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Empieza la cuenta atrás de 50 días para las elecciones legislativas en EEUU

Se renovará toda la Cámara de los Representantes y un tercio del Senado y habrá elecciones en los estados.

El presidente de EEUU, Joe Biden, junto a la primera dama norteamericana, Jill Biden.
El presidente de EEUU, Joe Biden, junto a la primera dama norteamericana, Jill Biden. Elizabeth Frantz / REUTERS

Este lunes empieza la cuenta atrás de 50 días para las elecciones legislativas en Estados Unidos, que se celebrarán el martes 8 de noviembre. Las elecciones no sólo serán, en el plano general, la primera gran evaluación del gobierno de Joe Biden tras su victoria contra Donald Trump en noviembre de 2020, sino que, en el plano corto, los estadounidenses irán a las urnas con un doble mandato: renovar las dos cámaras del Congreso Federal y, a nivel de cada Estado, votar a gobernadores, fiscales generales, secretarios de estado (una especie de ministros de Interior) y tesoreros (el equivalente a ministros de hacienda).

En cuanto a las dos cámaras del Congreso federal de Washington, se renovarán los 435 escaños de la Cámara de los Representantes y 35 de los cien escaños del Senado. En la cámara baja, los demócratas se hicieron con una mayoría ajustada de 222 a 213 en los comicios de hace dos años. En cuanto a la cámara alta, en esa cita electoral, el resultado fue de empate a 50 escaños, un equilibrio que en estos dos años de gobierno de Biden en la Casa Blanca ha podido romper, según establece la ley, mediante el voto decisivo de la vicepresidenta Kamala Harris.

La situación política del país está en estos momentos tan polarizada que se prevén unos comicios disputadísimos y, según la mayoría de las encuestas, los republicanos tienen series opciones de recuperar ambas cámaras, especialmente el Senado, lo que echaría por traste los dos últimos años del mandato de Joe Biden en la Casa Blanca, puesto que de esa cámara salen la mayoría de las leyes de calado.

El aborto y la investigación contra Trump

Con todo, quedan 50 días para las elecciones y la situación política interna de Estados Unidos está lejos de ser estable o mínimamente previsible. Hay dos elementos que podrían ser decisivos el 8 de noviembre y que son la clave de que la cita electoral sea una absoluta incógnita.

La situación política interna de Estados Unidos está lejos de ser estable o mínimamente previsible

El primero de ellos es el ataque de los conservadores norteamericanos al derecho al aborto. Tras la sentencia del Tribunal Supremo en junio que derogó ese derecho, varios estados (como Texas, Oklahoma o Idaho) han aprobado leyes para restringir al máximo este derecho y la duda es cómo se comportará el electorado, sobre todo el voto de las mujeres, especialmente en esos estados republicanos.

A primeros de agosto, el estado conservador de Kansas planteó en referéndum retirar el derecho al aborto de su constitucional estatal y, contra todo pronóstico, los ciudadanos votaron a favor de mantenerlo.

El aborto y los derechos sociales, como el matrimonio gay y las libertades civiles, están siendo, de hecho, una de las banderas más notorias que está exprimiendo el Partido Demócrata a la hora de pedir el voto, especialmente entre los votantes republicanos moderados. Serán unas elecciones muy ajustadas y cualquier trasvase de votos en cualquier estado puede acabar resultado decisivo a nivel nacional. El caso de Kansas les da a los demócratas esperanzas de poder dar un viraje electoral y consolidar su mayoría en ambas cámaras del Congreso.

El otro frente abierto de resultados electorales imprevisibles es la situación judicial de la investigación contra Donald Trump por guardar documentos de su etapa presidencial (más de 300 de ellos, clasificados) en su residencia privada de Mar-a-Lago, en Florida.

Desde el primer momento, el expresidente ha apelado a la narrativa de la persecución política supuestamente emprendida por el Partido Demócrata, que, según esa lógica, querría eliminar a través del aparato del estado, a sus enemigos políticos. El Partido Republicano se agarró en un primer momento a este relato. Sin embargo, con el paso de las semanas, hombres fuertes del partido como el gobernador de Florida, Ron DeSantis, el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, o el expresidente con Donald Trump, Mike Pence, se han ido alejando de este escenario.

Por un lado, explotar este relato podría darles réditos a los candidatos republicanos que sean candidatos el 8 de noviembre; por otro, y es en lo que confían los demócratas, las acusaciones contra Trump y las pruebas mostradas por el Departamento de Justicia (la tenencia de material altamente clasificado relacionado con la seguridad nacional) es un delito grave y podría lastrar el resultado electoral de los republicanos. La situación puede leerse por ambos lados y lo que suceda sólo se resolverá el 8 de noviembre.

Si con este telón de fondo los republicanos obtienen un buen resultado electoral será prueba de que el trumpismo sigue teniendo una enorme ascendencia en el partido y mucha efectividad electoral, lo que tendría como consecuencia inmediata que Donald Trump reforzaría su imagen como candidato a las elecciones presidenciales de 2024.

Crisis económica y balance legislativo de Biden

Además de éstos, habrá otros dos elementos decisivos que los norteamericanos tendrán en mente a la hora de votar, elementos ambos interrelacionados: la crisis económica y de qué manera la sociedad estadounidense está valorando el papel de Joe Biden en la Casa Blanca.

