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La droga salía del bar del ‘poli’

El subinspector contaba con dos locales en Torrejón de Ardoz desde donde blanqueaba el dinero

Los vecinos del Bar Los Rosales en Torrejón de Ardoz (113.000 habitantes) tenían ayer dos cosas claras: “Todo el mundo sabía que en el Rosales se trapicheaba”, pero “el bar es de un poli y no se toca”. Esa era la sensación popular de los alrededores de la avenida de la Virgen de Loreto desde hace tres años, cuando el subinspector de Policía Nacional Antonio M.P. y su mujer se hicieron cargo del local.

Ramón, habitante de una de las casas bajas contiguas al local del agente Antonio M. P., pasaba por allí a tomar una copa “de vez en cuando”. Tenía la impresión de que allí no pasaba nada, salvo por la pintoresca clientela y la redada que sufrió hace tres semanas. La mayoría de los transeúntes del local eran de nacionalidad colombiana, como la mujer del agente detenido. Hace tres fines de semana, estuvo cerrado tres días, después de ser investigado su interior.

“¿Por qué vamos a cerrar? Si no encontraron nada no tenemos por qué hacerlo”, explicó ayer uno de los empleados del local. Su hermana, también camarera del garito, corroboró que su jefe estaba en prisión. Ambos son sudamericanos. “Le han detenido, pero hemos seguido abriendo. Supongo que serán los clientes los que harían algo, nosotros no sabemos nada”, declaró la camarera antes de esconderse de la prensa en el interior del bar.

Unas manzanas alejado del bar Los Rosales, en el polígono industrial de la localidad madrileña, está el otro centro de operaciones del matrimonio. La discoteca Sabor de Caney permanecía ayer cerrada a cal y canto. Los comercios vecinos confirmaron que la clientela de este amplio local era también sudamericana. “A veces le hemos visto venir con su mujer, una colombiana muy atractiva”, explicó el gerente de un establecimiento cercano.

En la parte trasera de la discoteca, permanecía aparcado un BMW con matrícula de Valencia. La puerta del garaje estaba forzada y el coche presentaba un aspecto desastroso, con las ruedas pinchadas y las lunas rotas. Un detalle más del mal ambiente que rodeaba los locales del conocido policía y hostelero de Torrejón de Ardoz.

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