Este artículo se publicó hace 12 años.
Una radiografía a la neoderecha
Buen rollo
"No practica ni predica ninguno de los comportamientos de las derechas duras del siglo XX. Aunque, a veces, como en Italia, su componente originalmente fascista a menudo revele cierta añoranza de aquel pasado". Simone explica que ya no practica "la represión de prensa, ni el escuadrismo, ni mucho menos los campos de concentración". Aunque habría que discutir mucho sobre "el encarcelamiento de adversarios" o "el colonialismo" o "el militarismo" y, desde luego, "la represión de las libertades civiles".
La ideología apesta
"En general, la neoderecha sostiene que la distinción entre derecha e izquierda ya está superada y que se pueden practicar sin dificultad alianzas más amplias. Ello comporta como precio la deslegitimación y el debilitamiento de algunos requisitos primordiales clásicos de la izquierda".
Viva el populismo
"Donde la neoderecha revela su verdadero rostro es en el hecho de que le gusta contar con mayorías sólidas, dado que puede utilizarlas como apoyo a sus aspiraciones populistas. ‘¡Nos ha votado el pueblo!', ‘¡Lo quiere el pueblo!', son algunas de sus consignas más frecuentes", escribe Simone.
Contra la política
Simone asegura que la neoderecha es "profundamente antipolítica" porque sabe lo que quiere el pueblo "y, sobre todo, sabe explotar el desfase entre lo que quiere el pueblo y lo que imponen las leyes". Añade: "Si el pueblo quiere algo en contra de lo que prescribe la ley, lo que debe prevalecer es lo primero". Para Simone, es una falsa preocupación socialista.
El móvil religioso
No, no es liberal. El autor sostiene que ignora de las derechas históricas de los siglos XIX y XX sus "objetivos fundamentales". "Las derechas históricas no aceptaban la intervención del Estado en la economía y en los negocios, pero, a cambio, eran laicas, es decir, capaces de distinguir nítidamente la frontera entre Estado e Iglesia, entre poder político y poder religioso".
La derecha es ‘guay'
"Pese a que persigue unos objetivos ultratradicionales, está muy al día en cuanto a métodos e instrumentos, a la imagen y las técnicas de propaganda: quiere parecer moderna, vital, joven (aunque a menudo la gobiernan viejos) y llena de energía, apolítica y casi antipartidos".
Desprecia al pueblo
Para Simone, la neoderecha no reconoce otra clase que no sea la burguesía, pequeña o mediana, a la que intenta llevar a niveles insostenibles de consumo y de entretenimiento. "Ignora al resto de la población (pobres, casi pobres, gente en riesgo de caer en la pobreza, minorías e inmigrantes). En realidad, la neoderecha desprecia al pueblo, al que ve tan solo como público".
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