Otras miradas

Israel y Hamás en el bucle del terrorismo

Ramón Soriano

Catedrático emérito de Filosofía del Derecho y Política de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

Palestinos buscan personas desaparecidas bajo los escombros de una mezquita destruida en la ciudad de Deir Al Balah, Franja de Gaza, el 4 de febrero de 2024, tras un ataque aéreo israelí.- EFE/MOHAMMED SABLE
Palestinos buscan personas desaparecidas bajo los escombros de una mezquita destruida en la ciudad de Deir Al Balah, Franja de Gaza, el 4 de febrero de 2024, tras un ataque aéreo israelí.- EFE/MOHAMMED SABLE

Ha sorprendido a muchas personas que el papa Francisco públicamente en el Vaticano haya calificado de terroristas las actuaciones de Israel: "Sigo recibiendo noticias muy graves y dolorosas de Gaza. Civiles desarmados son objeto de bombardeos y tiroteos. Algunos dirían: Es la guerra. Es terrorismo. Sí, es la guerra. Es terrorismo". Lula, presidente de Brasil, ha acusado a Israel de terrorista y de ejecutar una agenda de genocidio del pueblo palestino.

La BBC ha sido presionada por el Gobierno del Reino Unido y otras organizaciones por no llamar terroristas a los combatientes de Hamás. La BBC, cuyo prestigio es sólido por su neutralidad e independencia, llama militantes a los miembros de Hamás, porque es su tradición en los conflictos bélicos y buscando una equidistancia como derivado de su independencia informativa. Lo que la BBC no dice, pero sí piensa, es que si tiene que llamar terrorista a Hamás también tendría que llamar terrorista a Israel.

Por el contrario, en las universidades estadounidenses, pagadas por terceros privados, se ha desatado una caza de brujas contra quienes se atreven a criticar a Israel; ya varias rectoras están en la picota y una ha dimitido (también se ha extendido la caza de brujas en las prestigiosas universidades MIT y Harvard).

A diferencia de tantas críticas de "lavado de conciencia" y nada más, Sudáfrica ha optado por la tangente de la eficacia. Ha llevado a Israel ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que por ahora ha dictado seis medidas cautelares incumplidas por Israel.


Respecto a Hamás no es necesario insistir aquí en la acusación de grupo terrorista. Basta saber que así lo califica Estados Unidos y Europa. Aunque ya sabemos que las listas de los Estados y organizaciones terroristas bailan al gusto (entiéndase interés concreto) de sus confeccionadores. Comenzando por la gran y temida potencia, Estados Unidos, que mima a terroristas que saltan en su comba, de la misma manera que califica de terroristas a simples díscolos que se oponen a su hoja de ruta. Publiqué mi libro Los neoconservadores y la doctrina Bush. Diccionario ideológico crítico, en el que me explayo en ejemplos históricos de la doble vara de medir de la gran potencia calificando a Estados y organizaciones terroristas (voces "terrorismo", "Estados canallas" y "tiranía").

Reconozco a Hamás un gran mérito: haber desacreditado nada menos que al ingenioso Maquiavelo, una de cuyas máximas para el mantenimiento del poder era divide y vencerás (que no es suya, sino proveniente de Roma donde fue empleada por César). Hamás fue una creación de Israel, que lo alimentó y dotó de medios, con la finalidad de abrir una lucha fratricida entre las dos más relevantes organizaciones palestinas, Al Fatah y Hamás, la cual debilitaría las pretensiones palestinas y beneficiaría a Israel. Todo lo contrario. Hamas ha eclipsado a Al Fatah y se ha convertido en el peor enemigo de Israel. Maestro Maquiavelo: te has equivocado. No siempre se vence dividiendo al enemigo.

Las posiciones ante el conflicto palestino-israelí

En los comienzos del conflicto bélico en una reunión de la Asamblea General de Naciones Unidas para votar una resolución con la finalidad de detener la guerra de Gaza ya se enfrentaron las dos posiciones, que siguen hasta la fecha: el embajador palestino protestaba de la masacre de Gaza y el embajador israelí sostenía que se trataba de una guerra solo contra el terrorista Hamás, al tiempo que se despachaba criticando a Naciones Unidas, según él "una organización corrupta moralmente". Israel no asumió la resolución de alto el fuego, aprobada con 153 votos a favor, 10 en contra y 23 abstenciones, como tampoco ahora asume las medidas cautelares de la Corte Internacional de Justicia de La Haya y como nunca asumió las resoluciones de Naciones Unidas.


Resumiendo, creo que las posiciones ante el conflicto bélico se concretan en dos puntos de una visión unilateral y proisraelí del conflicto y las réplicas a cada uno de ellos de parte de quienes tienen una visión más amplia y multilateral. Veamos.

