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Condenan a un médico por dejar cojo a un paciente

O. CARBALLAR

“Estoy muy quemado, no quiero hablar de eso, prefiero hablar de otras cosas”. Javier Paz, un sevillano de 33 años, está cojo de por vida. Hace más de seis años, practicando kite-surfing en Tarifa (Cádiz) sufrió un accidente y se dio un fuerte golpe en el talón. Una operación errónea le obliga ahora a llevar muletas. Un juzgado de Chiclana (Cádiz) ha condenado al traumatólogo que lo atendió, al Centro Médico Chiclana y a la mutua aseguradora AMA a indemnizar con más de 44.236 euros a Javier.

Según su abogado, José Luis Ortiz, el joven cayó desde una altura aproximada de cinco metros sobre una ola, lo que le originó una fascitis plantar (inflamación) y talalgia (dolor) en el pie.

“No se podía sostener más de un minuto de pie en la ducha”, explica el abogado. Según un primer diagnóstico de dos facultativos –uno de ellos Santiago Pérez Hidalgo, médico del Betis–, el caso no requería intervención quirúrgica sino rehabilitación.

Inestabilidad en el tobillo

Como el tiempo pasaba y Javier no calmaba su dolor pese a las sesiones terapéuticas, añade el abogado, su padre –también médico– decidió acudir al traumatólogo Miguel Ángel Martínez Villar, ex jefe de los servicios médicos del Cádiz. Fue este especialista quien le diagnosticó “inestabilidad en el tobillo izquierdo”, que se resolvía supuestamente con una operación. En la intervención, realizada el 30 de mayo de 2005, el traumatólogo le colocó erróneamente un anclaje en el tobillo: le atravesó el maléolo e introdujo la punta el astrágalo.

En una zona sana

La sentencia del Juzgado de Primera Instancia número 2 de Chiclana de la Frontera recoge la “mala praxis e impericia” del médico ya que la colocación del material en el tobillo afectó a una “zona completamente sana”.

Todos los peritos coincidieron en la negligencia médica durante el juicio. “Ninguno [perito] quiso peritar a favor del médico; el día del juicio se presentó sin peritos”, asegura el abogado de Javier, que había pedido más de 70.000 euros de indemnización. Ahora, este joven, inmerso en su trabajo, intenta olvidar lo sucedido.

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