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Cuando el dinero se impone a la raza y la ideología al género: del 'xenófobo' Sunak a la antifeminista Meloni

El 'premier' de ascendencia india aboga por una política migratoria muy restrictiva y la primera ministra italiana es antifeminista.

El 'premier' británico, Rishi Sunak, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni.
El 'premier' británico, Rishi Sunak, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Reuters

Nuevo inquilino en el número 10 de Downing Street. La llegada de Rishi Sunak, en octubre de 2022, a la sede del Gobierno británica fue considerada por algunos como una revolución: un político tory de origen indio era nombrado por primera vez primer ministro del Reino Unido. No por la ciudadanía en unas elecciones, sino por sus compañeros diputados del partido conservador. Meses después, su Gobierno anunciaba una política migratoria muy restrictiva: quien llegue en patera verá rechazada su solicitud de asilo, será devuelto a su país o a Ruanda, y tendrá prohibido su ingreso de por vida.

El Ministerio del Interior, por cierto, está en manos de Suella Braverman, cuyos padres nacieron en Kenia y Mauricio, una política de extrema derecha que disputó el liderazgo conservador al propio Sunat el pasado noviembre, junto a otros candidatos de ascendencia extranjera. Aunque la competidora final fue Liz Truss, ahí estaban Kemi Badenoch, de padres nigerianos, actual ministra de la Mujer e Igualdad, y dos aspirantes que decidieron retirarse antes de las votaciones: Rehman Chishti, nacido en Pakistán, y Sajid Javid, exministro de Interior y de Hacienda, cuya familia es originaria del mismo país.

¿Podría alguien pensar que, por su origen o color de su piel, un mandatario debería gobernar de determinada manera? ¿O habría que fijarse en otros aspectos que definirían su personalidad o ideología: fortuna familiar, educación en los colegios y universidades más elitistas, experiencia laboral en bancos y fondos de inversión, etcétera? El ensayista indio Pankaj Mishra ofreció una respuesta a estas preguntas durante la promoción en España de su última novela, Corre a esconderte (Galaxia Gutenberg): "Rishi Sunat representa a esa clase, la élite transnacional, que es mucho más importante que el color de su piel o su origen indio".

Tras su paso por Goldman Sachs, quien podría ser un apestado tras la crisis de 2008, uno de los "parásitos del capitalismo financiero, gente que se enriquece cada vez más mientras que todos los demás se empobrecen", fue elegido primer ministro tory. Por ello, explicaba Pankaj Mishra en el programa radiofónico A vivir, presentado por Javier del Pino, "la llegada de un hombre de origen indio a Downing Street no es un acontecimiento tan revolucionario como se ha querido presentar en buena parte de la prensa mundial". A la cuna habría que sumar su relación marital con una multimillonaria india domiciliada en el extranjero, un estatus que le permite no pagar impuestos por los ingresos producidos fuera del Reino Unido.

Todo ello pesa mucho más que el hecho de que no sea de raza blanca, aunque suene a perogrullada. "Ese es el aspecto más importante de su personalidad: él pertenece a una clase increíblemente privilegiada de una élite transnacional altamente educada y conectada con la plutocracia global a través del matrimonio y de conexiones personales y profesionales, alguien que tiene intereses financieros y conexiones con varios países, algo verdaderamente sin precedentes", comentaba en la Cadena Ser el escritor indio, quien recordaba que Sunak posee la tarjeta verde que le permite vivir en Estados Unidos.

Tomamos el ejemplo del flamante primer ministro británico por sus recientes medidas contra la migración. No obstante, hay otros casos de gobernantes en los que la clase social y la ideología se antepondrían al origen y al color de la piel. En una entrevista a Elena Hevia, de El Periódico de España, Pankaj Mishra reconocía que su elección revestía "cierto valor simbólico", si bien insistía en la tesis inicial: "No hay que olvidar que el pasado real de Sunak es haber trabajado en Goldman Sachs y haber participado en una ideología y en unas instituciones responsables de las crisis económicas recientes. Ese background es mucho más importante que su origen indio".

De hecho, la ascendencia de Sunak no tiene por qué influir en su política migratoria, aunque los afectados fuesen paisanos suyos. El politólogo Javier Martín Merchán plantea, para explicarlo, un marco teórico que remite al concepto de representación analizado por la profesora Hanna Pitkin: algunos políticos y partidos "desarrollan políticas públicas que se asemejan a las preferencias de los votantes" (representación sustantiva) y otros "se parecen a los votantes y tienen sus mismos intereses" (representación descriptiva), sin necesidad de que defiendan las políticas predilectas de sus representados.