Aunque la crisis es buena medida consecuencia de la situación externa (problemas de la cadena de suministro desde China o los altos precios de la energía —lo que lleva a inflación— provocados por la guerra de Rusia en Ucrania), las elecciones serán una medida sobre cómo el ciudadano de Estados Unidos cree que Biden está afrontando ese problema. Y, de nuevo, aquí hay datos para ver las cosas desde los dos puntos de vista.

Por un lado, el presidente ha aprobado leyes de calado y en un número como no se conocía desde hace 30 años. A primeros de agosto, Biden firmó la Ley de Reducción de la Inflación, una norma de 700.000 millones de dólares que implicará importantes inversiones medioambientales, el aumento de los impuestos a las grandes corporaciones y una mejora de las prestaciones sanitarias públicas.

Junto a esto, el presidente ha aprobado la Ley CHIP de producción industrial y otra ley sobre el control de armas de fuego, lo que se une a dos normas de envergadura que firmó nada más entrar en la Casa Blanca: el llamado Plan de Rescate, dotado con 1,9 billones de dólares y que estaba fundamentalmente dirigida aún a los efectos de la pandemia de covid, y la Ley de Inversión en Infraestructura y Empleos, dotada con 1,2 billones de dólares. Además, el país tiene pleno empleo: la tasa de paro en agosto fue del 3,7%, en mínimos históricos.

La inflación está en máximos históricos, por encima del 8%

Frente a esto, sin embargo, la inflación sigue siendo muy elevada (está por encima del 8%, es decir, en máximos históricos) y el precio del galón de gasolina (unos cuatro litros) está en 3,7 dólares, mucho más bajo que hace apenas dos meses, cuando rozó los cinco dólares, pero muy alto en comparación con lo que los americanos están acostumbrados a pagar: en enero de 2021 costaba 2,4 dólares.

Por lo tanto, tendrá que ser el resultado electoral de los demócratas lo que dé la información sin ambages de cómo los ciudadanos creen que Biden y su partido están afrontando la crisis y los problemas que ésta está generando en la vida diario de los estadounidenses. Lo cierto es que Biden lleva en valoraciones muy bajas desde abril del año pasado. Sin embargo, la tendencia empezó a cambiar hace un mes y desde entonces está sostenidamente al alza, aunque aún por debajo del 50% de aprobación.

Los tres estados clave para el Senado

Dos de los puntos fundamentales de interés en la noche electoral serán los candidatos al Senado y las elecciones a los secretarios de Estado territoriales.

Los republicanos pretenden hacerse con el control del Senado para bloquear las iniciativas de Biden

En cuanto al Senado, es la cámara del Congreso de mayor peso y la encargada de aprobar la mayoría de las leyes de calado en Estados Unidos. Si los republicanos se hacen con la mayoría en ella, bloquearán todas las iniciativas que Biden plantee, de modo que al presidente sólo le quedará gobernar a través de órdenes presidenciales, de mucho menor calado y de menor recorrido; estas normas son, además, fácilmente anulables en cuanto un presidente republicano entre en la Casa Blanca.

En esta cámara, la batalla se dará sobre todo en tres estados: Georgia, Arizona y Nevada, cuyos senadores están completamente en disputa. Según las encuestas actuales, en Wisconsin, Pensilvania, Carolina del Norte y New Hampshire, podría haber también alguna sorpresa.

En el resto de estados, los republicanos y los demócratas tienen consolidados sus actuales escaños. Precisamente, Arizona, Nevada y Georgia, fueron estados en absoluta disputa en las elecciones presidenciales que ganó Biden hace dos años, en el caso de Georgia, por apenas unos miles de votos, y en estos comicios esos territorios volverán a estar en el centro de la polémica. Donald Trump y su equipo, de hecho, están siendo investigados estos días por un tribunal de Georgia por intentar manipular el resultado electoral de ese estado.

Por último, las elecciones a secretarios de estado tienen relevancia porque esta figura es la encargada de velar por el proceso electoral a nivel estatal. Donald Trump está muy volcado en hacer campaña por candidatos concretos a esos puestos porque, en el caso de que haya que dirimir algún conflicto electoral en un estado, el secretario de estado podría jugar un papel en inclinar la balanza en un sentido u otro, y Trump quiere asegurarse de que se incline a su favor.

De hecho, siendo presidente, ya intentó esto el 2 de enero de 2021 con el secretario de estado de Georgia, Brad Raffensperger. El entonces presidente llamó a Raffensperger y, literalmente, le pidió: "Lo que quiero hacer es esto: sólo quiero encontrar 11.780 votos, que es uno más que [de los que tiene Biden], porque ganamos el estado". En ese caso, el secretario de estado se mantuvo en la legalidad y rechazó colaborar con Trump.

Los secretarios de estado podrían tener un papel aún más fundamental en las elecciones presidenciales de 2024. El Tribunal Supremo podría pronunciarse el próximo año sobre un caso que pide que las competencias exclusivas y absolutas del resultado electoral estén en manos de los secretarios de estado, de manera que estos podrían estar tentados de alterar el resultado de unos comicios. Por eso Donald Trump quiere tener en ese puesto a cuantos más candidatos adeptos suyos mejor, de cara a una futura sentencia del Supremo en ese sentido.

De manera que el futuro de Estados Unidos no se juega sólo en las elecciones a las dos cámaras del Congreso, sino que los ojos estarán puestos también en las elecciones presuntamente de menor calado de puestos estatales como secretarios de estado o fiscales generales. Quedan 50 días para esa cita electoral.

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