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El comercio madruga en Catalunya para abastecerse

GLÒRIA AYUSO

En supermercados y grandes superficies hay estanterías vacías en las secciones de productos frescos, verdura, leche, arroz, azúcar, legumbres... Parece época de escasez. Los clientes se multiplican y las compras se triplican. En la zona de congelados ya no queda merluza, y escasean otros productos como la pasta precocinada o las patatas congeladas para la guarnición. Tampoco hay yogures para el postre. En los pequeños comercios, se apañan como pueden, yendo a buscar ellos mismos el material y esquivando los piquetes.

¿Cuándo llegarán los suministros para reponer el género? 'Nos lo preguntan continuamente, pero lo único que sabemos es lo que dicen por el telediario', explica María Sambia, dependienta de un Caprabo de Sant Just Desvern (Barcelona). El encargado, Antonio Sanz, hace recuento: 'La pescadería la tenemos cerrada desde el lunes, y esta tarde nos quedaremos sin nada de carne. Tampoco tenemos los productos de los grandes proveedores de perecederos, como Danone, Bimbo...'.

Los pedidos están preparados, pero los camiones no pueden salir de la central de distribución, a escasos 10 kilómetros, por miedo a los piquetes.
La mitad de las pescaderías también cerraron en el mercado de Collblanc, en Barcelona. Las que se mantienen abiertas es porque el vendedor va a abastecerse a Mercabarna. 'Madrugamos más y así evitamos a los piquetes', explica una dependienta. Madrugar más significa ir a comprar a las dos de la madrugada. Sin embargo, el género que encuentran es limitado. 'Sólo hay un 20% del pescado que hay normalmente', comenta Domingo Navarro, sentado frente a su negocio con cara de resignación.

Miriam y Mari, trabajadoras de una pollería, tienen suficiente producto. 'Vamos a buscarlo a Mercabarna y salimos por otra puerta'.

Otros, sin embargo, tienen miedo de ser sorprendidos por los huelguistas y ni siquiera intentan reabastecerse. '¿Para qué? ¿Para que me rompan el coche? No vale la pena', exclama Francesc Xavier Jané.

'No estamos en guerra, no es necesario hacer acopio', explica una mujer que se pasea por el supermercado Caprabo con una cesta. Afirma que comprará lo normal, pero cuando llega a la sección de agua embotellada se encuentra con que ya no hay.

Y es que cada cliente se lo toma de una manera. Juana, una señora de 66 años de Sevilla, lo tiene claro: 'Yo no compro más porque no tengo más sitio en mi casa, es muy pequeñita y no da para más'.

Otros, como Jerónimo, han aprovechado el hueco del mediodía para acercarse a comprar más leche, pan y productos frescos 'por si acaso'. Juan, propietario de una frutería en el centro de Sevilla, se preocupa por él y por sus clientes: 'La fruta escasea y se encarece más para el consumidor, además nos están fastidiando los meses buenos de los fruteros, mayo y junio que es cuando hay más variedad y cuando se vende más'.

'La huelga me parece bien', opina Rosa Serradell, otra clienta del súper. 'Deben mantenerse firmes, y que nos demos cuenta de lo importantes que son', mantiene.

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