Público
Público

Flamenco Soleá Morente: "No soporto el clasismo ni la opresión del poder"

La cantante Soleá Morente, autora del disco ‘Aurora y Enrique’.
La cantante Soleá Morente, autora del disco ‘Aurora y Enrique’. Alfredo Arias / Cedida


Soleá Morente (Madrid,1​985) rinde homenaje a sus padres en Aurora y Enrique (Elefant Records), un disco de interior, pero luminoso y vital. Concebido en su casa familiar de Granada durante el confinamiento, la cantante ha escrito y compuesto un álbum íntimo y confesional, desnudo y bello, alejado de sus anteriores trabajos. Un canto de amor a Aurora Carbonell y a Enrique Morente, revolucionario del flamenco que, como su hija, nunca temió la heterodoxia ni la experimentación.

¿Un disco de amor, claro, aunque también de duelo, de homenaje, de recogida y silencio, de luz...?

Todos esos elementos están en el disco. Es un viaje emocional que abarca esas emociones y la aceptación de la ausencia. He intentado ponerme en el lugar de mi madre para entenderla y mimetizarme con su estado: ¿cómo supera una persona enamorada ese vacío?, ¿qué le ocurre al que se queda en la tierra amando?

Pienso en ella y me digo: "¡Qué capacidad tiene el ser humano de regenerarse, de tirar hacia adelante y de encontrar motivaciones cuando parece que ya no las hay!". Me parecía muy interesante la superación y el amor propio. Hay luz, esperanza e ilusión: se va alguien amado, pero cuántas cosas te deja. También he reflexionado sobre qué se lleva de ti…

Ha logrado componer un disco luminoso a la sombra de las paredes de su casa.

La pandemia fue difícil para todos y necesitaba volver a ilusionarme. Buscaba la inspiración y me apetecía reflejar ese estado de ánimo melancólico, pero no triste. Ya decía José Bergamín que la melancolía es la alegría de la tristeza.

Se inspiró escuchando música y leyendo en la casa familiar de Granada. ¿En qué libro encuentra a su padre?

Tiro mucho de material que le ha servido a él. Encuentro libros subrayados y busco señales: ¿qué vería mi padre aquí? Dejo que el azar me lleve y, sin pretenderlo, me lo encuentro.

En su trabajo anterior, Lo que te falta, se pone rumbera y —rumbo a María Jiménez— le cae encima una pandemia.

Esas cosas que me suelen pasar... [risas]. Hice un disco para bailar y venirse arriba, con un sonido poco procesado y nacido de la improvisación, y de repente tuvimos que encerrarnos en casa, justo cuando se publicó. Al principio no lo llevé bien, porque había puesto mucho en ese álbum.

En cambio, esa situación impulsó la creación de Aurora y Enrique, escrito y compuesto por usted, aunque más desnudo que de costumbre.

Antes me gustaba viajar de un lado a otro y encontrarme en ese transcurso de intercambio con diversos compañeros. Sin embargo, ahora todo el proceso de creación lo hemos llevado a cabo los mismos músicos y ha resultado más íntimo y ordenado.

En eso se parece a su padre: no le tiene miedo a los virajes ni a los bandazos.

Es algo que va en mi persona y en mi oficio. Necesito el riesgo, porque si no me aburro. Que me ocurran cosas… No entiendo la creación de otra manera. Por eso me gusta moverme entre el designio y el azar, la fiesta y la templanza, lo digital y lo analógico, el flamenco y músicas que no tienen nada que ver con él.

Siempre ando dividida y quizás lo he podido heredar. Afortunadamente o no, porque también lo pasas mal, pues no te conformas nunca y siempre estás en continuo estado de cambio y en tierra de nadie, buscando algo único, propio y diferente.

El apellido es una bendición, pero ¿puede ser también una losa? Morente se escribe con letras muy grandes.

Morente son palabras mayores. No es una losa, sino una responsabilidad muy grande. Mis dos hermanos y yo hemos heredado esa afición por el arte y hemos hecho de ella una profesión, que para nosotros es sagrada. Hay algo que yo no oculto, ni niego, ni intento disimular: si no fuese hija de Enrique Morente, a lo mejor no estaría hablando aquí y ahora. No es fácil vivir de lo que a uno le gusta y mucho menos en el arte y la cultura.

Es un arma de doble filo, porque se me han abierto muchas puertas, pero para llevar el apellido debes tener sentido de la responsabilidad y fuerza de voluntad. Mi trabajo ocupa casi el 80% de mi vida. Estoy entregada completamente, con los cinco sentidos, a mi oficio y a mi evolución, porque al mismo tiempo me hace evolucionar como ser humano. No es fácil, pero estoy agradecida de haber tenido la suerte de ser la hija de un genio.

