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El desastre electoral amenaza la supervivencia del andalucismo

El líder de CA pospone la autocrítica e intenta preservar la frágil unidad lograda

ÁNGEL MUNÁRRIZ

El fracaso electoral del nacionalismo en las elecciones autonómicas andaluzas del domingo supone un drama tal para sus sostenes políticos tradicionales que en el ambiente flota un aroma, más que de crisis, de funeral político de todo un movimiento histórico. Julián Álvarez, candidato no electo a la Presidencia de la Junta por Coalición Andalucista (CA), que mantiene  el ánimo de seguir con el proceso de aglutinamiento de todo el espectro nacionalista de la región, anunció este lunes la convocatoria de un congreso extraordinario para acelerar la unificación de las dos grandes formaciones de la coalición, el Partido Andalucista (PA), de donde él proviene, y el Partido Socialista Andaluz (PSA). Éste debería ser el paso previo a la progresiva incorporación del resto de fuerzas, desde el centro progresista hasta la extrema izquierda, que se sumaron a la coalición para las elecciones.

Del resultado de esa tentativa a la desesperada depende la propia supervivencia del andalucismo, que el domingo perdió de una tacada los cinco parlamentarios que en 2004 cosechó el PA. Álvarez ha eludido hasta ahora la autocrítica, pese a que él encabezó el rechazo del PA a la reforma del Estatuto de Autonomía, una de las claves de este batacazo, como ya se pudo observar en su fuerte retroceso en las municipales de mayo de 2007. El congreso extraordinario no evaluará el resultado electoral ni la responsabilidad de Álvarez, según anunció ayer en rueda de prensa. “Para esta cuestión se celebrará un congreso ordinario en diciembre”, afirmó.  

Queda un mundo para entonces. El hiperactivo mundillo que dirige, aspira a dirigir o dirigió alguna vez el andalucismo ha sido en los últimos lustros una auténtica máquina de fabricar y devorar líderes que luego vagan por el extrarradio político andaluz.

Es imposible llegar hasta diciembre sin que broten voces que reclamen una cambio, revisión o, según un término de moda, refundación. De hecho, este lunes ya comenzaron las prisas. El secretario provincial del PA en Málaga y alcalde de Ronda, Antonio María Marín, solicitó la celebración “urgente” de un congreso nacional antes de la primera quincena de mayo ante los “errores históricos” cometidos por la coalición.

Frente a este panorama, Álvarez se mostró dispuesto a poner la cara. “Si la conclusión es que la actual dirección es un obstáculo, daremos un paso atrás. Todo puede ponerse en cuestión, salvo el proceso irreversible de unidad”, afirmó.

Dificultad para encontrar líder

¿Unidad? Para muchos lo ha sido sólo en apariencia. Pedro Pacheco, ex alcalde de Jerez de la Frontera (Cádiz), secretario general del PSA y político que rara vez se conforma con el segundo plano, ha eludido durante toda la campaña la foto con Álvarez, al que ha plantado hasta en dos ocasiones y que ahora se ve libre de ver ligada su imagen a la debacle. “Ni Álvarez, ni Pacheco, ni nadie que haya andado en la órbita de Rojas Marcos puede liderar el andalucismo. Hay que dar por muerto al Partido Andalucista y empezar de cero”, opina para Público el ex dirigente del PA Javier Aroca, que previó el fracaso de la coalición en declaraciones a este periódico antes de los comicios. Su diagnóstico es que variar el timón con el que él mismo y Antonio Ortega, siendo secretario general del PA, condujeron al partido entre 1996 y 2004, situándolo en un centro-izquierda pactista que gobernó cuatro años con el PSOE, ha llevado a Álvarez al fracaso.

El razonamiento del electorado habría sido, según Aroca, el siguiente: para votar a un partido dispuesto a arrimarse al PP para desalojar a Chaves, pues mejor votar al propio PP. En opinión de Aroca, tampoco es una opción viable Francisco Jiménez, alcalde andalucista de Utrera (Sevilla), porque su trayectoria es oficialista. Ortega o Aroca tampoco volverán. Quedan las caras nuevas. El propio Álvarez, ex alcalde de Écija, ha intentado explotar el valor de lo nuevo presentándose siempre bajo el signo de la diferencia. “El Obama andaluz”, llegó a autodefinirse.

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