Este artículo se publicó hace 14 años.
La cara machista del maltrato a mayores
La mayoría de las víctimas que sufren este tipo de violencia de género son mujeres con más de 65 años
Otra vez las mujeres. En el 66% de los casos de maltrato a los ancianos, las víctimas son ellas, según un estudio del Centro Reina Sofía de 2008. "Son sobre todo mujeres quienes, llegadas a una edad avanzada que les induce una cierta dependencia, sufren abusos económicos, maltrato físico, psicológico o sexual a manos de sus cuidadores", resume el informe. La cifra asciende al 81% en comunidades como Andalucía, País Vasco o Canarias. Y son también ellas, en la tercera edad, las que sufren los casos más graves. La pareja y los hijos son los responsables de casi todas las agresiones. ¿Casualidad? ¿Se las maltrata por ser mayores, por ser mujeres o por ambas cosas a la vez?
"El maltrato a los ancianos tiene un componente de género; normalmente se maltrata al mayor por ser mayor, pero también por ser mujer", sostiene la fiscal delegada de Violencia a la Mujer de Andalucía, Flor de Torres. Sus investigaciones sobre este tipo de violencia presentan, en su mayoría, un cariz sexista, de los hijos proyectados sobre la madre, que coincide con el maltrato proyectado por la pareja.
"Ser mujer es, por desgracia, un factor de alto riesgo", advierte un informe
"Es el efecto expansivo de la violencia de género. Es muy normal que esa violencia a los mayores se ejerza por distintas generaciones de una misma familia, en algunos casos hasta tres: marido, hijos y nietos. Es, por tanto, el efecto multiplicador de una conducta machista y maltratadora de la que los propios hijos han sido víctimas y, a su vez, han heredado de sus padres para perpetuarlas. Es el legado de sus padres", subraya la fiscal. A ese componente de género, añade, se une la violencia intrafamiliar sobre la misma víctima, cuya vulnerabilidad es absoluta.
"Las mujeres se llevan la peor parte en esta terrible historia. No sólo son maltratadas en la familia, principalmente, por su pareja o ex pareja. Antes de formar la suya propia, pueden haber sufrido diversas formas de violencia en su familia de origen: abuso sexual, venta a terceros (habitualmente, para actividades de prostitución), mutilación genital, etc.", añade el estudio del Centro Reina Sofía. Y después, en la tercera edad, las agresiones también pueden volver a repetirse. "En definitiva, ser mujer es, desgraciadamente, un factor de alto riesgo", concluye el citado informe.
Mayor coordinación
La fiscalía detecta ataques sexistas de los hijos sobre las madres
¿Cómo se puede luchar contra esa violencia de género encubierta? "Es un foco que está bastante oculto y que tenemos que iluminar mucho", subraya De Torres, que reivindica desde hace varios años una coordinación mucho más fluida. "La respuesta penal, civil y social, que han de ir juntas, llega a veces demasiado tarde en situaciones altamente graves", según recoge en un capítulo específico en la memoria de la Fiscalía de Málaga de 2009.
En esa intensificación para detectar los casos de violencia de género en mujeres con más de 65 años está trabajando la Consejería para la Igualdad y el Bienestar Social de la Junta de Andalucía. "Tenemos un protocolo de actuación de derivación y hemos estado formando específicamente al personal de las residencias para que informe de cualquier comportamiento machista o para que tome las medidas adecuadas si en esa residencia hay derivada alguna mujer por violencia machista", afirma la directora general de Violencia de Género, Soledad Ruiz.
Ha habido situaciones, incluso, en las que la policía, tras la denuncia de algunos familiares o vecinos, ha llevado directamente a la mujer mayor a una casa de acogida. Las víctimas no suelen denunciar, según Ruiz, por la dependencia y los problemas de movilidad, pero también por la resignación de una mentalidad absorbida por siglos de patriarcado. "Ellas asumen que les ha tocado eso, vivir con esa pesadilla, con que su marido o su hijo la maltraten y así será el resto de su vida", asegura.
Falta de autoestimaJuana López, que trabaja en una residencia como cuidadora desde hace diez años, ha detectado en muchas mujeres falta de autoestima. "Lo dan todo por acabado, por perdido, como si ya no pudieran hacer nada por aliviar el sufrimiento que han acarreado a lo largo de sus vidas y dejan hasta de arreglarse, no quieren verse guapas", relata. Sin embargo, en el momento en que se sienten escuchadas, atendidas o incluso, más aún, queridas, la estampa da un giro radical, según la experiencia de Juana, que ve un comportamiento absolutamente distinto en el caso de matrimonios que viven juntos en el mismo centro.
De hecho, el perfil medio de la persona mayor que sufre esa violencia es el de una mujer viuda, de unos 75 años, que padece alguna enfermedad crónica o demencia, depende de su cuidador y que, en la mayoría de los casos, sufre un aislamiento social, según los datos desprendidos de las denuncias presentadas a través del Teléfono de Atención a las Personas Mayores (900 858 381). El presunto maltratador suele ser familiar, depende económicamente de la víctima, tiene antecedentes por violencia doméstica y sufre algún tipo de drogodependencia.
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