Este artículo se publicó hace 16 años.
Un hombre de 68 años, en huelga de hambre por amor
Un juez considera que su boda con unachica marroquí es una unión de conveniencia
Que tiemble Meca. Si no le dejan estar con su chica, Adolfo cogerá su tabla de surf y, braza a braza, Mediterráneo a través, pondrá rumbo a Marruecos, llegue hasta donde llegue. ¿Un cuento de amor o un cuento a secas? “Yo lo quiero mucho y Adolfo me quiere mucho a mí”. Eddab Nawal tiene 23 años y contesta al teléfono en un español básico. Vive en Casablanca (Marruecos) y dice tener ganas de casarse con su novio. Lo impide un pequeño problema: un juez cree que es una boda de conveniencia.
El novio se llama Adolfo Galán, tiene 68 años y vive en Castell de Ferro (Granada). No fuma, no bebe, es deportista y no le tiene envidia “a ningún hombre de 40 años”. Pero últimamente, según el médico, su salud de hierro puede verse deteriorada: lleva 13 días en huelga de hambre. “Lo hago por amor, sí, pero también por mis derechos, para que se me respeten porque yo siempre he sido un firme defensor de la democracia”, afirma Adolfo.
Hace tres años
La última vez que vio a Eddab fue hace un mes. “La conocí hace tres años en un viaje de trabajo a la Universidad de Hasan II [en Casablanca] y nos enamoramos”, cuenta. Y la historia, pese a la diferencia de edad y religión, echó a andar. O quiso echar a andar, porque de momento Adolfo sigue a dos velas. Decidieron casarse por poderes tras las “múltiples trabas” para que Eddab viniera a España. “Y eso que podría haber pagado para traerla ilegalmente, pero a mí no me va eso”, dice. Él ha viajado a Marruecos hasta no caberle ya “todos los sellos en el pasaporte”. Pero ni su sinceridad ni las marcas del aeropuerto convencieron al Juzgado de Familia de Motril, que el pasado junio emitió una resolución en contra del matrimonio.
“El juez me preguntó por el nombre del primo y de la madre de ella y yo no sé cómo se llama la madre porque siempre la llama mamá”, alega Adolfo, mientras su hijo de cuatro años lo interrumpe con una fotografía. “Me divorcié de mi única esposa porque tuve un desliz en un viaje. Hice una parada en Rumanía y tuve este niño. Fue un feliz desliz”, insiste. Perfecto. Pero Marruecos. ¿dónde se queda cuando va allí? “A veces en su casa, pero casi siempre en un hotel, porque respeto absolutamente la religión musulmana de mi prometida”.
En apenas unos días, Adolfo recurrió la decisión del juez y llevó su protesta al paso fronterizo del Tarajal, entre Ceuta y Marruecos. Tampoco sirvió de nada. “Ahora he descubierto que mi expediente ha desaparecido del Ministerio de Justicia, me han engañado los políticos y yo no soy de ningún partido, me da vergüenza que esto me esté pasando en el país de las libertades”, lamenta. ¿Y hasta cuándo seguirá con la huelga de hambre? “Hasta el final y tomaré medidas más drásticas: en estas cirscunstancias, sin ingerir alimento, cogeré mi tabla de surf y me tiraré al mar hacia Marruecos, me quede donde me quede”. Lo dicho, Meca.
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