Este artículo se publicó hace 16 años.
Los modernos helicópteros Tigre y la cabra engalanada de toda la vida
Chacón aprovecha el Día de las Fuerzas Armadas para insistir en la necesidad de "profundizar en su modernización"
Las principales calles cortadas, poca circulación en el resto de la ciudad y muchas personas en la calle. Zaragoza celebró ayer el Día de las Fuerzas Armadas, tomando el relevo a León, que lo acogió el año anterior. Si la ausencia de Zapatero, debido a que el presidente del Gobierno no suele acudir a tal conmemoración, provocó entonces en su tierra un gran malestar, esta vez en Zaragoza hubo pocos abucheos. Fueron tenues y se dejaron oír a la llegada del ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que sustituyó a Carme Chacón, de baja por maternidad.
Pese a su ausencia, Chacón insistió ayer, a través de un artículo en Heraldo de Aragón, en la necesidad de "profundizar en el proceso de modernización" de las Fuerzas Armadas, desde las estructuras hasta los procedimientos y la formación de los militares. La ministra se mostró determinada a lograr el consenso político y social, éste último para lograr que los ciudadanos se sientan identificados con las Fuerzas Armadas.Identificados o no, miles de vecinos asistieron al desfile, aunque en los últimos días habían abundado las quejas por el estruendo de los aviones que sobrevolaron la ciudad en los ensayos previos y por el corte del Paseo de la Independencia, que obligó a cambiar el circuito de diez líneas de autobús. La presencia masiva de personas vestidas de verde no sorprendió mucho a una ciudad que acoge la Academia General Militar.
Aunque no todo el mundo estaba dispuesto a seguir la jornada: "Mal día para venir a Zaragoza. Cuando acabe este servicio me voy corriendo para casa", protestó un taxista, que se declaró harto de sufrir los prolongados cortes de calles, si no por obras, por festejos de Estado.
Una hora antes del inicio, las autoridades aguardaban la llegada de los Reyes y los príncipes Felipe y Leticia, tal y como manda el protocolo de la Casa Real. La tribuna se encontraba en pleno sol, no así el resto de zonas reservadas para periodistas y otros asistentes. Los trajes negros se movían impacientes y las mujeres usaban cualquier enser como abanico.
Aparecieron los monarcas y al poco empezó el acto. Una bandera gigante, transportada por ocho soldados, se encaminó hacia el mástil. La bandera, "símbolo de España que merece el máximo respeto", afirmó la voz que iba presentando el acto.
El desfile incluyó la última incorporación del ejército: dos helicópteros Tigre, que sobrevolaron el centro de Zaragoza a escasos metros de altura. El desfile aéreo integró también aviones F-18, Eurofighter, los veloces Harrier y los más grandes, los Hércules, que cruzaron el aire del centro de Zaragoza de forma imponente. En el desfile de las fuerzas de tierra se vieron tanques, mandos, logística y 1.700 hombres y mujeres, éstas aún una gran minoría, de los tres Ejércitos y de la Guardia Civil.
Pese a las ansias de modernización de la ministra, además de los "Viva España", los repetidos honores y el regio protocolo, tampoco faltó la legión, que desfiló con su paso específico, camisas desabrochadas y barbas pobladas y la cabra engalanada para la ocasión.
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