La cantante Soleá Morente, autora del disco ‘Aurora y Enrique’.
La cantante Soleá Morente, autora del disco ‘Aurora y Enrique’. Alfredo Arias / Cedida

Hubiésemos perdido a una artista y quizás ganado a una profesora de Lengua y Literatura.

A veces, cuando aprieta la vida en el mundo del arte, pienso que tendría que haber hecho caso a mi padre. Me animaba a hacer música, pero también me decía: "¿No te llaman la atención unas oposiciones y una vida más tranquila?". Sin embargo, en mi casa todos vivían la adrenalina del escenario y no lo hice, aunque no lo descarto del todo, porque amo la carrera que estudié.

En el corto de Jonás Trueba Aurora y Ayer, su madre se emociona escuchando las dos primeras canciones del disco. ¿Cómo lo habría recibido su padre?

Ay, yo también me lo pregunto… Creo que también le habría gustado y emocionado.

Su hermana la acompaña en El pañuelo de Estrella, que rememora el encuentro de sus padres en el Café de Chinitas, donde su madre y su tía Victoria eran cantaoras y bailaoras: la Pelota y la Globo.

¡Qué motes! [risas] Es curioso, porque eran y son dos gitanas guapísimas, finas, delicadas y despampanantes. Yo creo que eran irónicos, porque mi abuela me ha contado que de chiquititas eran dulces y redonditas. Cuando se hicieron mayores, muy estilizadas y nada redonditas, todavía cobró más gracia su apodo artístico.

La primera mirada: Aurora estaba en el escenario y Enrique, abajo. Ahora que el amor romántico está siendo sometido a crítica, usted reivindica un amor… que no provoque sufrimiento.

Reconozco que hay un poco de idealización en lo que estoy cantando y reivindicando, pero quiero creer en ello. Hablo de alejar las energías tóxicas o a las personas que te pueden hacer daño. Eso no significa que sean malas en general, aunque sí para ti. Las relaciones son muy complicadas, por lo que abogo por un amor sano, que empieza en el amor a uno mismo.

Últimamente ha profundizado en el campo de la psicología: ¿desde la lectura y el aprendizaje o usted forma parte de ese proceso?

He tenido la suerte de tener a más de una psicóloga muy buena que hicieron que me aficionase a la psicología, porque noto cambios a favor en mi persona. El funcionamiento de la mente me parece fundamental y debería estar mucho más presente en la educación desde que somos pequeños, porque muchas veces uno no sabe por qué le está ocurriendo algo. Ojalá pudiese tener más tiempo para dedicarme al estudio del mundo del cerebro.

En el disco, además de su hermana Estrella, cantan Marcelo Criminal e Isa Cea, de Triángulo de Amor Bizarro. ¿Echaba de menos el ruidismo de Los Evangelistas?

Domingos es una canción que me ha podido comunicar con toda esa influencia de Los Evangelistas, porque es un discurso muy reivindicativo y sin la dulzura de los otros temas, porque resulta más duro y áspero.

¿Cree que fue necesaria aquella experiencia con la banda de Antonio Arias (Lagartija Nick) y Jota (Los Planetas) para que naciese la Soleá cantante?

Sí. Creo que hubiese cantado igualmente, porque lo he hecho desde chiquitita. Más que a ser cantante, contribuyó a convertirme en la clase de artista que soy, con un discurso que aboga por la diversidad y defiende la libertad. Soy un poco rebelde, algo que me viene de mis padres, pero que se acentuó y se fomentó con unos compañeros de viaje como Los Evangelistas. Gracias a ellos empecé a conocer a grupos como Cocteau Twins, Beach House o Stereolab.

"Abogo por un amor sano, que empieza en el amor a uno mismo"

Mi padre ya había cantado con Sonic Youth y Patti Smith había estado en casa, aunque con ellos pude poner esas referencias en marcha. Era un intercambio, porque yo les hablaba de cante flamenco.

En Granada siempre ha habido un padrinazgo y madrinazgo musical: los veteranos acogiendo y ayudando a los jóvenes.

Hay hermanamiento, hay padrinazgo, hay vida en común: somos una gran pandilla y nos conocemos todos. Surgen muchos grupos y, desde que estoy en Madrid, ya me pierdo con la gente joven. Tenemos ese sentido de protegernos, pero también de aprender los unos de los otros.

La cantante Soleá Morente, autora del disco ‘Aurora y Enrique’.
La cantante Soleá Morente, autora del disco ‘Aurora y Enrique’. Alfredo Arias / Cedida

¿Qué es lo que más echa en falta de Granada?

Vivir en el Albaicín y ver la Alhambra todas las mañanas.

