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De ser buscadoras a ser buscadas, el peligro de ser madre rastreadora en México

Familiares de las víctimas realizan expediciones de búsqueda por todo el país, sin ningún tipo de apoyo ni protección. Sin embargo, según afirman, "dejar de buscarles les quita la posibilidad de volver a casa".

13-2-24 - Ceci Flores, de la asociación Madres Buscadoras de Sonora, colocando carteles con caras de desaparecidos en el estado de Sonora.
Ceci Flores, de la asociación Madres Buscadoras de Sonora, colocando carteles con caras de desaparecidos en el estado de Sonora. Madres Buscadoras de Sonora / Cedida a Público

Lorenza Cano, activista del colectivo Salamanca Unidos por los Desaparecidos, buscaba a su hermano secuestrado por el crimen organizado de México desde 2018. Ahora la buscan a ella: la noche del pasado 15 de enero, un grupo armado entró a su casa en la localidad de Salamanca (en el estado de Guanajuato) y se la llevó a la fuerza, después de asesinar a su hijo y a su marido por intentar impedirlo.

Es tan solo un caso de los miles de secuestros de madres buscadoras o rastreadoras: mujeres que se agrupan en colectivos para buscar a sus hijos o familiares secuestrados, que suman más de 114.800 en todo México, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas. Así se exponen a ser víctimas de estos secuestros o asesinadas, pero tal y como declara a Público una madre buscadora, Ceci Patricia Flores Armenta, "dejar de buscarles les quita la posibilidad de volver a casa".

13-2-24 - Fotografía de una campaña de Sabuesos Guerreras AC, un colectivo de búsqueda del estado de Sinaloa.
Fotografía de una campaña de Sabuesos Guerreras AC, un colectivo de búsqueda del estado de Sinaloa. Sabuesos Guerreras AC / Cedida a Público

Las desapariciones forzadas forman parte de una problemática de México que se ha incrementado desde el inicio de la llamada guerra contra el narco que comenzó en 2006. Desde entonces y hasta enero de este año, hay 99.748 personas registradas como desaparecidas en todas las regiones en disputa por estos grupos delictivos para asentar sus negocios ilícitos. El destino de las personas desaparecidas es incierto: pueden ser asesinadas, torturadas y después liberadas, ser víctimas de trata o forzadas a trabajar en grupos delictivos.

Unión ante la inacción del Gobierno

"Es un tema intocable para las autoridades. Hasta que nosotras empezamos a visibilizar, a llamar, a transmitir en vivo... así nos empezamos a dar cuenta de que hay miles de desaparecidos", afirma Flores, que fundó la asociación Madres Buscadoras de Sonora a raíz de la desaparición de dos de sus hijos en 2019.

Sus hijos fueron secuestrados por miembros de un cártel del pueblo de Bahía de Kino cuando se encontraban de visita en el estado de Sonora, al noroeste del país. Flores recuerda que salió a la calle enseguida y empezó a realizar "transmisiones en vivo" desde sus redes sociales, "invitando a los familiares de personas desaparecidas a unirse a la búsqueda" y, a cambio, ella les ayudaría "a buscar a los suyos".

12/2/24 - La asociación Madres Buscadoras de Sonora en una expedición de búsqueda en una fosa común, realizada en enero de 2024.
La asociación Madres Buscadoras de Sonora en una expedición de búsqueda en una fosa común, realizada en enero de 2024. Madres Buscadoras de Sonora / Cedida a Público

Así lo rememora también María Isabel Cruz Bernal, presidenta de Sabuesos Guerreras AC y madre de un hijo desaparecido en enero de 2017, que declara a Público que "tuvo claro" que tenía que salir a buscar a su hijo porque se dio cuenta de que "las autoridades, en realidad, no lo buscaban".

Su hijo era policía estatal en el estado de Sinaloa, una de las regiones de México más marcadas por el narcotráfico, y uno de sus jefes estaba involucrado con la delincuencia organizada. Así, cuando uno de estos grupos vino a por el jefe, "se llevaron también a todos los de alrededor, aunque no tuvieran ninguna vinculación", como fue el caso del hijo de Cruz Bernal.

En el camino, Cruz Bernal se encontró con otras compañeras y empezaron a trabajar y caminar juntas

Se dio cuenta de que solo le quedaba "salir a caminar y a buscar", y en el camino, se encontró con "otras compañeras que también buscaban a sus hijos". Fue en ese momento cuando empezaron a trabajar y caminar juntas, y poco después empezaron "a planear una organización, algo que fuera más real y organizado".

