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Bruselas se pone de perfil ante las políticas migratorias de la ultra Meloni

La Comisión Europea evita valorar el estado de emergencia decretado en el país transalpino. Roma responsabiliza a Bruselas de la situación actual y pide más dinero para acelerar las expulsiones de migrantes.

La presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola (derecha), da la bienvenida a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas, el 3 de noviembre de 2022.
La presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, da la bienvenida a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en la sede del Parlamento Europeo, el 3 de noviembre de 2022. Valeria Mongelli / AFP

"La Comisión Europea toma nota de la declaración de estado de emergencia [en Italia], que es una competencia nacional". Es la escueta reacción de Bruselas ante la situación que vive el país transalpino. La ultraderechista Giorgia Meloni, primera ministra, ha decretado la excepcionalidad blindándose con mayores competencias y poderes tras la llegada de unas 2.000 personas a sus costas en los últimos días.

Según el Ministerio de Interior italiano, en lo que va de año han llegado a través del mar 31.292 personas a sus costas. Un número significativamente por encima que en años anteriores. Durante el mismo umbral de 2022 se registraron 7.928 llegadas.

La líder de Hermanos de Italia ha responsabilizado a la UE de la situación actual aduciendo el vacío legal y la nula coordinación europea en materia migratoria. El Ejecutivo comunitario no recoge este testigo y se ampara en que es "consciente de la difícil situación" que atraviesa el Mediterráneo Central y en particular Italia. Alude que está en contacto directo con las autoridades y que en los últimos meses ha puesto sobre la mesa una veintena de medidas para abordar la situación migratoria.

Meloni ha movilizado cinco millones de euros para el proceso de identificación de migrantes

"Necesitamos más tiempo para conocer los detalles y conocer las implicaciones [del estado de emergencia]", ha asegurado Annita Hipper, portavoz para asuntos de migración de la Comisión Europea. Ante la imposibilidad de resucitar el pacto migratorio, Bruselas, a modo de parche, puso en marcha en junio de 2022 un esquema de reparto voluntario de refugiados. Pero en estos diez meses en vigor, los 19 Estados miembros que participan solo han reubicado a 884 personas, 512 de ellas desde Italia.

Entretanto, Meloni ya ha movilizado cinco millones de euros para acelerar el proceso de identificación de refugiados y migrantes, un paso que tiene un objetivo definido y claro: incrementar los retornos y la expulsión de aquellas personas que no cumplan los requisitos para solicitar asilo. Con este fin, Roma ha trasladado ya una petición a Bruselas para que le asiste con ayuda financiera para hacer frente a esta "crisis migratoria".

Las cifras, sin embargo, ponen a la UE contra las cuerdas de la incoherencia de sus mensajes en materia de migración y asilo. Mientras el bloque comunitario entra en situación de pánico con la llegada de decenas de miles de personas procedentes en su mayoría de Afganistán, Siria o el cuerno de África, los países europeos han abierto sus brazos y sus puertas a millones de refugiados ucranianos.

La UE continúa sin reponerse de la bautizada como crisis de refugiados de 2015, cuando llegó al Viejo Continente en torno a un millón de personas. El mayor éxodo que registraban las fronteras europeas desde la Segunda Guerra Mundial, pero muy inferior al ucraniano, ha dejado una política europea de migración y asilo ausente. La Unión Europea acumula más de ocho años sin una hoja de ruta legal y operando con soluciones ad hoc que han dado banda ancha a las medidas extremas como las que está llevando Meloni en Italia.

Las cifras ponen a la UE contra las cuerdas de la incoherencia de sus mensajes en materia de migración

Una sus primeras medidas al frente del primer Gobierno de extrema derecha en la Italia democrática fue promover un código de conducta para las ONG que consiste en asfixiarlas y presionarlas disuasoria, jurídica y económicamente para que no ayuden a los refugiados y migrantes varados en el mar. En Bruselas estas medidas se han aceptado con silencio.

Las políticas ultras de Meloni apenas son contestadas en Bruselas. Al propio Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, no le importó hace unos días hacerse una fotografía con la líder ultranacionalistas sin incomodidades ni reproches. De hecho, afirmó que Italia y España deben sumar fuerzas para abordar el tema migratorio con una óptica y enfoque europeo.

En Bruselas ha pasado algo parecido. La italiana está abordando su agenda más ultranacionalista dentro de casa. Prepara una ley para fomentar la natalidad y otra para prohibir las palabras en inglés en los documentos nacionales. Es su particular Italia First, que ha tenido el último eco en este estado de excepción de medio año por la "crisis migratoria". A nivel europeo, sin embargo, juega las mismas cartas que dicta el consenso bruselense: apoyo a Ucrania y mano dura con Rusia. No amenaza con bloquear decisiones importantes, como sí hacen otros como el populista Víktor Orbán. Un win-win que le está dejando vía libre para ejecutar su agenda más dura dentro de sus fronteras.

Ya en enero, la UE miró hacia otro lado ante la tragedia de Calabria, donde perecieron al menos 67 personas, en uno de los naufragios más mortíferos de los últimos años en aguas europeas. "Estoy profundamente conmocionada por el terrible naufragio en la costa de Calabria. La pérdida de vidas de migrantes inocentes es una tragedia. Entre todos tenemos que redoblar nuestros esfuerzos sobre el Pacto de Migración y Asilo y el Plan de Acción en torno al Mediterráneo Central", se limitó a señalar Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.

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