En el caso de Richi Sunak, "el hecho de que exista representación descriptiva no implica que haya una representación sustantiva, es decir, una preferencia del primer ministro por unas políticas públicas en la línea con los votantes de origen indio", explica el profesor de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Pontificia Comillas. Pankaj Mishra va más allá y recuerda que los cancilleres (ministros de Hacienda) británicos compartían ascendencia extranjera y tics reaccionarios: "Kwasi, Nadhim, Rishi, Sajid, Kemi, Ranil, Alok y, presumiblemente, Priti, otra tory hija de inmigrantes que parecía tan ansiosa como Suella Braverman por cumplir los sueños de Enoch Powell", fallecido ministro racista y xenófobo.

A la lista de cancilleres, mencionada originalmente por un columnista del Financial Times que también mostraba las costuras de la "diversidad" del gabinete de Liz Truss, habría que sumar al propio Sunak, quien ocupó el cargo durante el Gobierno de Boris Johnson. La "resurrección inmediata de la caída en desgracia Braverman", recuperada por el primer ministro hindú, "nos dice que debemos abandonar rápidamente el pensamiento ilusorio para estar verdaderamente preparados para Rishi", escribe Pankaj Mishra en una demoledor artículo publicado en The Guardian.

En el texto, incide en el currículo de Sunak (Winchester College, Oxford, Stanford, Goldman Sachs) y recuerda que la diáspora india privilegiada se ha definido, más que por la lucha por la justicia social, por la colaboración con las clases dominantes blancas o la pasividad política. El primer ministro encarnaría, a su juicio, a un personaje "de la ideología neoliberal de la meritocracia" o, dicho de otro modo, a la "minoría modélica". Pankaj Mishra viene a decir: no dejes que "su vistoso hinduismo ni su piel morena" te impidan ver a un representante de la "plutocracia global" barnizada de "diversidad".

El primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, visita Irlanda del Norte, a 28 de febrero de 2023.
El primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak. Liam McBurney / Reuters

"No deberíamos tener dudas sobre lo que una clase política inmoral e inepta quiere que celebremos: la representación asiática liderando un cruel programa tory de empobrecimiento masivo", concluye el ensayista indio, quien advertía en la entrevista con Javier del Pino: "Yo sería cauteloso a la hora de celebrar su ascenso o su sobrepromoción como un ejemplo de progreso social o de diversidad racial, porque no creo que debamos fijarnos tanto en la diversidad representativa. Deberíamos pensar más en la diversidad intelectual, en si las personas que son ascendidas a puestos de poder aportan nuevas ideas [...] que nos ayuden a crear sociedades igualitarias y justas".

Durísimo, Pankaj Mishra añadía que el primer ministro "forma parte de un sistema corrupto y desacreditado" y que no ha ofrecido ninguna idea nueva. "Nosotros, los del mundo poscolonial, no podemos albergar demasiadas fantasías sobre el progreso social cuando vemos a un hombre de piel morena en el número 10 de Downing Street porque nuestra experiencia se ha definido en gran medida por la desilusión. Así que tenemos derecho a un cierto cinismo cuando miramos a alguien como Rishi Sunak".

Mujeres contra las políticas de igualdad

¿Y qué podría esperarse de una líder respecto, por ejemplo, a las políticas de igualdad? Cabe suponer, también, que pesa más la ideología que su sexo, y el caso más cercano y reciente es el de la primera ministra Giorgia Meloni, dirigente del ultraderechista Hermanos de Italia. Su postura antifeminista es clara, como la de las políticas españolas de Vox. Aunque, por su cargo y capacidad de decisión, conviene centrarnos en la primera, muchos expertos han apuntado a que los partidos de extrema derecha han intentado legitimar su agenda machista o suavizar su imagen agresiva con la presencia femenina en sus cúpulas. Basta recordar, por ejemplo, a Marine Le Pen en Francia, quien llegó a enfrentarse a Emmanuel Macron en la segunda ronda de las elecciones presidenciales.

Pankaj Mishra recordaba en la Ser que la presencia femenina en el poder en países como India, Bangladesh, Sri Lanka o Indonesia "no supuso una gran diferencia en la vida de la mayoría de las mujeres". Es más, "el hecho de que una mujer fuese una líder poderosa significaba que algunas actuaban como personas sujetas a un orden patriarcal, que no podían permitirse perturbar ese orden, y a veces eran incluso más duras de lo que hubiera sido un hombre en esa posición, por sentirse inseguras".

Arantxa Elizondo, profesora de Ciencia Política en la Universidad del País Vasco, prefiere enfocar el asunto desde los estudios de liderazgo, más allá del sexo, raza, ideología, antecedentes sociales, personalidad, papel que asume y contexto político de los gobernantes. "El liderazgo clásico siempre ha estado vinculado a un hombre blanco, con estudios y cierto nivel económico. Esta concepción se tambalea si no es de esa raza o se trata de una mujer, pese a que Sunak sea un ricachón y Meloni, de extrema derecha", apunta.