Sabuesos Guerreras ha conseguido localizar 485 cuerpos y 60 personas con vida en sus siete años de historia, y de estar formado por "tres o cuatro compañeras" pasó a estar formado por miles. Por su parte, la asociación Madres Buscadoras de Sonora ha conseguido localizar 1.230 cuerpos y a 1.300 personas con vida en distintas partes del país, y cuenta con más de 709.000 seguidores en sus redes sociales, herramienta que utilizan para difundir las imágenes de personas desaparecidas de todo el estado.

¿Cómo son las expediciones de búsqueda?

"Tenemos una logística propia, lo llamamos mapeo, salimos a recorrer terrenos vacíos, partes de las orillas, de los ríos... donde nos lleve nuestro olfato y nuestro corazón", cuenta María Isabel Cruz. Explica que ellas realizan toda la investigación previa y organizan las expediciones, en las que ocasionalmente son "acompañadas por uno o dos agentes de la Guardia Nacional", pero que habitualmente realizan solas en pequeños grupos.

A veces salen "todos los días, a veces con dos de descanso entre medias... Depende de las necesidades, pero tres veces a la semana como mínimo". Salir a buscar implica, por tanto, "dejar toda tu vida –dejar tu casa, a tus hijos y pareja, dejar tu trabajo...–, además de los peligros físicos que conlleva, al estar en terrenos peligrosos y poder ser violentadas por los grupos delictivos", añade.

Madres buscadoras: "Buscamos a nuestros desaparecidos y a quien esté ahí"

El lema de las madres buscadoras es el siguiente: "Buscamos a nuestros desaparecidos y a quien esté ahí". En ocasiones, narra Flores, encuentran a "personas en situación de calle, que han sido sometidas a tal maltrato físico/psicológico, que no son capaces de regresar por su cuenta a sus casas ni contactar con sus familiares, o que directamente no saben quién son". Por este motivo, se realizan "búsquedas en vivo" a través de las redes sociales, para que otras personas con familiares desaparecidos puedan reconocerles.

También pueden encontrar personas desaparecidas en cárceles, hospitales psiquiátricos, centros de rehabilitación... Sin embargo, lo que encuentran normalmente son cuerpos sin vida –o restos– que los secuestradores han enterrado en fosas clandestinas ubicadas por todo el país. En estos casos, cuando hacen algún hallazgo, las madres buscadoras contactan con los servicios forenses que se encargan de recoger los restos e identificarlos.

13-2-34 - Imagen de una expedición de Madres Buscadoras de Sonora en una fosa clandestina.
Imagen de una expedición de Madres Buscadoras de Sonora en una fosa clandestina. Madres Buscadoras de Sonora / Cedida a Público

"Ellas han generado una metodología comunitaria para buscar. Tienen la experiencia y el conocimiento del territorio: saben que si la tierra está movida de tal forma, si hay animales de tal sitio, o huele de cierta manera... pueden tener hallazgos", explica a Público Ana Paula García Valeriana, directora del Centro de Estudios Ecuménicos, organización que proporciona acompañamiento a colectivos de búsqueda del Estado de México, Guerrera y Veracruz.

De ser buscadoras a ser buscadas

El cuerpo de las madres buscadoras es también un territorio en disputa

Las madres buscadoras ponen lo que la corriente feminista denomina "el cuerpo-territorio", es decir, usan su cuerpo como forma de lucha y de búsqueda. En el cuerpo también se plasman las luchas, las pasiones, las angustias y las resistencias, según narra García Valeriana, y el cuerpo es también un territorio en disputa en el caso de las madres buscadoras.

En las expediciones de búsqueda, estas mujeres quedan completamente expuestas a que los grupos delictivos decidan atacarlas y, en la mayoría de las ocasiones, solamente cuentan con un botón de pánico que pueden apretar para que vengan las autoridades. Sin embargo, "muchas veces no acuden", afirma Ana Paula, "y tienen que abandonar las búsquedas por seguridad".

Ceci Flores asegura que, a pesar de los peligros, "las madres tienen más fuerza que los hombres, por eso son madres buscadoras". En la sociedad mexicana, "los hombres no quieren tocar el tema, porque piensan que son un blanco más fácil para los cárteles", asegura, argumento que desmiente.

