Este artículo se publicó hace 13 años.
La agonía de las escuelas taurinas
Los principales centros de formación han perdido entre el 50% y el 75% del alumnado. La Comunidad de Madrid inyecta 72.000 euros para sostener la principal academia de tauromaquia
La pérdida de interés por la tauromaquia va más allá del desplome de los eventos taurinos (un 34% en los tres últimos años, según el Ministerio del Interior) y del veto a las corridas que aprobó el Parlament de Catalunya en 2010. Hace años que las escuelas de formación de toreros sufren una grave hemorragia de alumnos. Frente al récord de matriculaciones de las décadas de 1980 y 1990, los centros registran en 2011 un mínimo vocacional histórico.
"Antes se inculcaba el toreo desde pequeño, pero las nuevas generaciones son más de jugar con la PlayStation que de ir a los toros", reconoce Fernando Plaza, de 15 años y una de las promesas de la Escuela de Tauromaquia de Madrid, la más prestigiosa del país, inaugurada en 1975. Fernando, que quiere ser torero "desde los tres años", mató su primer becerro el pasado 4 de septiembre, en Villarejo de Salvanés (Madrid). Cortó dos orejas y sus maestros ensalzan las cualidades del chaval.
"Los jóvenes somos más de PlayStation que de ir a los toros", explica un alumno
En 1985, la escuela tenía a más de 200 alumnos (este curso apenas hay 47, todos chicos de 12 a 18 años), explica el profesor José Luis Bote, matador entre 1980 y 2004. En el resto de grandes escuelas, la caída ha sido similar. "Desde que toreaba Jesulín, hace 15 años, no hemos vuelto a acercarnos a los cien alumnos", apunta un portavoz de la Escuela de Tauromaquia de Valencia, que abrió sus puertas en 1983 y este curso tiene 40 chicos. En Sevilla, han pasado de los 40, de 1994, a 24.
En España hay 42 escuelas, pero se desconoce el total de alumnos. Los chicos acuden por las tardes, al salir del colegio, como si se tratase de una clase extraescolar más.
Bote culpa del descenso de vocaciones a factores ajenos al mundo del toro: "Se ha dado una imagen cruel de la fiesta, que ha quitado afición entrelos más jóvenes. Y cuando los antitaurinos han armado bullicio, nos hemos acomplejado y hemos escondido la cabeza debajo de la tierra". Por su parte, Igualdad Animal, la plataforma La tortura no es cultura o el Partido Animalista PACMA valoran el aumento de la sensibilización de la población y exigen que el dinero público se dedique a actividades culturales.
Prohibir las corridas en Catalunya es un paso "para separarse de España", dice Bote
En 2011, la Comunidad de Madrid destinó 72.000 euros a escuelas taurinas. El total para festejos taurinos fue de 2,36 millones, denuncia José Enrique Zaldívar, de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia.
Sobre la prohibición de las corridas en Catalunya, el matador Bote opina que se trata de "una hipocresía política para separarse de España: los que nos sentimos españoles, hemos sacado la cabeza del agujero para defender la afición". Entre los pinares de la Casa de Campo, con un cigarri-llo en la mano, Bote corrige los pases que ensayan sus seis alumnos, ante un supuesto toro bravo, codicioso, que gana terreno, que no se ciñe y repone. "Si el toro es menos bravo, que no humilla, ponle la muleta más arriba", le insta a uno de ellos. Bote formó parte de una generación de oro de la escuela de Madrid, de la que despuntaron nombres como José Miguel Arroyo Joselito o José Pedro Prados el Fundi.
La escuela también tiene una plaza con un ruedo de 35 metros de diámetro, donde imparte clase Faiki, matador tres años y banderillero otros 37. Ahora, con sus gafas ahumadas y el pelo engominado, les explica cómo leer los movimientos del toro: "¡Eso es, sal despacito! ¡Provócale!". A sus órdenes, Ignacio, de 15 años, frunce el ceño, enseña su costado izquierdo al astado y se levanta de puntillas. Acelera su carrera hacia el pitón izquierdo y clava las dos banderillas en plena embestida. El morlaco es, en realidad, una carretilla con una rueda de bicicleta y dos cuernos que empuja Fernando. En un bloque de espuma dura, en lugar del supuesto lomo el animal, los chicos plantan las puntas de hierro afilado.
Hasta que cumplan 16 años, no podrán matar novillos, por lo que los fines de semana ensayan con becerros, especialmente en invierno. En la mente de todos están Joselito, que tomó la alternativa con 16 años en Málaga, o José Tomás.
Al terminar las clases, Igna-cio, cuyo tío fue mayoral de una ganadería, rechaza la idea de que las corridas a la portuguesa torear sin matar altoro se extiendan por España: "Tienen su lado bueno, pero también un handicap, porque a la gente le gusta ver la faena completa. Si no matas al toro, no cortas orejas. Y, sin ellas, no hay triunfo".
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