Rusia apuesta por la nueva Estrategia de Seguridad de Trump para tomar ventaja en las negociaciones de paz sobre Ucrania
Kiev acelera su ofensiva diplomática a fin de impedir que un nuevo eje Washington-Moscú determine la suerte de Ucrania y merme el apoyo de sus aliados europeos.

Madrid--Actualizado a
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha lanzado una nueva ronda de viajes, contactos telemáticos y negociaciones contrarreloj en Europa y Estados Unidos para intentar minimizar los daños de un eventual pacto entre Washington y Moscú sobre el fin de la guerra de Ucrania, que no maximice las pérdidas de Kiev y no garantice su seguridad futura. Este lunes, Zelenski se reúne con los líderes de Alemania, Francia y Reino Unido, los más beligerantes contra el acercamiento de EEUU a Rusia, para analizar las últimas negociaciones mantenidas por los enviados ucranianos en Miami y que no ofrecieron perspectivas muy halagüeñas para Kiev.
Zelenski está preocupado por las directrices de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos difundida por Trump hace unos días. Este plan prioriza el acercamiento de Washington a Moscú, al que deja de presentar como una "amenaza directa", tal y como lo definía la anterior Administración estadounidense del presidente Joe Biden.
La hoja de ruta marcada por la renovada Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos ve a Rusia como un posible socio en el ámbito de la estabilidad estratégica y del nuevo paradigma geopolítico de EEUU. En este marco, Europa jugaría un papel menor y Ucrania teme que Rusia utilice el acercamiento, ya más concreto, que le ofrece Trump para asegurar sus demandas respecto a Ucrania.
Moscú está muy contento con su nuevo estatus
Así, este domingo, Moscú tomó la mano tendida que le ofreció Trump el jueves al presentar la ESN de EEUU, en la que Rusia abandona el "eje del mal" donde la situaron Biden y sus aliados europeos tras la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022. "Estos mensajes difieren de las aproximaciones de anteriores Administraciones", y por ello, "consideramos que son un paso muy positivo", declaró el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Según el vocero presidencial ruso, la estrategia de política exterior y de seguridad nacional de Trump "se corresponde en mucho" con la visión de Rusia. También, al parecer, en lo que se refiere a Ucrania. "Quizás se pueda esperar que esto sea al menos una modesta garantía de que podremos continuar de forma constructiva nuestro trabajo conjunto para encontrar una solución pacífica en Ucrania", dijo Peskov.
"Es un interés fundamental de Estados Unidos negociar un cese rápido de las hostilidades en Ucrania para estabilizar las economías europeas, evitar una escalada o expansión involuntaria de la guerra y restablecer la estabilidad estratégica con Rusia, así como para facilitar la reconstrucción de Ucrania tras las hostilidades y asegurar su supervivencia como un Estado viable", afirma la nueva versión de la Estrategia de Seguridad Nacional de EEUU.
La UE pasa a segundo plano, para regocijo ruso
En la parte sobre la estrategia europea de la ESN, Washington reafirma la necesidad de influir en el viejo continente y subraya que la política general estadounidense en esta región debería "cultivar la resistencia a la trayectoria actual de Europa". La ESN insiste en que "si las tendencias actuales continúan, el continente será irreconocible en 20 años o menos", en parte debido a las políticas migratorias de la UE.
Un punto importante sobre la relación con Europa abordado por la ESN estadounidense es el futuro de la OTAN. La hoja de ruta de la estrategia exterior de Trump apuesta por "prevenir la realidad de la OTAN como una alianza en constante expansión". Este punto da otro espaldarazo a Moscú, que acusa a la OTAN de haber provocado la guerra de Ucrania con su expansionismo hacia el este en las dos últimas décadas, y va directo contra la intención de Kiev de incorporarse a la Alianza Atlántica, que es para los ucranianos la mejor forma de garantizar su seguridad ante Rusia.
En el plan de paz presentado por Trump en noviembre pasado se dejaba claro que Ucrania debía renunciar de una vez por todas a sus aspiraciones de integración en la OTAN. Tal demanda, junto con el punto que presiona a Kiev para que ceda los territorios invadidos en Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, y algunos otros, a Rusia, conforman la brecha más profunda que impide en estos momentos avanzar en la negociación de paz.
Europa planta cara a la expectativa de EEUU de un pronto fin de la guerra
Tras conocerse ese documento y después de que la Casa Blanca indicara hace unos días que está cercano un compromiso entre las partes en guerra, los países europeos que lideran la ayuda militar a Ucrania convocaron la cumbre de este lunes en Londres. Junto a Zelenski acudirán el presidente francés, Emmanuel Macron, el primer ministro británico, Keir Starmer, y el canciller alemán, Friedrich Merz. El tema no será tanto la negociación casi imposible con Rusia, sino, precisamente la mediación de Washington en la guerra, a la vez que se deja claro que el fin de la contienda no está tan cerca.
El mayor temor entre los aliados occidentales es que la hoja de ruta exterior de Washington que beneficia a Rusia lleve a una claudicación de facto de Ucrania en unas negociaciones de paz, alentada por los avances rusos en el frente bélico y el desmantelamiento paulatino de las infraestructuras energéticas ucranianas bajo las bombas y drones rusos, sin que ni el dinero ni las armas europeas puedan hacer nada para remediarlo.
La relación entre Rusia e India impulsada esta semana por la visita a Nueva Delhi del presidente ruso, Vladímir Putin, tampoco tranquiliza a los europeos. Con amigos como China o India comprando sus combustibles o alimentando su economía, Rusia tiene fuelle para aguantar al menos dos años más de contienda.