"Yo estuve desaparecida durante 19 horas", cuenta Ceci Flores, tiempo en el que toda su familia y demás madres de la asociación creían que "las autoridades", que en este caso la acompañaban en la expedición, la habían secuestrado. "Porque las autoridades hacen eso, secuestran para silenciar el problema", afirma la madre buscadora, reflejando que no solo están en peligro por la presencia de estos grupos delictivos.

No fue así lo que ocurrió en este caso, sino que Ceci Flores se quedó atrapada "en un lugar de búsqueda del que no podía salir, porque estaba cerca del mar y subió mucho la marea", quedándose atrapada "entre unos cerros y el mar" por horas. Recuerda que las otras madres "hicieron una petición al Presidente", que mandó un helicóptero con el que pudieron localizarla junto con las autoridades.

No es el único caso en el que las madres han pasado de ser buscadoras a ser buscadas. La asociación Corazones sin Justicia, del estado de Sinaloa, anunció en 2022 que no seguiría más su actividad tras el secuestro y asesinato de su fundadora, Rosario Lilián Rodríguez. No fue la única: de acuerdo con cifras de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), cinco madres buscadoras fueron asesinadas durante 2022. En 2023, fueron tres las madres rastreadoras asesinadas en México. 

Lorenza Cano lleva dos meses desaparecida en Salamanca, Guanajuato, donde las autoridades detuvieron a los dos presuntos responsables del secuestro pero, una semana después, los liberaron. Días más tarde, se dio a conocer el asesinato de Angelita Meraz León, buscadora de desaparecidos en Baja California, que fue asesinada a tiros dentro de su salón de belleza. Ante estos crímenes, la Oficina en México del Alto Comisionado de la ONU ha requerido al Estado que garantice la seguridad de las buscadoras.

Por estos riesgos, el Centro de Estudios Ecuménicos acompaña físicamente en las expediciones a las madres buscadoras, pero también es fundamental su misión de buscar atención pública y mediática y generar presión para que queden protegidas a nivel político. De la misma forma, se realizan Brigadas Nacionales de Búsqueda varias veces al año, donde asociaciones de todos los estados se coordinan y realizan expediciones con mucha mayor seguridad.

Piden que no se oculten las cifras

García Valeriana explica que las desapariciones forzadas se realizan como una "técnica para infringir terror en la población". Se trata de una lucha por el control territorial: "Al desaparecer las personas, hacen que tengas miedo y te tengas que ir de tu territorio", y así, los grupos delictivos pueden hacerse con "todo lo necesario para realizar sus negocios ilícitos –la tierra para sembrar la droga, las mujeres para explotarlas y llevar a cabo la trata de personas, los cultivos para monopolizarlos y venderlos como quieran, etc.–".

13-2-24 - La asociación Madres Buscadoras de Sonora colocando carteles de personas desaparecidas.
La asociación Madres Buscadoras de Sonora colocando carteles de personas desaparecidas. — Madres Buscadoras de Sonora / Cedida a Público

"Estos grupos tienen tanto poder que consiguen controlar a los Gobiernos, que bien por miedo a las consecuencias o por pretender que el problema no es tan grande, prefieren ignorar la problemática de los secuestros", narra García Valeriana. Así, por ejemplo, el Gobierno de México sostuvo el pasado mes de diciembre que el censo de desaparecidos ya no era de más de 114.800 personas sino de 12.377, un dato negado rotundamente por las asociaciones. "Necesitan decir que las cifras de desapariciones forzadas están bajando, para que parezca que están trabajando en ello", afirma.

Por ello, las madres buscadoras se acercan al Gobierno diciendo: "Sin las familias no". Sienten que se está dejando de lado todo su trabajo y aprendizaje, los censos que realizaron ellas mismas y que el propio Gobierno reconoció, para ahora empezar casi casi de cero, porque "tienes que volver a hacer el trámite o la gestión para que tu familiar aparezca en el censo. Y es que, si no apareces, ni siquiera te van a buscar", recalca García Valeriana.

Gracias a su incansable búsqueda, Ceci Patricia Flores pudo localizar a uno de sus hijos con vida. Desde que salió, "no dice nada del tema, fue muy golpeado y torturado y tuvo que ver ciertas cosas que le hicieron a su hermano", del que aún no saben nada aunque hayan pasado ya cuatro años. Son seis los años que María Isabel Cruz Bernal lleva buscando a su hijo desaparecido, del que tampoco tiene ninguna información. Es un camino largo y duro, en el que se exponen a riesgos inimaginables e incluso a desaparecer ellas mismas, pero, según Cruz Bernal, unirse a otras madres les ha permitido "mantenerse en pie y seguir luchando".


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