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Deuda, migración o Rusia: lo que está en juego en la UE si la extrema derecha vuelve a gobernar en Italia

La ultra Giorgia Meloni se proyecta como la primera mujer a los mandos de un Gobierno italiano con el lema "Dios, patria y familia" en uno de los momentos más complicados de la Unión Europea.

La líder de extrema derecha de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni.
La líder de extrema derecha de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni. Oliver Weiken / Europa Press

"Mussolini fue un buen político, el mejor de los últimos 50 años. Todo lo que hizo, lo hizo por Italia". Con 19 años, Giorgi Meloni, describía así al dictador fascista. 25 años después, la líder de Hermanos de Italia se dispone a convertirse en la primera mujer con la batuta del Palazzo Chigi liderando el primer Ejecutivo de extrema derecha desde Benito Mussolini.

La líder post-fascista, que ha intentado rebajar su tono y edulcorar su imagen durante la campaña, se proyecta como la ganadora indiscutible de las elecciones de este domingo. Los resultados provisionales le otorgan más de un 24% de los votos. La extrema derecha de Hermanos de Italia está escoltada por los también ultras de la Liga, que lidera Matteo Salvini, y por el derechista Fuerza Italia, patrullado por el omnipresente de la política transalpina Silvio Berlusconi. La gran incógnita es si la coalición se hará con la mayoría de dos tercios en el Parlamento, lo que le permitiría impulsar un cambio constitucional.

Las elecciones que se han celebrado este domingo en la tercera economía de la Unión Europea preocupan, y mucho, en Bruselas. Y llegan en el peor momento posible: con una inflación desorbitada, con los primeros coletazos de la crisis energética, con el recrudecimiento de la guerra en Ucrania o con la Hungría de Víktor Orbán amenazando con vetar futuras sanciones a Rusia.

En unas inusuales declaraciones reproducidas en la Universidad de Princeton, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha afirmado que si tras los comicios las cosas van "en mala dirección", Bruselas cuenta con diferentes herramientas, como se ha demostrado con Hungría y Polonia, en referencia a que el tándem iliberal todavía no ha recibido ni un euro de los fondos de recuperación.

Estas palabras ya han generado el primer choque entre la alemana y Salvini, que ambiciona volver a los Consejos de la UE tras su breve paso en 2018, cuando Italia se convirtió en el primer Estado miembro fundador del proyecto europeo gobernado por fuerzas euroescépticas (el Movimiento 5 Estrellas y la Liga). "¿Qué es esto, una amenaza? Arrogancia y vergüenza. Respeto al voto libre, democrático y soberano del pueblo italiano", ha reprochado el líder de la Liga a través de Twitter.

Inmigración

Dios, patria y familia conforman su ADN político. "Sí a la familia natural. No a los lobbies LGTB. Sí a la identidad sexual. No a la ideología de género. Sí a la cultura de la vida. No al abismo de la muerte. Sí a la universalidad de la cruz. No a la violencia islamista. Sí a fronteras seguras. No a la inmigración masiva. Sí a la soberanía de los pueblos. No a los burócratas de Bruselas", vociferaba Meloni en un mitin de apoyo a Vox previo a las elecciones de Andalucía. Su grupo comparte filas con los de Abascal en la Eurocámara bajo el paraguas de la familia de los Conservadores y Reformistas.

El lema de su campaña ha sido "Defendamos Italia". Al igual que las fuerzas ultranacionalistas en Europa, reforzadas tras la crisis de refugiados de 2015, su mensaje radica en el odio al otro y en presentar a las personas migrantes, especialmente a los musulmanes, como una amenaza para las sociedades y economías europeas. Lideran su propia guerra de civilizaciones. "El cristianismo es la última esperanza de Europa", aseguraba en 2018 Víktor Orbán, primer ministro húngaro.