La guerra de los activos rusos en plena escalada
Por eso, la Comisión Europea intenta sacar adelante la utilización de los activos bancarios rusos guardados en Europa tras la imposición de sanciones a Moscú por la invasión de Ucrania para hacer nuevos préstamos a Kiev. La CE propuso hace unos días dos opciones para financiar la ayuda militar y de reconstrucción a Ucrania en los próximos años: un préstamo con el efectivo asociado a los activos rusos inmovilizados por las sanciones o bien la emisión de deuda con el respaldo del presupuesto de la Unión Europea.
La iniciativa permitiría a la UE aportar 90.000 millones de euros de los casi 136.000 millones que necesitará Ucrania en ayuda financiera y militar entre 2026 y 2027, según cálculos del FMI, mientras que el resto deberían proporcionarlo otros socios internacionales.
Pero ninguna de esas alternativas acaba de gustar mucho. O bien los países donde se encuentran tales activos temen una reacción rusa, por ejemplo Bélgica, o bien algún otro país llama a esa operación por su auténtico nombre, es decir, una confiscación ilegal de fondos a un Estado ajeno a la UE, lo que llevaría a un descrédito mundial de la legalidad financiera de Bruselas y los Veintisiete.
Bélgica había exigido incluir todos los activos inmovilizados en la UE en el préstamo (unos 210.000 millones de euros), no solo los que se encuentran en sus bancos (185.000 millones) y un sistema de garantías colectivas frente a posibles represalias de Moscú. Su primer ministro, Bart de Wever, afirmó, en todo caso, que tal paso alejaría un acuerdo de paz en Ucrania y sería considerado por los mercados financieros como una confiscación.
Hasta el Banco Central Europeo ha rechazado ser el garante de ese "préstamo" a Ucrania con el dinero de terceros y que habría que devolver en algún momento, detalle que la impulsora de ese paso, la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, parece obviar como un mero efecto colateral de la guerra.
La propuesta de la CE para financiar a Ucrania los próximos dos años considera que los Veintisiete proporcionen garantías para asegurar que se comparte el riesgo de pago del préstamo de esos 136.000 millones de euros. Según la CE, si los Estados no pudieran pagar, el BCE debería asumir los pagos. Evidentemente, el BCE ha dicho que no.
Sobre la segunda opción, la emisión de deuda, tampoco hay mucha voluntad en endeudarse aún más en defensa de un país que solo tras la invasión rusa se convirtió de pronto en pilar indispensable de la democracia y la integridad europea, y que hasta entonces era considerado el segundo Estado más corrupto de Europa, solo superado por Rusia. Que Ucrania vaya camino de la derrota militar tampoco ayuda mucho.
En cualquier caso, para Francia, Alemania y Gran Bretaña el tema es otro. No les importa endeudarse o que se endeude el resto de socios comunitarios, y menos aún les parece poco ético robar los activos rusos en bancos europeos, aunque no exista una declaración de guerra entre Moscú, Bruselas y Londres. Se trata en realidad de un pulso con el Kremlin y la Casa Blanca de Trump, de un postrero intento del viejo continente para mantener a flote un peso internacional perdido hace tiempo por una larga sumisión a Washington. Que tenga que ser Trump quien ahora venga a decirlo es muy triste.
Alemania, Francia y Reino Unido a favor de prolongar la guerra
La animadversión a Trump la dejó ver el jueves el canciller alemán, Friedrich Merz, quien subrayó que el eventual "préstamo de reparación" a Kiev financiado con los activos rusos congelados, debería permitir a Ucrania aguantar otros "dos o tres años" de guerra, y que ello no debería beneficiar a Estados Unidos en el curso de la reconstrucción del país.
Una de las propuestas de Trump es que se dediquen parte de los activos rusos a la reconstrucción de Ucrania, 100.000 millones de euros, y que la UE ponga otro tanto, y que Estados Unidos pueda sacar rédito del negocio al participar en esas tareas de restauración del país.
Macron, quien recibió a Zelenski el pasado lunes en París y lidera junto a Alemania y Reino Unido la postura europea más belicista contra Rusia, manifestó este domingo el apoyo "incondicional" a Ucrania y apostó por "seguir haciendo presión sobre Rusia para obligarle a la paz". Indicó que en Londres se intentará este lunes que la Casa Blanca se implique más en la Coalición de Voluntarios que ayudan a Ucrania y que es liderada por Reino Unido, Alemania y Francia.
Se trata, afirmó, de "proveer a Ucrania con garantías de seguridad sin las que no habrá una paz robusta y duradera. Porque lo que está en juego en Ucrania, es también la seguridad de toda Europa". En este punto las diferencias con Washington son evidentes. Trump considera que la paz en Ucrania es la prioridad, pero como resultado del diálogo ruso-estadounidense, y sobre ella y sobre la nueva relación con Rusia se construirá la futura seguridad europea.
Y Trump cuenta con la aquiescencia de Putin. El pasado viernes, el presidente ruso adelantó que el Kremlin trabaja activamente con Estados Unidos en la redacción de una "posible declaración pacífica" sobre Ucrania. Esa declaración apunta a contactos avanzados desconocidos por la opinión pública, pero que sí podrían conocer los aliados europeos de Zelenski, de ahí su frenética actividad diplomática de las últimas jornadas y la que se espera en las próximas semanas.



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