Por ello, entiende que sí tiene relevancia que un líder sea una mujer o, en el caso de Sunak, de ascendencia india. "No tanto por lo que esa persona vaya a hacer, sino por lo que representa a ojos de los demás", explica Elizondo, quien alude a los "elementos simbólicos del liderazgo que, a pesar de la propia persona, pueden evocar cosas en el electorado". Aunque la raza o el sexo no marcan diferencias, añade, "indirectamente sí lo hacen".

"Margaret Thatcher tenía un estilo de liderazgo tradicional y masculino, pero hizo mucho por la presencia de las mujeres en la política, porque gracias a ella, rodeada de hombres en su gabinete, vimos que antes no existían. Y, de hecho, cuidó mucho esa imagen de excepcionalidad. Es decir, nos mostró algo que teníamos delante y que no estábamos viendo: la ausencia de mujeres en esos espacios", analiza la expresidenta de la Asociación Española de Ciencia Política y de la Administración.

Giorgia Meloni se dirige a la prensa durante una conferencia tras una reunión de gabinete, en Roma, Italia, el 4 de noviembre de 2022.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Giuseppe Lami / EFE

Hoy, con mayor presencia femenina, nos encontramos con "nuevos liderazgos" ejercidos por mujeres. "Normalmente de izquierda o de centroizquierda, desempeñan otro tipo de rol: más horizontal y menos épico. En el caso de algunas, su estilo es diferente, más concreto y apegado a las medidas que proponen. Hace unos años, se veía blandengue o poco serio, pero en los últimos tiempos está conectando más con la ciudadanía, caso de Jacinda Ardern, la ex primera ministra de Nueva Zelanda", explica Elizondo antes de entrar de lleno en el debate: ¿prima la clase social sobre el origen y la ideología sobre el sexo del gobernante?

"Más que de ideología, hablaría de partido político, porque sus líderes se deben a su partido. En un régimen parlamentario, es fundamental la vinculación con las siglas. Más allá de ese aspecto, el estilo de cada líder puede variar, y ahí puede influir que sea mujer o de otra raza, respecto a lo que evoca a la ciudadanía", reflexiona la profesora de la Universidad del País Vasco. "Cuando ganó Barack Obama, hubo un auténtico revuelo en Estados Unidos, porque una persona de raza negra ocupaba la Presidencia. De hecho, esa fue una de las razones que explicó el después: la venganza del supremacismo". Más allá de las políticas concretas llevadas a cabo por Obama, se pregunta: "¿Alguien se imagina a un Donald Trump de raza negra?".

Respecto a las líderes de extrema derecha como Meloni, Elizondo recuerda que negar la violencia de género y posicionarse en contra de las políticas de igualdad "es una manera que tienen, precisamente por ser mujeres, para darle más fuerza a su programa". Hacen uso, añade, del simbolismo al que aludía anteriormente, lo que podría llevar al votante a decir: "¡Fijaos en lo que está diciendo una mujer!". La politóloga reflexiona sobre lo que supone su presencia, al margen de sus ideas, en las instituciones, un "cambio" que va más allá "de lo que hagan algunas mujeres en concreto".

"Obviamente, para que haya un avance de las políticas de igualdad de una manera muy sustantiva tiene que haber muchos hombres y mujeres de ideología progresista que las defiendan en sus programas, pero incluso cuando acceden a las instituciones mujeres con otro tipo de ideología, hasta de extrema derecha, están llevando a cabo un cambio a esa institución", concluye Elizondo, quien pone el foco sobre el panorama español. "Por mucho que su discurso sea absolutamente antifeminista, el hecho de que veamos a parlamentarias interviniendo en el Congreso hace ver que se está normalizando la presencia política de mujeres, que hace unos años no era paritaria".

Sunak: una vuelta de tuerca

La llegada al poder de Sunak se produjo en un momento crítico para el Gobierno del Reino Unido y para el Partido Conservador, tras la salida de la Unión Europea y la sucesión de líderes tories. Pankaj Mishra le da la vuelta a la tortilla y plantea otra interpretación de la irrupción del flamante premier. "Ser ahora primer ministro en Gran Bretaña es una patata caliente, así que puede pensarse que la gente de color está ocupando un espacio similar al que tenía en las colonias: ocuparse del trabajo sucio", declaraba a El Periódico de España.

"Ser blanco, chino o indio no debería importar. Lo importante es que la gente que llegue al poder tenga principios morales. Ya hemos tenido mandatarios de origen humilde, de todo tipo de etnias y mujeres que han llegado al poder. Pero con ellos nada cambió para sus respectivas comunidades", concluye el ensayista indio. "De hecho, si una mujer llegaba al poder recibía mucha más presión que un hombre para que mantuviera los privilegios del patriarcado. Pensemos en Obama, parecía un gran avance, pero no hay que olvidar que le sucedió Trump. No existía tal progreso".

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