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Última llamada para evitar el fracaso escolar

70.000 malos estudiantes de 15 a 18 años optan por cursos de FP inicial para obtener la ESO o seguir estudiando

DIEGO BARCALA

Sara, Jennifer y Santi tienen 16 años y cursan un PCPI (Programa de Cualificación Profesional Inicial) en un instituto de Formación Profesional en Madrid. Su futuro académico pende de un hilo después de haber pasado sus últimos años con mucha pena y nada de gloria en la ESO. Son carne de fracaso escolar, pero el próximo trimestre empezarán unas prácticas laborales de un mes. En junio, elegirán entre seguir formándose o si pasarán a engrosar el grupo del 30% de jóvenes que abandona el instituto sin llegar a Bachillerato o a FP de grado medio.

'El año pasado me quedaron cuatro. ¿Por qué? Pues porque no hacía nada, y eso que estaba repitiendo', dice Sara con rostro serio frente a un ordenador. Cursa un PCPI de Administración. 'En mi casa ahora me ayudan. Me siento orgullosa de haber elegido esto', dice esta adolescente rodeada de chicas de su edad pero con aspecto maduro. 'Me quedaron todas. Ni siquiera iba a clase', admite otra compañera, Jennifer, de 16 años, que avisa: 'Si encuentro trabajo lo dejo. A mí no me gusta estudiar'.

'Venimos porque es lo último que nos queda', admite una alumna

En los bajos del mismo edificio del Instituto de Educación Secundaria (IES) San Blas se encuentra el taller mecánico. Santi trabaja alrededor de una mesa con siete compañeros. Ninguno suspendió menos de cuatro materias el curso anterior en ESO. Sin embargo, medio año después, Santi se ve con fuerzas para afrontar un examen en junio para acceder a la FP de grado medio (equivalente al Bachillerato).

'Estamos acojonados, pero de otra manera no habríamos avanzado. Ahora vamos a clase', explica este adolescente con el consentimiento del resto de alumnos. 'El año pasado no iba a clase, estaba en la calle, no hacía nada', reconoce.

Estos chavales han recuperado la autestima. Al menos, los que acuden a clase con normalidad. 'Los que no vienen a estas alturas ya no vuelven', advierte el director del centro, José Luis Sáez. 'Un 99% son unos vagos, con familias desestructuradas. Vamos, los de siempre. Por eso es tan importante la labor del profesor, que tiene que motivarles mejor que nunca', explica el director.

'Estos chavales estarían en la calle si no estuvieran aquí', dice un profesor

Los PCPI fueron creados el curso pasado y son los herederos de la antigua Garantía Social que acogía a los alumnos con más dificultades para obtener alguna formación básica. El resultado, después de un año en funcionamiento del plan, es 'positivo', según los institutos que lo han puesto en práctica.

Este curso otorga tres salidas: aprobar un examen para acceder a FP de grado medio, hacer un segundo año voluntario de 15 horas lectivas a la semana (10 menos que las de la enseñanza común) para obtener el título de ESO o reengancharse al Bachillerato. La última opción no la escoge casi ningún alumno.

'Si encuentro trabajo lo dejo seguro', afirma una chica de 16 años

En España hay matriculados 70.394 alumnos de PCPI en este curso. Son un 31% más que el año pasado. Un 60% de ellos se ha reenganchado a un curso de Formación Profesional de grado medio, equiparable al Bachillerato, después de aprobar un examen. El 64,3% son alumnos masculinos que se matriculan en cursos de electrónica, mecánica, fontanería u hostelería. El 35,7% de alumnas se suele repartir en las ramas de estética, peluquería, administración u hostelería.

'No faltan más cursos. Son los que se ajustan al sector económico de Madrid', dice el director del IES San Blas. En el PCPI de peluquería de este mismo centro estudia Jennifer, que ya tiene trabajo en una peluquería. Su profesora la persuade para que siga formándose: 'Tiene que saber que si no se forma más se quedará estancada'. O en el paro en cuanto venga una nueva crisis. Casi seis de cada diez desempleados en España apenas cuenta con una formación básica.

'Les recomendamos a todos que hagan el examen de acceso al grado medio. El año pasado lo aprobaron un 80%. Era un grupo muy bueno', dice Emilia Bravo, la jefa de estudios de Formación Profesional del I.E.S. Barrio de Bilbao, de Madrid. En este centro estudian 750 alumnos, 40 de ellos son de PCPI en dos módulos: estética y peluquería. La mayoría son chicas y en un porcentaje alto, inmigrantes.

Es el caso de Amelia, madre de 17 años, que en cuanto pueda quiere regresar a su país. 'Yo no quiero hacer el examen, mi idea es volverme', dice con desdén esta joven madre colombiana.

En el aula de peluquería, las vecinas del barrio son las modelos voluntarias. La mayoría son alumnas, menos Carlos, de 16 años, que tiene claro su futuro: 'Aquí estamos mucho mejor que en la ESO. Como tenemos más prácticas conseguimos mejores resultados. He elegido esto porque me gusta la peluquería, quiero hacer un grado medio y después uno superior porque si no tienes formación, no eres nadie'.

Su compañera, Teresa, le interrumpe: 'No te engañes, estamos aquí porque es la última oportunidad que tenemos. A mí no me gusta la peluquería, pero el año pasado no iba ni un día a clase'. Teresa cumple el perfil que sus profesores otorgan a las alumnas de peluquería. Habla claro y tiene un punto de madurez mayor que los de otros módulos. 'A mí lo que me gusta es cuidar niños, quiero hacer un FP de auxiliar de enfermería', destaca.

'Parecen más maduros, pero son niños. Aquí los profesores somos también papi y mami. Son chicas desorientadas para las que su vida gira en torno a su novio. Cuando las dejan es un drama. Pero son muy agradecidas. Cuando vienen después de dar las prácticas de un mes, son otras personas', describe José Luis, que les enseña las clases teóricas de Matemáticas. En la pizarra, una ecuación de un nivel alto, pero matiza: 'Tengo chicas de cuatro niveles distintos en una clase de 16 alumnos. Además, tengo dos de integración que están aprendiendo a dividir'.

Enrique o Don Enrique, como se cachondean los alumnos del PCPI de automoción del IES de San Blas, añade otras características a este tipo de alumnos. 'Son muy individualistas, les cuesta mucho trabajar en equipo. Tengo uno que tiene muy buena mano con los motores, pero lo quiere dejar. Es el mejor alumno que tengo pero su padre está en paro y me ha dicho que se va', explica.

La implicación de las familias es fundamental. Apenas acude a las reuniones el 50% de los padres y algunos alumnos aseguran que sus progenitores 'pasan' de sus suspensos. 'Hay que tener confianza en que suba el nivel educativo de los futuros padres', analiza el libro Abandono escolar y mercado del trabajo, editado por el Ministerio de Trabajo.

En su segundo año de implantación, los PCPI son un ejemplo de flexibilidad en el sistema educativo. 'Estos alumnos estarían en la calle si no les damos esta oportunidad', concluye el profesor de electrónica de San Blas, Carlos Morcillo.

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