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La deuda impide a Gallardón prometer nuevas obras faraónicas

'No es el momento de grandes propuestas o de ambiciosos proyectos', reconoce el alcalde y candidato del PP

YOLANDA GONZÁLEZ

Primer día de campaña en Madrid. El alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, madruga para presentar el programa electoral con el que quiere que los madrileños le renueven la confianza cuando acudan a votar el 22-M. La cita es en el número 13 de la calle Génova, sede nacional del partido, a las 10 de la mañana. Un escenario que se prestaba a todo tipo de comentarios sobre el futuro político del alcalde. El regidor municipal actuaba en la misma sala en la que suelen comparecer ante la prensa muchos de los dirigentes nacionales de su partido.

En poco más de media hora, Gallardón, acompañado de su mano derecha, Manuel Cobo, y de su concejal de Hacienda, Juan Bravo, ventiló su oferta. Un tiempo directamente proporcional a las propuestas concretas que puso sobre la mesa. ¿El motivo? En su equipo explican que lo irá haciendo poco a poco, a medida que avance la campaña, guardándose 'ases en la manga'. Pero hay una razón que pesa más, concretamente 6.453 millones de euros. La deuda que acapara el Ayuntamiento hace imposible que el regidor municipal venda a los madrileños nuevas M-30, nuevos palacios de Cibeles. En el Madrid que quiere el PP ya no caben proyectos faraónicos, echando mano del grito de '¡Gallardón, faraón!' con el que de vez en cuando le agasajan bomberos y funcionarios.

Mandan los números. Ser el ayuntamiento más endeudado de España impide la ejecución de grandes obras de las que sería fácil presumir en campaña. El propio alcalde alertó de que su proyecto está ante un cambio de ciclo. Lo hizo como él sabe, con la 'elegancia dialéctica' que le atribuyen no pocos en su partido. Y en tono solemne.

'Vivimos un tiempo nuevo que requiere una nueva ciudad (...). Ahora planear un programa electoral que se transforme en un proyecto de Gobierno se antoja complicado', comenzó su intervención mientras los periodistas contenían la respiración a la espera del anuncio del proyecto estrella. Pero tardaba en llegar.

Acto seguido, el alcalde entró un poco más en materia, dejando al descubierto que no, que de grandes infraestructuras, nada: 'No es el momento de grandes propuestas o de ambiciosos proyectos. Es el momento de rentabilizar las inversiones'. Por culpa de 'la crisis' y por 'el trato discriminatorio del Gobierno a todos los ayuntamientos'. Un dardo envenenado, este último, dirigido directamente contra el presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, que el pasado diciembre negó al Ayuntamiento de Madrid la posibilidad de refinanciar su deuda con el argumento de que sería discriminatorio con el resto de consistorios que sí han cumplido con sus deberes.

Lissavetzky dice que la 'marca PP' es fuerte pero que sale a ganarEl anuncio estrella llegó, pero nada tuvo que ver con los grandiosos proyectos a los que recurrió Gallardón en los últimos ocho años. Según su actual alcalde, Madrid 'quiere avanzar, puede avanzar y debe avanzar'. Para ello, se comprometió a crear las condiciones necesarias para que la capital de España alcance los dos millones de puestos de trabajo. Es decir, a crear 150.000 nuevos empleos, más de la mitad de ellos en los sectores productivos y de la sociedad del conocimiento.

Para resumir la esencia del programa, sus colaboradores tiraron de un juego de palabras: 'No hay infraestructuras. La infraestructura es crear empleo'. Sin embargo, algo sí hay: el lunes, Gallardón desvelará las nuevas zonas que se peatonalizarán. Y el Ayuntamiento tiene en mente acabar con el eje Prado-Recoletos en cuanto dispongan del informe de impacto ambiental.

Incluso el volumen del programa del PP para el Ayuntamiento ha sufrido recortes. En 2007 ocupaba 538 folios. Ahora, se ha visto reducido hasta los 538.

IU sostiene que sólo la 'resignación' hará que Aguirre se imponga de nuevoDe Génova, Gallardón corrió hacia la Plaza de Felipe II de Madrid para presentar junto a Esperanza Aguirre los PPbuses o autobuses de campaña. Aquí, ambos compitieron en criticar al Gobierno.

Mientras, Tomás Gómez (PSOE) tachaba de 'dislate' la última ocurrencia de eliminar la zonificación escolar de su rival Aguirre. Lissavetzky, rival de Gallardón, reconocía que 'la marca del PP es muy fuerte' pero que él sale a ganar con propuestas como el establecimiento de una carta municipal donde se delimiten las competencias. E IU insistía, en boca de Gregorio Gordo, candidato a la comunidad, en que 'sólo la resignación puede hacer que Aguirre vuelva a ser presidenta'.

En abril de 2008, en plena crisis de liderazgo de Rajoy, Esperanza Aguirre pronunció un discurso que levantó ampollas en el PP. Su lema fue 'No me resigno'.

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