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El Ejército turco invade Irak en represalia por la ofensiva kurda

Comandos del PKK matan a 24 soldados en el sureste de Turquía en el ataque guerrillero más cruento desde 1992

AGENCIAS / T. SCHÄFER

El Ejército turco ha invadido el norte de Irak con cientos de soldados apoyados por las fuerzas aéreas en represalia por la ofensiva más cruenta de la guerrilla kurda desde 1992. Durante la madrugada, unos cien militantes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) lanzaron varios ataques en Hakkari, al sureste de Turquía, zona mayoritariamente habitada por la minoría kurda, que dejaron un saldo de 24 soldados muertos y 18 heridos. También perecieron cinco guerrilleros, según el PKK.

En respuesta, las Fuerzas Armadas turcas penetraron varios kilómetros en territorio del norte de Irak, también habitado en su mayoría por kurdos, para perseguir a los autores del ataque. Es la primera vez que el Ejército turco cruza esta frontera desde 2008.

'Nadie debe olvidar esto: los que nos causan dolor sufrirán un dolor mucho mayor', advirtió el presidente de Turquía, Abdulá Gül. El primer ministro Recep Tayyip Erdogan, del conservador Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), suspendió una visita a Kazajistán y convocó una reunión de emergencia de los principales responsables del Gobierno.

'Los que nos causan dolor sufrirán un dolor mucho mayor', afirma el presidente

Después de unos años de relativa calma en el largo conflicto del Estado turco con la minoría kurda, que representa unos 15 millones de los 74 millones de habitantes del país, desde hace unos meses se han vuelto a recrudecer los enfrentamientos entre el Ejército y el PKK, considerado un grupo terrorista por Ankara y Estados Unidos.

Washington, la Unión Europea y la OTAN Turquía es el miembro con las mayores Fuerzas Armadas después de EEUU condenaron el ataque de la guerrilla kurda. La escalada de un conflicto armado que se prolonga desde hace casi 30 años preocupa en Occidente, puesto que la región ya está sufriendo muchas tensiones por las revueltas en Siria, que cuenta también con una minoría kurda, y la continuada inestabilidad de Irak. El PKK se alzó contra el Estado turco en 1984 para luchar contra la discriminación de esta minoría en un país marcado por un fuerte nacionalismo turco desde su fundación por Mustafa Kemal Atatürk en 1923. Se estima que el conflicto ha causado casi 45.000 muertos.

El conflicto con la minoría kurda se ha recrudecido en los últimos meses

Los combates en las montañas del Kurdistán son un serio revés al lento proceso de buscar una solución política al conflicto. Fue el AKP de Erdogan el que, desde su llegada al poder en 2002, emprendió las reformas más exhaustivas para mejorar las condiciones de la minoría kurda. Incluso se ha creado un canal de televisión en lengua kurda.

Por su ideología islamista moderada, el AKP ha sido mal visto por las élites empresariales, intelectuales y, sobre todo, los militares que se consideran los guardianes de la república de Atatürk, con su carácter laico y un nacionalismo turco que no deja lugar para las necesidades de las minorías. El propio Erdogan, cuando era alcalde de Estambul en los años noventa, fue condenado e inhabilitado por leer en público un poema que resultaba demasiado islamista para los tribunales bajo la tutela de los generales. Por ello, durante un tiempo, muchos kurdos pensaban que el AKP de Erdogan era una garantía para salir poco a poco del ostracismo y poder disfrutar de más derechos.

Erdogan ha decepcionado muchas esperanzas de los kurdos

El Gobierno incluso se arriesgó a entablar conversaciones informales con Abdulá Öcalan, el histórico líder del PKK que lleva 12 años encarcelado en una isla militarizada en el mar de Mármara, cerca de Estambul. El martes pasado, un día antes de los ataques, Öcalan mandó un mensaje a través de su hermano, según informó el PKK. 'Llegado a este punto, la llave está en manos de las autoridades del Estado, no en las nuestras. Las negociaciones pueden continuar y todo puede cambiar si ellos abren una puerta', dijo el líder kurdo desde su celda.

Durante la campaña electoral del pasado junio, Erdogan aún hablaba de acometer más reformas en beneficio de los kurdos. Ganó una mayoría absoluta, pero desde entonces ha tenido un discurso mucho más cauto sobre este tema, probablemente para no incendiar los sentimientos nacionalistas en Turquía.

De hecho, las propias elecciones parlamentarias fueron una decepción para los kurdos, ya que el Gobierno desistió de eliminar el umbral del 10% de los votos necesario para que un partido consiga representación en el Parlamento de Ankara. En consecuencia, el Partido de la Paz y la Democracia (BDP), la principal formación kurda, presentó sus candidatos como independientes para sortear la ley. Ganó 35 diputados. Cuando un tribunal vetó a uno de ellos, sus compañeros de filas boicotearon el Parlamento y sólo volvieron hace tres semanas.

La nueva intransigencia de Erdogan respecto a la cuestión kurda también contrasta con el papel de modernizador del mundo musulmán del que le gusta presumir, un papel que ha sido reforzado por las revueltas en los países árabes este año. Para muchos tunecinos, egipcios o libios la Turquía de Erdogan una democracia que permite que gobierne un partido inspirado en el islam es todo un ejemplo a seguir. Un retroceso en las reformas para integrar a su propia minoría no contribuye a ensalzar la imagen de Erdogan en la región.

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