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Sonia Vivas: "La Policía tiene que dejar de ser un contrapoder y empezar a trabajar como un servicio público"

Sonia Vivas
Sonia Vivas. Carmen Barrios Corredera

Ingresó en la Policía, que era su sueño desde niña. Fue la única mujer entre los 90 aspirantes en pasar las duras pruebas físicas en su promoción. Pero lo que encontró no coincidía con sus sueños. Fue una de las denunciantes de una de las mayores tramas de corrupción policial que se ha conocido en nuestro país, fue acosada por lesbiana y denunciada falsamente por varios de sus compañeros, en un intento de desacreditarla, callarla y enviarla a prisión. Ahora cuenta en su libro Cuando vinieron a por mí (editorial Península) su doble periplo judicial de denunciante de corrupción y del acoso al que fue sometida durante una década por sus compañeros por su orientación sexual. En esta entrevista con Público, la hoy concejala de Justicia Social, Feminismo y LGTBI de Palma de Mallorca, afirma que es urgente una ley que proteja a las personas que denuncian la corrupción y pide reformas valientes en la Policía para que sea democrática.

Denunció a un número importante de policías por participar en una de las mayores tramas de corrupción, fue testigo protegida y la acosaron también por ser lesbiana. ¿Que aprendió de esa experiencia?

Me enseñó que hay demasiados policías que se convierten en lo que deberían perseguir y que como sistema le hace falta una vuelta de tuerca para tener una mejor Policía que la que tenemos. Que no hay un compromiso por señalar toda la mala praxis. Incluso hoy en día tratan de cerrar la institución más aún diciendo que todo está bien y que cuando pasan cosas dentro son casos aislados. No es verdad. Es una macrocausa de 100 policías imputados, 40 de ellos en la cárcel por, según la Justicia, pertenencia a organización criminal: tráfico de drogas, tráfico de mujeres, etc, etc… Y no sólo en mi corporación. Ha habido operaciones policiales, como ha sido la operación Enredadera, que se hacen ver como cosas salpicadas, pero que no son casos aislados. Hay un problema dentro de la Policía y es que vive de espaldas a la sociedad y no se puede acceder al interior para ver qué sucede. Esa carencia de recursos para gestionar lo que pasa dentro, hace que haya mucha opacidad. Y donde hay opacidad hay corrupción siempre.

La Justicia ha condenado en firme a sus acusadores. ¿Qué trascendencia tiene esta sentencia, no sólo para usted, sino para otras personas que vienen detrás?

Nada de lo que a mi me han hecho lo va a reparar ninguna sentencia. El proceso es tan lacerante y tan duro que aunque luego sea satisfactoria la sentencia, no te puedes recuperar de todo lo que has sufrido y padecido. Me han escrito muchos,  y creo que ha sido importante el repensar qué es ser Policía, para qué están y hay mucha gente que a día de hoy no miraría para otro lado ni permitiría lo que conmigo se permitió, que fue que hicieran lo que quisieran, acosándome durante un montón de años. Había mucha gente allí que miraba para otro lado. Un acoso de casi 10 años no sucede sin que nadie lo vea. Y creo que mi caso a día de hoy ha significado un cambio sobre lo que es el acoso y ha supuesto un cambio interno para decir que esto no se va a consentir más. Creo.

Un acoso de casi 10 años ¿que pozo ha dejado?

Ha cambiado mi vida radicalmente. Pero lo que ha cambiado mi vida no ha sido el acoso, sino denunciarlo. Porque yo denuncio el acoso y me intentan meter en la cárcel con una denuncia falsa. De hecho el libro parte de ahí, de ese momento en que a mi me ponen un denuncia falsa y me hacen un montaje policial. De repente, paso de ser policía a convertirme en una delincuente, en alguien que está al otro lado. Y yo sé que eso es mentira, pero tengo de demostrarlo, porque a mí me quieren meter en la cárcel y la Policía tiene presunción de veracidad. Luego vete a desmentirlo en un juzgado cuando cinco policías coinciden en la misma versión. Les falló que me acusaron un día que yo no estaba trabajando y pude demostrarlo documentalmente. Pero si no llega a ser así ¿qué pasa? Pasa que el libro lo hubiera escrito en la cárcel y desde un punto de vista muy diferente. Porque hubiera seguido contestando, de eso no me cabe ninguna duda, pero habría sido desde otro sitio y en una situación mucho peor.

