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Bélgica se queda sin Gobierno

La coalición se desmorona a dos meses de asumir la presidencia europea

DANIEL BASTEIRO

Uno de los más viejos y oscuros motivos de confrontación nacional hizo caer ayer al Gobierno belga dirigido por el Yves Leterme. Cinco meses después de constituirse, el partido flamenco Open VDL decidió abandonar la coalición, formada por otros cuatro partidos, llevando a Leterme a presentar su dimisión al rey Alberto II. Es la tercera vez que Leterme presenta su dimisión, tras llevar al país a una crisis entre valones y flamencos que casi acaba en 2008 por dividir Bélgica en dos. Sin embargo, Alberto II rechazó tomar una decisión ayer y optó por iniciar una ronda de consultas con los diferentes partidos políticos.

El eterno conflicto acerca de los derechos electorales de los francófonos que viven en Bruselas-Hal-Vilvorde, unos suburbios de la capital, es la causa de esta nueva crisis de Gobierno, que llega dos meses antes de que Bélgica asuma la presidencia rotatoria de la Unión Europea. Esos distritos, situados en Flandes, cuentan con una gran población francófona a la que hasta ahora le está permitido elegir lingüísticamente entre varias listas electorales y ser juzgada en su lengua materna.

Los partidos flamencos defienden que Bruselas-Hal-Vilvorde debe desgajarse de las normas que rigen en la capital, la única zona totalmente bilingüe del país, e integrarse en la región de Flandes.

Aunque una crisis de Gobierno no sorprende ya a ningún belga, la recesión económica y la presidencia europea revisten a este nuevo episodio de luchas institucionales de una gravedad inaudita. 'Es un gran drama para Bélgica por el contexto europeo', dijo el ex primer ministro Wilfred Martens, presidente del Partido Popular Europeo.

El Gobierno federal contaba hasta ahora con tres partidos francófonos y dos flamencos conservadores: el Open VDL y los democristianos de Leterme. Aunque la matemática electoral podría permitir a Leterme seguir gobernando, carecería de legitimidad en Flandes. Si el rey acepta la renuncia del Ejecutivo, unas elecciones en junio podrían dar a Bélgica una nueva oportunidad para resolver sus tensiones institucionales y comenzar la presidencia de la Unión Europea con ministros belgas al frente de las reuniones de los 27.

En esta ocasión, el rey Alberto II no podrá recurrir a Herman Van Rompuy, presidente del Consejo de la UE, que durante un año consiguió calmar los ardores nacionalistas. Su gestión, internacionalmente reconocida, le valió el sobrenombre de 'anestesista local' de conflictos.

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