Primer punto de una visión unilateral proisraelí: Israel es una democracia y un Estado de Derecho rodeado de autocracias políticas

El primer punto es el hecho de que Israel es una democracia en un escenario en el que le rodean Estados musulmanes con un sistema político autocrático y de negación de los derechos humanos. Israel -dicen- es un Estado de Derecho. Es verdad ese escenario de autocracias político-religiosas, contra las que nada pudo la Primavera Árabe, pero solo con matices podemos sostener que Israel es un Estado de Derecho. La democracia israelí es frágil, de escaso recorrido y actualmente en estado de involución. Indico algunos elementos.

El Gobierno de Israel está controlado por los ultraortodoxos (18 escaños) y la ultraderecha (14 escaños), que junto con el partido conservador de Netanyahu (32 escaños) dan 64 escaños de un total de 120 de la Cámara. Ultraortodoxos y ultraderecha condicionan, debido a su fuerte representación en el Parlamento, cualquier actuación del Gobierno. Se pretende una vulneración de la separación de poderes estatales.


En primer término, la reforma de la justicia en versión autoritaria: que la comisión de elección de jueces esté formada por políticos (miembros del Gobierno y diputados) y que el Tribunal Supremo carezca de la competencia de control de la constitucionalidad de las leyes. La regulación de los derechos humanos está muy lejos de la protección que poseen en las democracias avanzadas. Y por otro lado hay un largo trecho entre la regulación de los derechos y su efectiva práctica. Pero, como veremos en la réplica, la situación es mucho peor.

Réplica al primer punto: Las excepciones de la democracia y el Estado de Derecho israelí en relación con el pueblo palestino

Israel es una democracia con grandes lagunas en sus normas y sobre todo en la práctica del derecho. Pero sobre todo es una democracia de puertas adentro respecto a los israelíes y una tiranía de puertas afuera en relación con sus vecinos palestinos. El ejemplo paradigmático es la existencia de miles de palestinos/as presos en las cárceles de Israel, detenidos ilegalmente, sin causa formalizada, sin juicio durante varios años, sometidos a torturas. Y lo más grave: muchos de ellos son niños.

Las condiciones indicadas de los presos palestinos en las cárceles de Israel no obedecen a la opinión de un sector de la opinión pública o de determinados medios, sino que son reflejadas y denunciadas en numerosas resoluciones de Naciones Unidas, en el informe de la Relatora Especial de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados, en la masiva información de la independiente BBC, en los informes de ONGs de demostrada neutralidad como Amnistía Internacional, en los informes de observadores internacionales, de abogados occidentales visitantes de Palestina, etc., etc.


Segundo punto de una visión unilateral  proisraelí: La concepción puntual y parcial del conflicto condensada en un ataque de Hamás a Israel

Hay quienes reducen y cosifican, como en una foto fija, la magnitud del conflicto palestino-israelí en el hecho obviamente condenable del ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, asesinando y secuestrando a un alto número de israelíes (en total casi dos millares). De ahí surge la expresión sin matices de líderes políticos, organizaciones, colectivos e individuos del planeta, comenzando -no podía faltar- por el presidente de Estados Unidos, coreado por sus amigos europeos: "Israel tiene todo el derecho a defenderse".

Y nada más, sin ningún matiz. Israel masacraba a miles y miles y miles de palestinos -muchos ancianos, niños y mujeres- y la única voz que se oía entre los líderes de Occidente es que "Israel tiene todo -insisto: todo- el derecho a defenderse". Después, como Israel no paraba de destruir y matar indiscriminadamente sin pausa, estos líderes se avinieron a pedir la indemnidad de los civiles, la ayuda humanitaria y el alto el fuego.

Muchos líderes de Israel y comentaristas proisraelíes afirman que la guerra de Israel es exclusivamente contra Hamás y no contra Palestina, como si Gaza no formara parte de Palestina, como si Hamás no fuera la organización más votada en las elecciones de Palestina de 2006 y el órgano de gobierno de Gaza, como si los soldados israelíes no atropellaran, detuvieran y asesinaran también a civiles palestinos de Cisjordania. Curioso que cifras muy altas de políticos y comentaristas españoles miren hacia Hamás como si se tratara de un grupúsculo de matones y no de la organización política, que obtuvo mayoría absoluta en las elecciones de Palestina (sic: Palestina, no Gaza, sino Palestina, que engloba a Gaza y Cisjordania): 76 escaños de un total de 132; Al Fatah: 43 escaños, y 13 escaños repartidos en varios partidos pequeños. La omisión interesada puede ser  tan fraudulenta como la acción falsa.


Probablemente muchos de los que proclaman que Israel tiene todo el derecho a defenderse sin mirar a los lados de la historia, como burros con grandes orejeras, desconocen que hace ya 75 años tuvo lugar la primera nakba (catástrofe), en la que fueron expulsados por Israel setecientos mil (700.000) palestinos de sus tierras, que  emprendieron la primera diáspora. Israel se apoderó de sus tierras, inmuebles e infraestructuras. Hace tres cuartos de siglo ya Israel era un consumado terrorista.

