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Gerardo Tecé: "Denunciar la corrupción en el PP es tocar lo sagrado"

Gerardo Tecé, periodista y columnista en 'CTXT'
Gerardo Tecé, periodista y columnista en 'CTXT'. Cedida por el autor

Confiesa Gerardo de la Torre Cortés (Fuente Obejuna, Córdoba, 1982), más conocido como Gerardo Tecé, que él no quería. Que lo de publicar un libro se le iba un poco de las manos. "Me parecía algo como tallar en piedra, una cosa como muy de ego", explica al otro lado del teléfono. Finalmente dio el paso y el resultado es España, óleo sobre lienzo (Escritos Contextatarios, 2022), un libro que reúne una selección de su producción en CTXT, siete años de columnas y crónicas que, leídas del tirón, nos brindan un buen fresco no sólo de lo que somos (que también), sino de cómo hemos llegado hasta aquí.

Cientos de columnas y crónicas después, ¿qué ha sacado en claro?

Se me ha evidenciado eso que Pedro Vallín explica tan bien y que él llama Estado profundo. Da la impresión de que todo lo que nos ha pasado en los últimos siete años es una sucesión de oportunidades que han sido desbaratadas. Como si la bestia que guarda el Estado hubiera despertado y estuviera más presente que nunca. De hecho la expulsión de Casado ha sido como una suerte de broche de oro.

¿En qué sentido?

Pues que se puede entender que la bestia cargara contra Podemos, a fin de cuentas suponían una amenaza para determinados poderes económicos, pero ahora con Casado parece que se ha permitido el lujo de decidir quién manda dentro de un partido que ya controla de por sí.

¿Cree que la bestia se ha decantado por el 'trumpismo castizo'?

Sí, yo tengo claro que sí. Hay un sentir en la derecha que consiste en asumir que estaban diciendo y haciendo cosas que no les gustaban con tal de que ser homologados como un partido demócrata. Ahora han dado un golpe en la mesa y se han dado cuenta de que pueden decir las cosas que realmente piensan sin que les pase factura.

¿Le ha sorprendido la carniceria 'pepera'?

La he disfrutado. Si una cualidad tiene la derecha es la de guardar las apariencias. Ellos tradicionalmente no montan escándalos, han sido siempre capaces de perpetrar auténticos asesinatos pero entre bastidores. Es algo que les viene heredado de las familias ricas, que se están matando por la herencia pero de puertas hacia fuera son todo sonrisas. Hemos vivido una cosa muy salvaje, un partido político abierto en canal, hemos visto sangre, intestinos, traiciones... Esto es habitual en la izquierda, pero no en el Partido Popular. Hemos presenciado un golpe de Estado en el PP y como tal lo he disfrutado.

Una lucha de bandos, pero no de ideas...

Lo que demuestra que en realidad se disputaban el poder, el poder por el poder. Un movimiento de la parte ultra del partido ha terminado con la parte más moderada. Pablo Casado ha cometido la traición mayor que se puede cometer en el PP, que es denunciar desde dentro la corrupción del partido, que en esencia es su razón de ser. Ha quedado demostrado que denunciar la corrupción en el PP es tocar lo sagrado.

¿Caímos como periodistas en la trampa del politiqueo?

Creo que tanto la izquierda como los medios de izquierda no tienen capacidad de generar una conversación en la barra de un bar, algo que sí tiene la derecha y su escudería mediática. Esto es algo que nos exime un poco a los que trabajamos en medios de izquierdas. En mi caso además tengo la suerte de ser periférico...

¿A qué se refiere?

Pues que soy cordobés y vivo en Sevilla, esto me facilita el trabajo porque me evita tener que empatizar con nadie, digamos que me da cierto margen no tener ningún tipo de vinculación con la clase política.

Andan un tanto crispados...

Mucho. Creo que hemos de recuperar la política, porque lo que tenemos ahora es otra cosa, llámalo guerra cultural o guerra civil propagandística, pero no está habiendo debate y con el trumpismo es imposible. 

Lo cotidiano se aceleró de un tiempo a esta parte, ¿no cree? Por momentos parece que la actualidad está guionizada...

Pensábamos que la Historia había terminado y de repente una pandemia como hace un siglo y una guerra. La Historia se ha acelerado, todo pasa y lo hace además a una velocidad de vértigo. Creo que en este contexto nuestro trabajo como periodistas es ver dónde estamos, situar al lector, contextualizar.

¿Qué papel puede jugar el humor en todo esto?

En mi caso es muy importante. Muchas veces me quedo atascado porque lo que estoy escribiendo es como un sermón y para eso no estoy. Mi tarea es darle un poco de color a lo que sucede, aportar algo distinto, creo que para eso el humor es fundamental. Hay situaciones que sin el humor son muy difíciles de explicar, la política española y este país en general es muy dado al surrealismo, a escenas berlanguianas que si no es con comedia no puedes abordar. Vivimos en una sociedad que nos machaca en lo laboral, nos dificulta la conciliación y tantas otras cosas, no creo que los que escribimos estemos para dar sermones.

¿Qué tal lidia con el odio?

Siento que el odio, al menos el que supuran las redes sociales, tiene un efecto manada. Es algo muy nocivo e irracional, pero a poquito que le pinches te das cuentas de que no va a más. Creo sinceramente que es una burbuja bastante inflada la del odio, que no hay tanto de realidad. Antes Twitter era un espacio como de reserva natural, pero con el tiempo se ha ido se fue encallando cada vez más. El debate político en España ha cambiado mucho, la llegada de la ultraderecha ha tenido que ver con esto, con que todos nos hayamos replegado, con que todos hayamos perdido el sentido del humor y la autocrítica.

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