Afirma que la Policía española se ha quedado anclada en el pasado. ¿A qué se refiere?

A que hay una Policía que trata de modernizarse y avanzar, y que hay rémoras que además últimamente están cobrando más fuerza y mas notoriedad que antes y que impiden que la Policía vaya hacia delante. O sea que tenemos dentro de la Policía algo que no hemos sido capaces de expulsar como sociedad y que una democracia nunca querría tener, pero que existe un pacto de silencio que hace que esa Policía permanezca latiendo ahí todo el rato. Tiene que ver con la Policía del régimen de la que nunca se hizo una limpia, sino que se cambió el color del uniforme y ya está. Y aquella gente que había torturado y hecho un montón de barbaridades, fueron mandos y jefes de unidades operativas como si tal cosa, esparciendo todo su odio y su forma de ver el mundo a las nuevas generaciones que fueron entrando.

En España tenemos un problema grave dentro de la Policía con el ejercicio del poder, que lo tienen todas las Policías porque ejercer el poder no es fácil si no se controla. Pero además aquí tenemos un problema ideológico. En Alemania,  que también ha tenido un problema grave de atentado dentro del país, a Merkel no le ha temblado el pulso para hacer limpieza y ha echado a todos aquellos que tenían vinculaciones con el nazismo. Ha sido un aviso a navegantes. Nosotros en España, lejos de hacer eso, decimos que la Policía es la institución mejor valorada y elaboramos un discurso que niega esa realidad y que campa a sus anchas. Y cada vez tiene mayor peso porque desde fuera la están jaleando. Estamos viendo como fuerzas de ultraderecha están apelando a ese corazón que late y que queremos que deje de latir porque no es una policía moderna.

¿No son casos aislados?

"No está bien que el sindicato mayoritario de la Policía Nacional esté vinculado a la extrema derecha"

Los casos aislados son personas que se la juegan. Policías honrados y honestos que dimos un paso adelante, señalamos las malas prácticas y pagamos un alto precio todos por hacer lo correcto, por hacer lo que dice la ley en el artículo 9: que hay que oponerse a la corrupción de manera plena. Cuando lo haces, mira lo que pasa. Porque es todo un sistema. En el libro lo que cuento es un caso de policías corruptos denunciados por policías honestos, porque la Justicia no podría acceder dentro de la Policía si no hubiera gente honesta que abre la puerta y que cuenta cómo es. Hay que señalar a los buenos y todo lo que padecen por intentar abrir esos espacios tan opresores y que hacen tanta resistencia a ese cambio tan necesario. Tiene que dejar de ser un contrapoder, que es lo que es a día de hoy la Policía y empezar a trabajar como un servicio público. Que no es un servicio público en nuestro país. A un servicio público se le puede criticar, se puede señalar lo que no hace bien. En la Policía no. ¿Qué sucede? Nos tenemos que mirar en otras Policías del entorno europeo, como la de Irlanda que es un referente, la Inglesa, que además no son funcionarios. No estoy diciendo que haya que cambiar eso, pero hay muchas maneras de llevar la Policía adelante y desde luego la que tenemos en España no es la adecuada.

¿Como se soluciona esto?

Primero con un compromiso político de reconocer que hay cosas que están mal, que no lo hay. Tratan todo el rato de ocultar algo que cada dos por tres emerge. No está bien que el sindicato mayoritario de la Policía Nacional esté vinculado a la extrema derecha. Hay que reconocer que hay cosas que no están bien y hay que cambiarlas. 

Sonis Vivas.
Sonia Vivas. Carmen Barrios Corredera

En su caso se mezcla la homofobia y la lucha contra la corrupción. ¿Qué pesó más?

Mediáticamente la homofobia. Porque a la sociedad le impactó mucho que me hicieran tal barbaridad y que me pusieran esa denuncia falsa. Y a nivel interno, la corrupción sin duda. Porque hubo muchos detenidos y hay mucha gente que tiene que ir a dar explicaciones ahora en los juicios que se van a producir. Pero a nivel mediático, la gente de la calle que no puede entender que eso pase en una corporación, lo que más le impactó fue el tema de la homofobia, de la persecución.

¿Por qué sigue habiendo armarios en el siglo XXI?

