Este artículo se publicó hace 13 años.
A tiro limpio con el enemigo
Victorias y derrotas se viven mal en solitario
Un mitin es la celebración de una paradoja. El grito de los convocantes alcanza a quienes han decidido su voto de antemano. Más que un grito es como un susurro amplificado a los convencidos. Las plazas de toros son una metáfora: de la memoria de la Transición, de un reto a corto plazo, de una respuesta a la amenaza del otro, de ese futuro que se augura feliz entre la aclamación de los leales.
Cuando se murió Franco, el territorio simbólico de la política a pie de calle se trasladó del palio en las procesiones y el No-Do a las gradas entusiastas de los cosos taurinos.
Todas las llamadas tienen como meta una cita el 22 de mayo, ¿y el 23 qué?
El toro y el torero otras figuras clásicas de la representación eran sustituidos por el estrado multicolor y la oratoria apasionada, por la música que en vez de pasodobles eran himnos coreados por veinte mil voces arrullando un tiempo que ahora mismo no se reconoce.
Marketing bipartidistaPara el marketing del bipartidismo imperante, tanto o más importante que el discurso es conseguir llenar más que el contrario una plaza de toros. El reto a vencer tiene un plazo: saldar el 22 de mayo con una victoria en las urnas.
Si no se gana, será jodido ver cómo losaplausos se vuelven cuchilladas
Todas las llamadas son para que la ciudadanía cumpla sin excusas con esa cita de domingo. La pregunta que me hago es siempre la misma: ¿y el 23 qué? La victoria y la derrota se viven mal cuando se viven en solitario. La tentación del despotismo culebrea por las arterias de quien gana, y si no se gana será jodido ver cómo los aplausos y las banderolas se retiran cabizbajos y empieza la peregrinación cuatrienal y no sé si también las cuchilladas a lo Bruto en el corazón del perdedor.
Cuando ayer hablaba Jorge Alarte en la plaza de toros de Valencia, pensaba yo en lo que decía y también en lo que estarían pensando algunos de los suyos a dos metros de distancia.
La metáfora de la plaza de toros regresaba imaginariamente en la suerte del descabello y cuando el líder socialista repetía una y mil veces la palabra dignidad me venía a la cabeza qué dignidad puede haber en quienes ayer mismo, mientras le sonreían y abrazaban, estarían deseando que se estrellara abruptamente el domingo de las elecciones.
A Rodríguez Zapatero se le hizo un bucle su discurso y desde aquí le doy un humilde consejo: sólo 20 minutos de mitin sólo 20 y a tiro limpio con el enemigo.
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