dijo que no iba a volver a tratar el tema del narcotráfico. ¿No tiene tentaciones de volver al tema?

Después de El cartel me prometí a mí mismo, a mi mujer y a mis amigos más cercanos que no volvería a tratar el tema del narcotráfico porque era demasiado doloroso. Pero luego Trump fue elegido y los republicanos empezaron a decir cosas horribles sobre los mexicanos, que son mis amigos y mis vecinos. Y no puedo volver a escribir sobre eso, pero sí sobre la inmigración, sobre la crueldad y la gran mentira sobre el muro. ¿Cómo podían decir que el muro evitaría el tráfico de drogas? El muro no hará nada. Pero es la foto fácil, hagamos un muro. Y la historia la conozco, y no es por ser poco modesto, pero hay pocos escritores de ficción que conozcan tan bien esta historia como yo. De ahí salió La frontera. Los titulares son fáciles, pero lo que hay que contar es la historia de ese niño de 10 años que cruza la frontera. La crisis del opio ocupa muchos titulares, pero como escritor te centras en la historia de una joven adicta a la heroína. Y mientras escribía La frontera murieron cientos de jóvenes por sobredosis, y aun así tú sigues intentando hacer un buen libro.

¿Cómo es su método de trabajo?

Lo de escribir me lo tomo como cualquier otro oficio. Es como ir a la fábrica: me levantó a las cinco de la mañana, a las 5.30 ya estoy en mi mesa de trabajo, paro para almorzar con mi mujer, salimos a pasear y vuelvo a trabajar hasta que oscurece. Y esto durante cinco días a la semana. Ahora nuestros hijos ya no están en casa, pero nunca cerré la puerta, para mí el rol de padre es más importante que el de escritor. Así que antes era más flexible con este horario; si ellos querían jugar, paraba y luego continuaba trabajando.

En más de una ocasión ha repetido que la solución para terminar con el narcotráfico es la legalización de las drogas. ¿Sigue pensando lo mismo?

Sí, sí. Si durante casi sesenta años no se ha logrado solucionar el problema -de hecho ha empeorado-, ¿por qué no se toma una solución distinta? Lo de las drogas es un problema de salud, no es un problema militar… Si lo que queremos es declarar la guerra contra las drogas (porque a los americanos nos gustan mucho las analogías militares), perderemos, la prohibición no es el camino. Ahora, si declaran la guerra contra el cáncer, ¡vamos! ¿dónde hay que firmar? No pararemos la circulación de sustancias ilegales, sean drogas, alcohol, lo que sea. Lo que debemos preguntarnos es por qué la gente las quiere. ¿Cuál es el dolor, qué es lo que va mal? El opio se utiliza para el dolor, como la morfina, pero exceptuando esos usos, ¿por qué la gente quiere esas sustancias? No hacemos esa pregunta y deberíamos hacerla. Y yo no soy ni psicólogo, ni sociólogo, soy solo un maldito escritor, pero, en mi opinión, creo que la gente toma esas sustancias por culpa de la soledad. La covid ha sido un laboratorio para estudiar muchas cosas. El consumo de la heroína había disminuido, Trump fue elegido, llegó la pandemia y el confinamiento y el consumo de heroína volvió a subir en los Estados Unidos. A veces creo que el problema lo provocan procesos de soledad en medio de una sociedad ambiciosa que sólo persigue el dinero.

Cambiando de tema, ¿está al día de la situación política de Europa?

Abriendo un poco el foco me parece que la democracia en Occidente está cansada, los valores que teníamos como sacrosantos están siendo desafiados por mecanismos autoritarios, pienso en Putin, en Hungría, en fascismos que van apareciendo, y no quiero ser pretencioso, no soy un experto en el tema, pero esos movimientos fascistas van surgiendo en muchos puntos del planeta y es muy preocupante. Y en Estados Unidos no es nuevo, pero ha habido una eclosión provocada por haber tenido un presidente narcisista y sociópata. Trump ha alentado el supremacismo blanco y la situación es muy preocupante. Aunque ahora soy un poco más optimista respecto al futuro que hace un par de meses. La elección de Biden fue en un momento clave de la historia norteamericana y para la democracia en sí misma. Hay que tener en cuenta que Trump intentó robar las elecciones y que respondió con violencia.

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