Economía

Los mercados aguardan con expectación el desarrollo de los acontecimientos en el país transalpino. El tecnócrata que salvó el euro, Mario Draghi, da paso a una política sin experiencia e impredecible. Todos los ojos están puestos en quién será elegido ministro de Finanzas. Pero los expertos coinciden en que la líder ultra se juega demasiado como para arriesgar en la arena económica y financiera.

Con más de 190.000 millones de euros, Italia es el país con más fondos asignados en el marco del Plan de Recuperación Europeo. Y la deuda pública italiana está cerca de ser incontrolable: podría cerrar el año en el 148%. La que se proyecta como nueva primera ministra tiene en su interés que el flujo de dinero siga circulando desde Bruselas, así como enviar una señal tranquilizadora a los mercados. Su primer gran desafío será acordar los presupuestos del próximo año, que deberán ser enviados a la Comisión Europea a mitad de octubre.

Rusia

Con respecto a Rusia y a Putin, Meloni ha ido cambiando la piel. Durante los últimos años había mostrado su admiración al presidente ruso y celebrado la "buena salud democrática" de Moscú. Pero con la guerra ha tirado de pragmatismo para no ponerse en contra a la comunidad internacional y al establishment italiano. En el preacuerdo político con sus dos aliados naturales se aseguró de lanzar el mensaje de que su Gobierno estaría del lado de la OTAN contra el invasor, Rusia.

Pero las costuras pueden saltar en el seno de la plausible coalición tripartita. Salvini es un admirador declarado de Putin. Y Silvio Berlusconi, amigo íntimo del inquilino del Kremlin, se ha quitado la careta a dos días de los comicios. Con la "operación militar especial", el objetivo de Putin era "simplemente reemplazar el Gobierno de Zelenski por un Gobierno de gente de bien", ha señalado el líder de Forza Italia en la televisión nacional.

Berlusconi pertenece al Partido Popular Europeo, que ha bendecido su acuerdo con las fuerzas de extrema derecha. Su líder, Manfred Weber, aseguraba que comparten los mismos valores básicos. Tras las declaraciones del ex primer ministro, los populares europeos se han visto obligados a reaccionar para confirmar su apoyo a Ucrania contra "la guerra ilegal". Los de Meloni, partido con raíces fascistas, se presentan abiertamente como una formación anti-LGTBi, antiinmigración y antieuropeísta. La complacencia de la familia más numerosa de la Eurocámara pone a los populares contra las cuerdas de un experimento que ya saborearon en el pasado con el Fidesz de Orbán. Y salió mal.

Aviso a navegantes

Las urnas en Italia llegan meses después de que un 43% de los franceses votasen por Marine Le Pen. Y pocos días desde que la extrema derecha de Demócratas Suecos se convirtiese en el segundo partido más apoyado en el país. "De forma individual, estos resultados electorales son dolorosos. Pero juntos pueden tener efectos catastróficos para Europa", analiza el eurodiputado alemán de Los Verdes Damian Boeselager. Lo de Italia es un avisto a navegantes en futuros cambios de sillas en Bulgaria y Dinamarca.

Pero el italiano no es un caso más. El país es la tercera pata de la Eurozona y aglutina el 14% del poder de voto en el Consejo en torno a las decisiones tomadas por mayoría. En aquellas en las que la UE necesita la unanimidad, como la política fiscal o en política exterior, el Ejecutivo comandado por Meloni podrá vetar y bloquear decisiones al estilo de lo que ya hace Víktor Orbán, que sumará un aliado en su afrenta contra "los burócratas de Bruselas". La UE enfrentará más trabas para defender el Estado de Derecho en un momento en el que las derivas autoritarias en Budapest y Varsovia suponen el mayor desafío interno para su futuro y existencia.

La ultraderechista ha aprendido de los errores de sus partidos hermanos en otras capitales. Su mensaje no es ya el destruir Europa o impulsar un Italexit, sino cambiar la UE desde dentro. Es decir, debilitarla desde dentro de la casa para hacer de ella una "Unión de pueblos soberanos" hecha a su imagen y semejanza.

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