Porque es un manera de decir que todo está bien cuando no lo está. Si sabes que no está bien tienes dos opciones: callarte o luchar por cambiar eso. Y lo más fácil es callarte. Yo he escuchado miles de comentarios homófobos dentro del cuartel a diario. Hay una concepción de la masculinidad muy tóxica y constante. Lo que la gente quiere es que nadie se fije en ellos y poder hacer su trabajo. Pero desafortunadamente muchas veces eso no pasa y te ponen el ojo encima como me ha pasado a mí. ¿Quién accede a la Policía? En su mayoría hombres. Muy pocas personas migrantes, por lo tanto esa llena de hombres blancos sin discapacidad, porque pueden entrar. Y los únicos problemas internos que se dan es con personas LGTBI, que es la única diversidad que puede acceder al cuerpo. Esto ya está diciendo que hay un problema. 

Esto viene de que en la Policía no se acostó completamente homófoba deteniéndonos y llevándonos a campos de internamiento y poniéndonos a disposición de juzgados específicos y se despertó una mañana gay friendly.

En su libro hace una dura crítica sobre las pruebas de acceso y lo que se valora para ser policía. Cuenta que hay que ser capaz de correr un kilómetro a gran velocidad, trepar una cuerda de siete metros sin nudos… Pero no se valora la empatía ni la capacidad de resolver conflictos.

Primero, la formación la dan muchas veces policías muy mayores con ideas que ya no son las de la Policía actual. Policías a punto de jubilarse y que no transmiten esa vitalidad ni los aires nuevos que necesitan los policías nuevos. Creo que la formación debería de dejar de estar en manos de policías y pasar a entidades, organizaciones y ONG que hacen una gran labor. Hay partes del trabajo policial que tiene que ver con ordenanzas municipales, que sí debe ser interna, pero toda la formación que la haga internamente la Policía no lo veo.

No te preparan para el trabajo real que te va a encontrar que es resolver un conflicto real con la empatía que vas a necesitar. El uso de la fuerza es un 5% o incluso menos. Y la fuerza tiene que ser proporcional. El otro 95% es diálogo, mediación, acompañamiento... Un montón de cosas que nada tiene que ver con el uso de la fuerza. Nadie te forma en derechos humanos. Tienes que hacer un examen sobre las instituciones de derechos humanos de la Unión Europea, pero no te enseñan a trabajar con los derechos humanos en la mano. Yo hice una formación aquí con una gente que se llaman Bibliotecas humanas, que eran actrices y actores, algunos migrantes, otras LGTB, que nos contaron cómo se habían sentido cuando intervinieron con ellos la Policía. Cuando ves que hay un hombre negro que te está diciendo que lo cachearon de mala manera delante de su hijo que estaba mirando desde el coche porque había cometido una infracción de tráfico... Eso te interpela como policía. Pero esas no son las formaciones que hay en la Policía, ni mucho menos. Ojalá.

¿Por qué este libro ahora? ¿Necesitaba una catarsis?

Sí. Me llegan muchos mensajes de mucha gente que se ha sentido identificada porque le han pasado cosas parecidas y pensé que era un buen momento para elaborar yo un montón de cosas que no había tenido tiempo de procesar. Y porque esto no va de má. Yo cuento lo que a mí me ha pasado pero también cuento la historia de mucha gente que no tiene un altavoz como el que he conseguido para poderla contar. Y porque la causa de corrupción que se ha instruido en Baleares, donde muchos policías honestos se han dejado la piel, tenía que ser contada.

La sociedad tiene que saber que está en deuda con todos los denunciantes de corrupción, porque estamos haciendo lo que no hace nadie. Ni siguiera un político ha sido capaz de dar un paso adelante en solitario, enfrentarse a todo un sistema y absolutamente solo, por hacer lo correcto. Porque ni siquiera tenemos una ley aún que proteja a los que denunciamos y esto te deja en una situación brutal de indefensión donde luego te cae encima el peso de la mafia que te denuncia y te denuncia, con el ánimo de acabar con tu vida. Y eso lo sabemos bien todos los denunciantes. Lo hice para poner en valor todo esto. Si no fuera por gente valiente que hace lo que tiene que hacer, este país no habría avanzado en esa lucha contra la corrupción en la que mucha gente se ha dejado tanto por el camino. Y estamos en deuda.

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