Debuta con Los Evangelistas: una Soleá Omega. ¿Terminará caminando hacia el cante grande? Un camino, por cierto, inverso al de su padre.

Me impresiona observar que eso está ocurriendo de manera instintiva y natural. Hay algo que me lleva a estudiar y a aprender el cante jondo. Me levanto y pongo el primer disco de mi padre, Cante flamenco, con Félix de Utrera. Es lo que más escucho ahora mismo. Además, me gusta intercalar en mi repertorio una malagueña, unas alegrías o una soleá, y mi público lo recibe bien.

Ese es mi objetivo: comunicar la importancia del flamenco y de la convivencia de los diversos puntos de vista. Todos podemos vivir en el planeta aunque hablemos otros idiomas y tengamos discursos diferentes. Y el flamenco me parece un vehículo para el discurso y el diálogo en común.

Hablando de comunicación, había mirada y había respeto, pero ¿cómo se entendían Leonard Cohen y su padre?

Se entendían poniéndose la mano en el corazón y mirándose a los ojos. Había un intérprete que los ayudaba, porque mi padre no hablaba inglés. ¡Estaba en ello! He de decir que tenía un profesor y que lo estaba aprendiendo. A mí me animó a estudiar Filología Inglesa, aunque al año me fui corriendo a Hispánicas: "Es importante que sepamos inglés los dos", me decía.

"Estoy agradecida de haber tenido la suerte de ser la hija de un genio"

Grabó la canción Stella by Starlight para la película Bajo las estrellas y, de repente, adaptó el Summertime a una soleá. No paraba nunca de aprender.

En Domingos se trasluce la fuga de sus padres porque no les dejaban estar juntos.

Es parte de la inspiración y de la metáfora de esa canción. Hay un doble mensaje, algo que casi siempre suelo hacer: bajo el amor hay una reivindicación social. Pero en este caso es al revés: primero va el posicionamiento y la reflexión sobre cómo me encuentro, porque a veces estoy un poco hasta las narices de cómo funciona el sistema, y el amor está debajo.

Hay un guiño a esa rebeldía y a esa valentía que tuvieron para escaparse juntos de Madrid a Granada en un momento muy complicado para ellos. Dos fugitivos, hartos de la opresión, de los límites y de no poder estar juntos, aunque no seas de la misma raza o no hables el mismo idioma. Es la canción más rebelde y necesitaba a otra chica que gritase conmigo: Isa Cea.

Celebraron la boda en un garaje y la suite nupcial era el coche de un amigo. Cuando se despertaron, se habían llevado su coche con todos los regalos dentro.

Sí, imagínate [risas]. Se hicieron las claras del día y, cuando se iban a ir, ya no estaba el coche, lo único que tenían. Eran súper jipis y vivían el momento, como si fuesen de la generación beat.

¿Cómo traslada la crítica social de la que hablaba antes a los tiempos que vivimos?

Es muy injusto cómo hay que vivir en este mundo. Estamos todo el rato intentando aguantar o escapar, cuando no deberíamos ni aguantar ni escapar, sino simplemente vivir libremente y en paz. A veces me rebelo ante la injusticia y no soporto el clasismo ni la opresión del poder. Con el tiempo, parece que se van acentuando más, por lo que estoy a favor de la igualdad y de la libertad. Perdón, porque me estoy calentando…

La cantante Soleá Morente, autora del disco ‘Aurora y Enrique’.
La cantante Soleá Morente, autora del disco ‘Aurora y Enrique’. Alfredo Arias / Cedida

Además de Manuel Gerena, José Menese, El Cabrero y, en la actualidad, Juan Pinilla, también Morente fue un cantaor de izquierdas.

Por supuesto. Aunque decía algo muy interesante: "A veces voy a favor del viento, no en el sentido chaquetero, sino a favor del arte y de la creación". Porque Enrique Morente tenía su propia política.

"No tengo carné", comentaba. "Yo pertenezco al partido de la libertad".

Obviamente, estaba a favor de la clase obrera y de la igualdad. No soportaba la injusticia y su obra lo expresa muy bien. Reivindicó y se entregó al cante flamenco, una cultura que habla del pueblo y de los oprimidos.

En breve, presentará en La 2, junto a Miguel Poveda, Caminos del flamenco.

La experiencia en televisión ha sido muy positiva, como un máster de lujo, porque he aprendido mucho de Miguel y he podido entrevistar a artistas que a los que admiro.

¿Y qué aguas le gustaría surcar ahora?

Anoche pensaba qué ficha mover. Tengo varias opciones, como en una partida de ajedrez, al que soy muy aficionada. Veamos cuál es el mejor movimiento...

¿Te ha resultado interesante esta noticia?