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Entrevista a Miriam Ruiz Salmerón "Si han tenido que indultar a mi madre tres veces por el mismo motivo, será que la ley está mal hecha"

Mirian Ruiz Salmerón.
Miriam Ruiz Salmerón, hija de María Salmerón, lleva toda su vida diciendo que no quiere ver a su padre, condenado por malos tratos hacia su madre. Laura León

No es la primera vez que Miriam Ruiz Salmerón está de una forma u otra presente en los medios de comunicación. Lleva toda su vida, literalmente, entrando y saliendo de juzgados, y siendo la protagonista en la sombra del calvario judicial y mediático que vive su madre por respetar su decisión de no querer ver a su padre. Pero es la primera vez que lo hace en primera persona y a cara descubierta. Cumplida la veintena y ya mayor de edad, esta joven sevillana habla abiertamente de la doble victimización que lleva sufriendo toda su vida y de las duras secuelas que les han causado a ella y a su madre la actuación de la justicia.
"Si el Gobierno ha tenido que indultar a mi madre tres veces por el mismo motivo y un cuarto indulto está en camino, será que la ley está mal hecha", afirma rotunda. "¿Por qué siguen condenando a mi madre si desde que tengo uso de razón he dicho que no quiero ver a mi padre?" se pregunta. "A pesar de que hace un año, cuando ya tenía 19, volví a decirle a la jueza que la que no quiero ver a mi padre soy yo, la vuelve a condenar a nueve mese de cárcel". El pasado 11 de noviembre, un auto del juzgado de lo penal número 6 de Sevilla le notificó verbalmente a María Salmerón su entrada en prisión en 15 días. El plazo se vence el próximo día dos de diciembre. 
En esta entrevista, Miriam Ruiz Salmerón, cuenta su historia, desmiente bulos y pide cambios en la justicia.

¿Qué recuerda de la vida con su padre?

Sólo tenía dos meses cuando mi madre se separó de mi padre, por lo que no tengo recuerdos de la vida de los tres en común. Me obligaron a verlo desde que yo era muy pequeña, pero no lo conocía y me daba miedo. Entre mis seis y mis 13 años tuve que verlo en un Punto de Encuentro Familiar (PEF) y un juez me obligó a vivir con él durante año y medio, cuando yo tenía entre nueve y diez años. A pesar de haber sido condenado por maltrato hacia mi madre, la Justicia decidió quitarle la custodia a mi madre y dársela a él, debido a que a ella la acusaban ya de haber incumplido visitas.

¿Y cómo eran esos encuentros?

No recuerdo haber compartido nada con mi padre. Es una persona muy fría y calculadora. A lo largo de los años no hizo nada por crear un vínculo conmigo, con su hija. Nunca me ha abrazado. Nunca me ha dicho que me quiere... Cuando lo veía en el Punto de Encuentro Familiar íbamos a su casa. Me encerraba en una habitación a ver la tele durante una o dos horas o lo que durase el permiso y entonces me volvía a llevar al punto de encuentro. Yo tenía superclaro desde pequeña su intención con esas visitas: seguir el ciclo de tenernos a mi madre y a mí enredadas en todo este maltrato. Él no tenía ningún tipo de interés afectivo hacia mí. Yo le tenía mucho miedo. A día de hoy le sigo teniendo miedo. Es una persona autoritaria y violenta en muchos momentos. Yo desde pequeña tenía claro que no podía enfadar a mi padre, porque sus reacciones eran tremendas.

¿En el Punto de Encuentro Familiar siempre decía que no se quería ir con él? ¿Qué pasaba entonces?

El punto de encuentro es lo peor que me ha podido pasar. No se habla mucho de esto, aunque para muchos niños y niñas es una experiencia terrible. Para mí, el punto de encuentro era peor que las visitas en sí. A la visita yo iba, aguantaba lo que tenía que aguantar en casa de mi padre sola en un cuarto. Pero el punto de encuentro era una tortura psicológica. Te encierran en una habitación. No es una entrevista normal. Es drenante, es para hacerte cambiar de idea. A mí me han intentado manipular de todas las formas posibles. Me mentían. Me pasaban a una sala donde decían que no iba a estar él y él estaba allí. Era una encerrona y nadie se imagina lo que significa esto para un niño.

