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Tres debates decantan la campaña electoral

Los cara a cara instalan el pesimismo en el PP, Rajoy hace autocrítica y Aguirre empieza a hablar de perder mientras aparecen dudas en el PSOE sobre la mención al número de muertos.

FERNANDO GAREA

Mariano Rajoy ha jugado toda la legislatura a las Siete y media. No ha parado de apostar su suerte al juego en el que puedes perder igual si te pasas que si no llegas y ganas si encuentras el punto justo.

Rajoy no lo ha encontrado, aunque siempre ha tenido tendencia al exceso. Tanto que ha sido una constante que cuando el Gobierno estaba más aturdido acudía el líder del PP al rescate con su exceso. Casi siempre desafinando y sin encontrar el ritmo preciso, porque dejó que otros se lo marcaran.

Las pocas veces que optó por plantarse y no llegar fue advertido seriamente por sus hooligans y se veía obligado a volver de nuevo a la senda. En esta campaña ha tirado la toalla de la resistencia y se ha olvidado de que gana el que encuentra las siete y media justas.

Su juego le ha servido para llegar hasta aquí con los suyos cohesionados y con un suelo electoral sólido, similar al de hace cuatro años. En el primer debate se pasó de las siete y media, pero cohesionó a los suyos. El lunes tampoco acertó con la afinación exacta, mantuvo el mismo ritmo y no logró ampliar su campo.

No le ha ayudado la sorprendente aparición estelar de Aznar el domingo, que tendrá continuidad el jueves en otro acto. Aznar e Irak le persiguen como una pesadilla.

La mirada de los corresponsables extranjeros no siempre es justa, pero conviene recurrir a ella para tener una visión distanciada, a modo de cámara cenital que abarca todo el plató electoral. El lunes el Financial Times situaba al actual PP en la derecha extrema y ayer Le Monde publicaba una crónica de Cécile Cahambraud con el revelador título: 'El líder de la derecha española, Mariano Rajoy, no ha sabido dar una línea clara al PP'.

El texto sostiene que 'a menos de una semana de las elecciones, el rival de los socialistas, que se dice 'moderado', ha endurecido su campaña'. La crónica repasa las exclusiones de Gallardón y Piqué, la victoria de los 'duros' como Esperanza Aguirre y analiza el endurecimiento de su mensaje de campaña, sobre todo, respecto a la inmigración.

También el alemán Berliner Zeitung analiza el mensaje de Rajoy y asegura que ' le gusta a sus seguidores, pero a los indecisos les resulta indiferente. A este gallego y padre de dos hijos, el papel de malo de la película le va grande'. Es decir, le ve sobreactuado y fuera del tono que le corresponde.

Dos figuras mediocres

En ese repaso, al líder del PP sólo le puede consolar el mal de muchos, porque la revista norteamericana Newsweek asegura sobre Zapatero y Rajoy que 'la elección entre dos figuras mediocres es toda una humillación para una nación que parece haber disfrutado de un inusual liderazgo' y descalifica al presidente del Gobierno por 'apartarse del radar global y, lo que es peor, desconectarse del electorado con una serie de chapuceras decisiones políticas' y al del PP por ser ' un político anodino'.

A cinco días de las elecciones casi todo parece resuelto. Ya no es posible ninguna pirueta, salvo la previsión del PSOE de apelar al voto útil y a la movilización de aquí al viernes.

Los tres debates de la campaña, es decir, los dos de Zapatero y Rajoy y, especialmente el de Solbes y Pizarro, le han servido a los socialistas para dar la vuelta a una campaña que iniciaron a remolque y siguiendo la iniciativa del PP. El de Solbes tiene más importancia de la que se le ha concedido, porque sirvió para anular al que iba a ser portavoz del asunto que pretendían situar como centro de la campaña. Ayer en el PP, por debajo de los discursos oficiales, se respiraba pesimismo. Además, su líder cometió el error de hacer autocrítica en público. 'No debería haber debatido tanto tiempo sobre Irak y el 11-M', admitió en Onda Cero. Remató Esperanza Aguirre, pensando en el día 10, al aceptar por primera vez la posibilidad de que el PP pierda : 'Rajoy va a ganar. Y, en el peor de los casos, a subir'.

Camps en la sucesión

La lideresa, además, introdujo en elmundo.es otro tema espinoso a pocos días de las elecciones: 'El líder en el PP se ha elegido siempre en el Congreso Nacional, en el que votan directamente o a través de compromisarios los 800.000 afiliados'. La última vez no fue así, pero pone sobre la mesa la sucesión para la que ya se menciona otro nombre: Francisco Camps.

En el PSOE todo es euforia oficial, aunque algunos en privado cuestionan duramente la frase de Zapatero sobre los muertos de esta legislatura y los de la anterior. Dicen que no era necesario pasarse de las siete y media.

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