Público
Público

Hungría y Polonia calientan la cumbre europea con su oposición al reparto de refugiados

Los países europeos se disponen a reeditar sus divisiones en migración pese al reciente avance sobre el Pacto de Asilo y Migración.

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, junto a su homólogo polaco, Mateusz Morawiecki, y los primeros ministros de Eslovaquia y República Checa, durante un acto en Eslovaquia, a 24 de noviembre de 2023.
El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, junto a su homólogo polaco, Mateusz Morawiecki, y los primeros ministros de Eslovaquia y República Checa, durante un acto en Eslovaquia, a 24 de noviembre de 2022. Franti k Iv TASR / dpa / Europa Press

Hungría y Polonia llevan tiempo advirtiéndolo: no están dispuestos a reubicar a refugiados ni a pagar por una penalización en caso de negarse. Víktor Orbán y Mateusz Morawiecki querían elevar el debate sobre el pacto migratorio al nivel de líderes. Y su oportunidad para dar la batalla llega este jueves y viernes con la cumbre europea de junio.

La migración se anticipa ya como el tema que monopolizará la cita. Y los choques no solo llegan desde el frente de los sospechosos habituales. Una decena de países, liderados por Austria y Dinamarca, han enviado una carta previa exigiendo "soluciones innovadoras", un término y unas peticiones que no terminan entender en muchas capitales.

Hace unas semanas, los 27 ministros de Interior alcanzaron un acuerdo para repartir a los solicitantes de asilo que aguardan varados en los países de primera línea. Pero también se daba la opción a los más ultranacionalistas a evitarlo con una compensación financiera de 20.000 euros por cada uno.

Una fórmula que tampoco compran en Varsovia ni Budapest, el eje iliberal de la UE, que insistieron –sin éxito- en posponer el pacto para debatirlo al más alto nivel de líderes de Estado y de Gobierno. Finalmente, fue adoptado con su único voto en contra. Por mayoría cualificada.

Y aterrizan en la capital comunitaria con la intención de plantar cara. "En lugar de frenar la inmigración ilegal, Bruselas quiere gastar miles de millones de euros en asentar a migrantes ilegales en Europa", ha advertido Orbán antes en la antesala de la cumbre europea.

"No aceptaremos ningunas cuotas o recompensación por migrantes. No aceptaremos ninguna política migratoria subordinada a otros mecanismos sirviendo los intereses de otros países", coincide su homólogo polaco, en clara afrenta a la solidaridad que España, Grecia o Italia llevan años reclamando en Bruselas.

La gran incógnita ya es cómo van a jugar ahora sus cartas ambas capitales. Una alternativa pasa por la estrategia de laissez faire. Es decir, replicar su actuación de 2016, año en el que se suscribieron las fallidas cuotas de reparto obligatorias. No lo cumplieron. Recurrieron ante la Justicia europea. Y acabaron perdiendo. Pero el proceso se prolongó durante bastantes años y cuando hubo una sentencia firme, las cuotas ya habían terminado de morir en el conjunto del bloque.

El segundo escenario es que lo utilicen como un chivo expiatorio bloqueando otras medidas que sí precisan de unanimidad para salir adelante. Hungría, de hecho, mantiene cautivo el nuevo tramo del Fondo Europeo para la Paz destinado a financiar el envío de armas a Ucrania. Esta opción sería especialmente problemática para la Presidencia española, ya que durante los próximos seis meses hay pendientes muchos y muy importantes legislaciones y expedientes de alto voltaje, como las reglas fiscales, las leyes climáticas o la reforma energética, que podrían quedar bloqueadas.

La tercera posibilidad es que unan fuerzas para vetar las conclusiones sobre migración previstas para esta cumbre. En este sentido, el borrador que debaten los Veintisiete afirma que la "UE continúa comprometida a romper el modelo de negocio de los traficantes de personas y a atajar las causas originarias de la inmigración irregular". Unos términos que más allá del papel se traducen básicamente en acelerar los acuerdos con países terceros, independientemente de su situación interna o los principios democráticos de sus líderes.

De la cumbre europea no se espera ningún acuerdo, texto o decisión sobre asuntos migratorios de gran calado. Pero el debate entre los líderes se espera emocional, intenso y divisorio. Nada nuevo durante la última década. A los díscolos del Este, se le ha unido a última hora un grupo de diez países que piden medidas más contundentes "e innovadoras".

Entre ellos se encuentra Dinamarca, cuyo gobierno está en conversaciones con Ruanda para deportar allí a los solicitantes de asilo. Por lo pronto, es un léxico que ha desconcertado a muchas delegaciones. "Las referencias a las soluciones innovadoras son vagas. Pero para mí y otros países está claro que la parte de externalizar es contraria al Derecho Internacional", afirma una fuente diplomática.

Lo que genera más consenso entre los Veintisiete es la idea de acelerar los acuerdos con países terceros de origen y de tránsito y poner todo el foco en impedir que las personas migrantes alcancen las costas del Viejo Continente. En 2020, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se refería a Grecia como "el escudo de Europa".

Tres años después, diferentes investigaciones han apuntado a las islas helenas por sus constantes vulneraciones de los derechos humanos y fundamentales, como el derecho universal de petición de asilo. El resultado ha sido una no política que se ha saldado con la vista gorda a estas violaciones y a soluciones y operaciones de búsqueda y rescate en el Mediterráneo que han dejado tragedias como la reciente frente a las islas griegas, que ha provocado la muerte y desaparición de centenares de personas.

Grupo Wagner y Túnez, los dos protagonistas

Una de las prioridades de la cita es encarrilar el acuerdo que Von der Leyen anunció a comienzos de este mes con Túnez. El único caso de éxito de la primavera árabe está siguiendo la deriva autoritaria que ya inauguraron Siria o Egipto. El presidente tunecino Kais Said, que gobierna a golpe de decretazo tras disolver el Parlamento en 2021, está aplastando a la disidencia y eliminando la separación de poderes en el país magrebí.

Bruselas espera concluir un memorándum de entendimiento en los próximos diez días que en última instancia busca regar con mil millones de euros al país para evitar que colapse financieramente y para apuntalar el control migratorio en sus costas. La fotografía se une ya a la que los europeos se hacen junto a los guardacostas libios, el dictador Abdelfatah al Sisi o los autoritarios Recep Tayyip Erodogan o Mohamed VI. "No quiere decir que no se hable de derechos humanos. Si no hablo con nadie que sea estrictamente respetuoso con ello, casi no hablaríamos con nadie", justifican fuentes diplomáticas.

Grosso modo, otras fuentes europeas describen la cumbre de esta semana como la cita de la "unidad, la continuidad y la tenacidad" en torno al apoyo a Ucrania y frente a las agresiones externas. Los 27 líderes pasarán revista a las causas y consecuencias de los últimos desarrollos en Rusia con la rebelión frustrada del grupo de mercenarios Wagner, que será "el elefante en la habitación".

Habrá debates a puerta cerrada pero pocas referencias explícitas (y ninguna sobre el papel) para evitar la intromesión en asuntos internos. No obstante, la carta de invitación del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, deja el recado de que "la unidad europea contrasta con la división en Rusia demostrada con los acontecimientos del pasado fin de semana".

El cocktail de temas a tratar durante la doble jornada pasa por debatir la congelación de activos a Rusia, reenfocar el debate exterior sobre China y América Latina y encaminar el apoyo financiero y militar a Ucrania.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias de Internacional