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La crisis y la corrupción marcan los comicios rumanos

Cunde el miedo al futuro ante las elecciones de este domingo en Rumanía, las primeras desde el ingreso en la Unión Europea

GUILLEM SANS MORA

Flores frescas decoran las tumbas del dictador Ceaucescu y su mujer Elena en un cementerio de Bucarest. 'Sobre todo la gente mayor les echa de menos, porque las pensiones son bajísimas. Pero no sólo los viejos. Desde que somos europeos, no podemos vender aguardiente de ciruela casero'. Así formula Mica Ion, una guía turística de la capital, su particular resumen del sentir de Rumanía dos años después de su ingreso en la Unión Europea. Ante las elecciones de hoy, en vísperas de un año en que la crisis económica dejará huella en el país, los políticos ofrecen kilómetros de autopistas y se juegan la cara con promesas de aumentar las pensiones y los sueldos de los funcionarios.

Rumanía tiene poco más de 200 kilómetros de vías rápidas y eso es parte de la herencia de Ceaucescu. Marco Walde, gerente de la Cámara de Comercio Germano-Rumana, explica que esta deficiencia de infraestructuras fue 'uno de los motivos decisivos' por los que la multinacional alemana Daimler decidió el verano pasado olvidarse de Rumanía e instalar su planta de Mercedes-Benz en la vecina Hungría, una inversión de 800 millones de euros. El Foro Económico Mundial ha situado a Rumanía entre Nepal y Polonia, en el puesto número 134 en calidad de carreteras.

'Gracias a una deuda exterior menor que otros países vecinos y a la relativa estabilidad de los bancos, hasta ahora la economía rumana había resistido mejor que otros países vecinos', explica Walde. Con alrededor de un 8,5%, la economía registrará este año el mayor crecimiento de la UE, pero el banco central pronostica sólo un 4,6% para 2009.

La evolución es imprevisible y el Gobierno ya adopta las primeras medidas, como eliminar por un año el impuesto ecológico para vehículos u ofrecer a los empresarios 1.000 euros por cada contrato de tres años a un desempleado. Los primeros coletazos de la crisis han dejado a 50.000 personas sin trabajo. Metalúrgicas, refinerías y consorcios como Dacia-Renault recortan la producción.

Pero en un país con un salario medio de 348 euros, el ciudadano de a pie tiene preocupaciones más inmediatas que las autopistas. Los maestros de escuela ganan una media de 403 euros y en las últimas semanas han protagonizado manifestaciones multitudinarias en Bucarest para reclamar mayores sueldos. El Parlamento había aprobado subirlos un 50%, pero el primer ministro, Calin Popescu-Tariceanu, bloqueó la medida por miedo a que otros funcionarios exigieran lo mismo.

Stefan Sebastian Szobotka, de 36 años, lucha para que ese arrebato de sinceridad no le cueste demasiados votos al jefe del Gobierno. Su Partido Nacional Liberal (PNL) gobierna en minoría y roza el 20% en las encuestas, después del Partido Social Demócrata (PSD) y el Partido Demócrata Liberal (PDL) del presidente del país, Traian Basescu, ambos con el 32%.

Szobotka se ha planteado un desafío insólito para un político liberal en Bucarest: conseguir un escaño por Pantelimón, el barrio más famoso del país por la violencia y por ser la cuna del hip hop rumano. 'Me gustan las corbatas, pero también me gusta el hip hop. Creo que aquí nacerá mi estrella', dice Szobotka antes de salir a la calle con su equipo de campaña para repartir flores amarillas, el color del PNL. Las encuestas auguran a Szobotka un 25% en un barrio donde su partido nuncasuperó el 5%.

Szobotka dice que Pantelimón 'tiene una connotación de peligro, pero no hay para tanto'. Pero puede pasar que matones de un partido rival se líen a tortazos con jóvenes del PNL, como sucedió hace tres semanas. 'Eran 30 tipos contra nosotros cinco', cuenta. Detrás de la agresión, Szobotka supone al partido de Gigi Becali, el hombre más rico de Rumanía, dueño en la sombra del club de fútbol capitalino FC Steaua y conocido por sus opiniones homófobas, machistas y racistas.

Becali está en la lista negra de 244 candidatos que ha elaborado la Coalición por una Rumanía Limpia, un grupo de ONG que quiere llamar la atención sobre 'políticos que tienen problemas con la Justicia, han actuado contra el Estado de derecho o cambiado varias veces de partido'. El ex primer ministro del PSD Adrian Nastase se presenta como víctima de una campaña del Gobierno, que le ha colgado cuatro expedientes por corrupción. 'Pero no tienen ninguna prueba, dicen que ya las encontrarán después de las elecciones', explica Nastase en Ploiesti, su distrito al norte de Bucarest.

Codru Vrabie, de Transparencia Internacional, no le juzga, pero señala que 'en la percepción popular, su Gobierno fue el más corrupto de la democracia'. Vrabie cree que las medidas contra el lavado de dinero funcionan. Con todo, la corrupción es un problema, pero el optimismo es más importante: 'Afrontamos una recesión, pero Rumanía está en la cumbre de su bienestar en toda su Historia. Jamás habíamos estado mejor'.

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