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Imperialismo La monarquía belga se disculpa por los abusos coloniales en el Congo

Coincidiendo con el 60 aniversario de la independencia de la República Democrática del Congo, el rey Felipe de Bélgica ha escrito una misiva, donde pide perdón por los estragos del colonialismo en el continente africano.

El rey Felipe y la reina Matilde durante una visita a Amberes. AFP/Dirk Waem
El rey Felipe y la reina Matilde durante una visita a Amberes. AFP/Dirk Waem

"En la época del Estado Independiente del Congo se cometieron actos de violencia y crueldad que todavía pesan sobre nuestra memoria colectiva. El periodo colonial que le sucedió causó también sufrimiento y humillaciones". Con estas palabras se ha expresado el jefe de Estado belga en una carta a los medios de comunicación, coincidiendo con el 60 aniversario de la independencia de la República Democrática del Congo.

En la misiva, calificada como histórica, el rey Felipe ha expresado su "profundo pesar por estas heridas del pasado cuyo dolor es reavivado hoy por las discriminaciones todavía demasiado presentes en nuestra sociedad".
Con estas palabras ha hecho un guiño al movimiento antirracista Black Lives Matter, surgido tras el asesinado de George Floyd en Estados Unidos a manos de un policía, que ha derivado en intervenciones contra estatuas de algunos esclavistas y colonizadores en todo el mundo. Bélgica ha sido uno de los países que más se han movilizado, instando a las autoridades a retirar del espacio público las estatuas del rey Leopoldo II.

El Congo fue declarado propiedad del Rey Leopoldo II en la Conferencia de Berlín de 1885. El monarca jamás puso un pie en territorio africano, pero entre 1895 y 1906 hizo del Congo su cortijo particular. Para conseguirlo no tuvo que disparar ni una sola bala, ya que gracias a sus dotes como "astuto estratega de las relaciones públicas", consiguió convencer a la comunidad internacional de que protegería a sus habitantes.

Sin embargo, la realidad era muy distinta, y el monarca se esforzó en exprimir los recursos materiales y económicos del país hasta la extenuación. Según los expertos, se produjo una explotación masiva de los recursos naturales del país y para ello hizo trabajar a los autóctonos en condiciones de esclavitud.

El académico Guido Gryseels, director general del Museo Real de África Central, señala que además de las víctimas mortales, el paso de los belgas por el territorio africano dejó a muchas personas mutiladas, débiles y sin la posibilidad de poder trabajar. Además, según explica el escritor Adam Hochchild en su obra sobre el monarca belga, el índice de natalidad descendió "al enviar a los hombres a la selva durante varias semanas en busca de caucho año tras año y mantener a las mujeres como rehenes, muertas de hambre".

A pesar de que no había un registro oficial en aquella época y, por lo tanto, no se conoce a ciencia cierta cuántas personas fueron víctimas del cruento paso belga, el antropólogo Daniel Vangorenweghe, encontró en los años 70 pruebas demográficas sobre fallecidos por agotamiento en la extracción de caucho y castigos.

Según expertos, durante la época de Leopoldo II, la población del territorio descendió a la mitad, pasando de 20 millones a 10. Sin embargo, el académico belga comenta que, expertos belgas y congoleses han hecho recientemente una estimación de muertos que rondaría el millón.

El rey Felipe, descendiente de Leopoldo II, señala que es el momento de renovar la "amistad profunda" entre Bélgica y la República Democrática del Congo e insta a facilitar "una cooperación intensa", especialmente en materia sanitaria en este contexto de pandemia global.

Así, ha subrayado su interés por visitar el país africano cuando la crisis del coronavirus lo permita. El Primer Ministro de la República del Congo había invitado al rey Felipe a participar en las festividades del 60 aniversario de la independencia de su país, desplazamiento que no ha sido posible debido a las circunstancias extraordinarias del virus. "Lamentablemente, las circunstancias actuales no me han permitido ir a su precioso país. Espero tener una nueva oportunidad en el futuro próximo", ha anunciado.

"Es hora de que Bélgica mire cara a cara a su pasado"

La primera ministra belga, Sophie Wilmés, también ha entonado el mea culpa. "Es hora de que Bélgica mire cara a cara a su pasado. Eso pasa por el reconocimiento del sufrimiento de los demás", ha afirmado.

Un debate que está encima de la mesa y al que el monarca ha hecho mención en la carta, asegurando que continuará "combatiendo todas las formas de racismo" y animando a que se produzca esta discusión "para que nuestra memoria sea pacificada definitivamente".

Según el secretario de Estado para la región de Bruselas, Pascal Smet. "La región va a organizar un grupo de trabajo, con expertos y representantes de la diáspora colonial, para debatir sobre la presencia de estatuas de la época colonial en el espacio público belga". Además, la cámara del país constituirá una comisión en septiembre para examinar el pasado colonial de Bélgica.

En abril de 2019 el actual presidente del Consejo Europeo y en aquel momento primer ministro belga, Charles Michel, también pidió perdón públicamente por el secuestro de 20.000 bebés mestizos durante la época del colonialismo. Según se ha podido saber, entre los años 40 y 50 del siglo pasado, se trasladaba a Bélgica de forma sistemática a bebés nacidos de colonos blancos y madres africanas, sin el consentimiento de estas últimas.

Un hecho con consecuencias devastadoras para las familias. Muchos de estos niños y niñas robados acabaron en orfanatos o adoptados por familias belgas. Otros nunca fueron reconocidos por sus padres biológicos, no recibieron la nacionalidad y se convirtieron en ciudadanos apátridas.

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