Réplica al segundo punto: El conflicto bélico contemplado en la historia de la opresión y dominio de Israel desde 1948

El condenable ataque de Hamás contra Israel en la jornada del 7 de octubre pasado no es equiparable a 75 años de opresión, invasiones y guerras de exterminio sufridas por los palestinos. Cuando se pregunta a representantes de Palestina en los Estados europeos y organizaciones internacionales si condenan el ataque de Hamás a Israel, contestan  que más aun condenan los ataques persistentes y desproporcionados de Israel contra Palestina o que condenarán el ataque, cuando Palestina sea resarcida de los agravios y exista un Estado palestino.

He advertido que personas no informadas dan su opinión sin conocer los hechos acaecidos desde 1948, fecha de creación del Estado de Israel y comienzo de la opresión del pueblo palestino por Israel, ayudado a todos los efectos por Estados Unidos, mediante guerras de invasión, ocupación de su territorio por colonias de israelíes, control militar de fronteras, desobediencia a cualquier resolución de Naciones Unidas, ruptura de los pactos y convenios firmados con el pueblo palestino ante Naciones Unidas, etc. Comparar 75 años de conflicto bélico, que han deparado un progresivo genocidio del pueblo palestino, con el ataque de Hamás del 7 de octubre es una autoceguera voluntaria del que no quiere ver o simple ignorancia de la historia real.

Algunos pueden pensar erróneamente que la respuesta extraordinariamente violenta y desproporcionada de Israel al ataque de Hamas del 7 de octubre es un hecho aislado. No. Es la reiteración de la misma estrategia en ocasiones anteriores. He estudiado a fondo las guerras de Palestina-Israel con ocasión de mi libro Teoría y práctica de la guerra justa del presidente Obama, que contiene un apartado de la guerra palestino-israelí de 2014, un claro precedente de la actual, con destrucción del territorio palestino, de sus inmuebles e infraestructuras por el poderoso ejército israelí, y con resultado de un porcentaje de cincuenta civiles palestinos asesinados, incluyendo a muchos ancianos, mujeres y niños, por un soldado israelí.

La Alta Comisionada de Naciones Unidas para la Protección de los Derechos Humanos dimitió de su cargo por la pasividad cómplice de Estados Unidos, cuyo comandante en jefe era a la sazón Barak Obama, Premio Nobel de la Paz.

He leído los escritos y comentarios de líderes palestinos y de expertos en el conflicto bélico, que va en camino de alcanzar el siglo. Muchos de ellos aseguran que se veía venir lo que ha sucedido, que la presión y hostilidades de Israel eran de tal gravedad que Hamás explotaría, porque la situación difícilmente podría contenerse por mucho tiempo.

Conclusiones

La actitud de Israel atentando contra la dignidad de las instituciones internacionales, incumpliendo los pactos y convenciones que ha firmado, negándose a parar la destrucción de Gaza, al tiempo que sigue masacrando a la población civil gazatí, está ofreciendo ante la opinión pública mundial la imagen de un Estado terrorista en su versión del peor terrorismo de Estado, la del Estado terrorista invasor y opresor.

Porque el terrorismo no es un concepto unívoco. No todos los terrorismos son iguales. Hay un terrorismo de arriba, de la arrogancia, de destructor del débil y un terrorismo de abajo, solidario, de defensa del débil. Un terrorismo invasor del más fuerte y un terrorismo de la resistencia del más débil. El terrorismo de los nazis y el terrorismo de la resistencia de las naciones invadidas por el Tercer Reich.

Los terrorismos se retroalimentan cuando derivan de vecinos irreconciliables. El terrorismo de Hamás no se explica sin el previo terrorismo de Israel: el primero es fruto del segundo. Cada acto terrorista de Israel coloca un fusil en las manos de un joven palestino. La violencia crea violencia, pero es más violento el primero que la inicia y produce más violencia quien tiene más poder para desencadenarla. Israel es más violento y genera más violencia que su vecina Palestina. Si miramos a la historia fríamente y sin prejuicios es fácil llegar a esta convicción.

El problema de Hamás es que ha olvidado que el terrorista con más poder y bien protegido y relacionado en la esfera internacional aguarda impaciente a que cometa  actos violentos contra él para proceder a eliminarle con furia y sin cuartel y apropiarse de su territorio al completo, apoyado por el silencio cómplice de la comunidad internacional inmóvil debido a sus entrelazados intereses económicos con el poderoso Estados Unidos y su "niño mimado", Israel. Ya lo ha dicho Chomsky: el problema de Palestina es que no tiene nada que ofrecer a nadie y está enfrentada a dos señores del capitalismo mundial.

No es una guerra exclusiva de Israel contra Hamás, como dicen y quieren Israel y los filoisraelíes, sino un genocidio en toda regla e intensidad contra la población gazatí. La historia se repite. Asistimos al combate sin pausa y sin fin de un terrorista invasor y opresor y un terrorista de resistencia.

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