Allí me han dicho barbaridades. No me decían que mi padre era un maltratador sentenciado. Me decían: "Esto es como un taller. Y tu padre es como un coche que está estropeado. Si lo intentamos arreglar, pero tu no lo pruebas, ¿cómo sabemos que está arreglado?". Cualquier cosa para que me fuera con él. Lo peor para mí era la doble cara que tenía que presenciar de mi padre. En el punto de encuentro era todo sonrisas. Incluso me daba un beso en la mejilla. Los únicos besos que me dio en su vida. Para mi era tremendamente desagradable, como si una vez por semana me besara un desconocido por la calle.

Normalmente no quería ir con él. Recuerdo estar en el punto de encuentro durante horas de interrogatorio. Que por qué no me iba con él... y yo no accedía. Muchas veces, después de horas de mirar el reloj y soportar las presiones, acababa volviendo a casa con mi madre.

María Salmerón y su hija Miriam
María Salmerón con su hija Miriam. Laura León

Hay personas que afirman que es su madre quien la ha enfrentado contra su padre. Que es ella la que ha impedido esa relación.

Hasta mis nueve o diez años, cuando un juzgado le dio la custodia a mi padre y me obligaron a ir a vivir con él y su entorno, yo no sabía que él había maltratado a mi madre y que había sido condenado por violencia de género. Mi madre nunca me lo dijo. De hecho mi madre nunca me habló mal de mi padre. Cuando estábamos juntas no hablábamos de él. A nadie le gusta ir a los sitios que le resultan dolorosos y ella no sacaba el tema. Fue la hija de la pareja de mi padre, que era seis años mayor que yo, la que me dijo que mi madre estaba en la televisión y que a mi padre había sido condenado por maltrato.

El revuelo mediático que se formó después de que el juzgado le diera la custodia a mi padre, que había sido condenado por violencia de género, me salvó. Gracias a los medios de comunicación y al revuelo que se creó, mi estancia con mi padre fue más corta de lo que podría haber sido. Los medios me salvaron. En parte por eso creo que hoy estoy estudiando Periodismo.

Muchos jueces y abogados y ciertos equipos psicosociales denominan a mi madre como alienadora. Dicen que ella ha ejercido sobre mi el Síndrome de Alienación Parental. Pero no es cierto. Sin embargo, tanto mi padre como su entorno [su pareja es la presidenta de la Asociación de Víctimas de la Ley de Violencia de Género -Avilegen-, que niega que esa violencia exista] me decían constantemente que mi madre era una loca, una puta, una gorda... Los hijos de la pareja de mi padre me decían que mi madre estaba loca, que se inventaba las cosas y que estaba todos los días en la tele. ¿No es esto alienación?

Su madre nunca ha entrado en la cárcel. Pero para eso ha necesitado tres indultos por parte del Gobierno y hay un cuarto que se está tramitando. ¿Qué visión tiene de la Justicia?

Yo todavía lo veo surrealista. Cuando yo digo la frase: "Mi madre es la mujer más indultada de España", no lo entiendo ni le veo sentido. En realidad es la persona más indultada. 

Yo no creo en el sistema de Justicia. No creo que sea justo. No sé si son las leyes que están mal hechas o el sistema que está corrupto y podrido. No creo que a nadie le entre en la cabeza que mi madre esté a punto de entrar en prisión y que mi padre, condenado por malos tratos, no la ha pisado nunca. Es una locura. No tiene sentido.

A los niños nunca se les tiene en cuenta. Si mi madre hubiera entrado en prisión cuando yo era más pequeña, yo me hubiera tenido que ir a vivir con mi padre. ¿Qué hubiera sido de mí sin esos indultos?. No creo en el sistema de Justicia. Me ha dejado de lado y me ha abandonado desde que tengo memoria.  La Justicia no ampara a los niños. El acoso es hacia mi madre. Yo soy un daño colateral, la verdad.

"El maltrato no acaba cuando se divorcian, cuando consiguen una orden de alejamiento y cuando rehacen su vida, porque después viene la condena judicial, que puede ser eterna"

Yo creo que la historia se cuenta sola. Si has tenido que indultar tres veces a una misma persona por el mismo motivo y está en marcha un cuarto indulto, será que la ley está mal hecha. Que algo ahí cojea. Porque si no tres veces no te salvas de lo mismo. Se necesita una reforma que tenga en cuenta a los niños y que deje de victimizar a las propias víctimas de violencia de género. El maltrato no acaba cuando se divorcian, cuando consiguen una orden de alejamiento y cuando rehacen su vida, porque después viene la condena judicial, que puede llegar a ser eterna. Fíjate los años que lleva mi madre ya. Yo tengo 20, y esto aún no ha acabado.

Llevo diciendo que no quiero ver a mi padre desde que tengo uso de razón. Aunque yo declarara que no lo quería ver, mi madre acababa siendo condenada. No entiendo porque no lo quieren ver. No sé porqué se sigue condenando a mi madre cuando yo tengo más que raciocinio suficiente para decidir si quiero o no ir con él. La última vez que lo dije delante de un juzgado fue el año pasado con 19 años. Y la jueza acabó condenando a mi madre a nueve meses de prisión.

Por todo lo que he vivido yo crecí más rápido de lo normal. Con nueve o diez años tenía un nivel de madurez distinto a las chicas de mi edad. Mientras ellas jugaban en el recreo, yo faltaba a clase porque tenía un juicio. Mi madre me recomendaba que escribiera. Y escribí un montón de cartas. Principalmente a los jueces. Pero la gente y los juzgados opinaban que lo que yo decía en mis cartas estaba muy bien escrito para una niña tan pequeña… Y acababan concluyendo que me lo había dictado mi madre. Pero eso no era así. Yo le escribía a los jueces, porque eran los que sabía que decidían. Eso no tenía valor legal, pero yo creía que podía ayudar.

¿Qué consecuencias ha tenido todo esto en su vida?

Yo he vivido el contraste de un padre que no me quiere, que no tiene ningún interés en mí, y una madre que literalmente ha dado su vida por mí.

El machaque judicial nos repercute a las dos. Mi madre ha luchado por defender mi decisión. Me siento culpable porque si me hubiera aguantado y hubiera ido a las visitas y mi madre no hubiera incumplido, no estaríamos en esta situación. Pero fue mi madre, queriéndome dar una vida más feliz, en la que no tuviera que pasar por eso, la que acabó siendo condenada.

Aunque mi madre no ha entrado en prisión, estos años han sido como vivir en una cárcel. Mi vida no ha sido normal. Ahora que tengo 20 años y soy plenamente consciente de todo y veo lo que antes no veía. Mi madre ha tenido la cuenta embargada y no era libre ni con su sueldo. Se ha empobrecido. Tuvo que deshacerse de las pocas propiedades que ha tenido para poder pagar las deudas judiciales. Ha hecho muchísimos sacrificios por mi. Y tengo con ella un vinculo que no puedo describir. Ella y mi abuela, fueron mis únicos pilares.

"Aunque mi madre no ha entrado en prisión, estos años han sido como vivir en una cárcel"

No se puede obligar a un niño en contra de su voluntad a irse con una persona sentenciada por malos tratos. No estamos hablando de un presunto maltratador. Él ha sido condenado y la frase de "un maltratador no puede ser un buen padre", la puedo corroborar y decir que es cierta. El daño está hecho. Yo me he formado con toda esta historia y lo que quiero es que se haga justicia con mi madre. Yo no tengo padre y nunca voy a tener relación con él. Creo que he ganado. Y eso él no lo puede soportar.

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