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Una investigación periodística desvela que militares colombianos se camuflaron de guerrilleros y asesinaron a civiles

Los sobrevivientes del ataque aseguran que los miembros del Ejército llegaron a pie desde la montaña y se presentaron con gritos: "No somos Fuerza Pública, somos guerrilla" Hasta 11 personas fallecieron en el ataque.

Un soldado permanece en posición en un helicóptero que sobrevuela la zona donde fuerzas militares -en la víspera- capturaron al narcotraficante Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, cerca de Carepa, departamento de Antioquia, Colombia, el 24 de octubre de 2
ARCHIVO. Un soldado cerca de Carepa, departamento de Antioquia, Colombia, el 24 de octubre de 2021. afp

El pasado 28 de marzo el Ejército colombiano asesinó a varios civiles. La Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (OPIAC) denunció que abatió al menos a 11 personas y presentó como miembros de la guerrilla de las FARC a un menor de 16 años, un líder comunal y un gobernador indígena.

Ahora, una investigación periodística de Vorágine, El Espectador y Revista Cambio muestra que el ataque pudo ser aún más grave.

El tiroteo tuvo lugar durante un acto benéfico en el departamento colombiano de Putumayo. Los militares colombianos abrieron fuego contra los asistentes a la actividad.

Entre las víctimas se encontraba: Brayan Santiago Pama, de 16 años; Didier Hernández Rojas, presidente de la Junta de Acción Comunal de la aldea Remanso, y su esposa, Ana María Sarria Barrera, padres de dos menores de edad de 6 y 2 años; y Pablo Panduro Coquinche, gobernador indígena del Cabildo Kichwa.

Las otras víctimas mortales fueron Rubén Darío Peña Scarpetta (21 años); Óscar Oliva Yela (40 años); Luis Alfonso Guerrero Martínez (32 años); Enuar Ojeda Sánchez (23 años); José Antonio Peña Otaya (40 años); Alexander Peña Muñoz (30 años) y Jhon Jairo Silva Mutumbajoy (34 años). Este último era firmante de Paz y, según confirmó la Agencia Nacional de Reincorporación, había hecho su proceso de dejación de armas y retorno a la vida civil.

"No me dejen morir, por favor ayúdenme"

Panduro murió cuando estaba con Rubén, uno de los civiles que consiguió escapar, según contó a los periodistas de los medios citados. Se escabulló entre las raíces de un árbol que sobresalían del agua. Cada vez que sonaban los disparos se sumergía y aguantaba la respiración. A lo lejos, pero en esa misma orilla, dice que escuchaba a una mujer suplicar por auxilio. "Ella decía: 'ayúdenme, no me dejen morir, por favor ayúdenme'". Esa mujer era la mencionada Ana María Sarrias que, además, estaba embarazada.

Otro sobreviviente cuenta cómo escuchaba al gobernador pedir auxilio tras ser tiroteado: "El gobernador gritaba que por favor lo ayudaran, que le salvaran la vida. Él duró como media hora agonizando, pero nadie pudo hacer nada porque estaban disparando por todos lados".

Otros testimonios del ataque que ya denominan como "matanza" en la comunidad se recogen en el siguiente vídeo de Vorágine.

Los militares fueron vestidos de negro

Este ataque ha sido reconstruido con cerca de 30 testimonios recogidos por los periodistas de El Espectador, Vorágine y Cambio que visitaron la zona cinco días después de los hechos. Las personas aseguran que en la zona antes del ataque había presencia de al menos cuatro hombres de los Comandos de la Frontera armados y vestidos de civil. También coinciden en que los miembros del Ejército llegaron a pie desde la montaña y se presentaron con gritos: "No somos Fuerza Pública, somos guerrilla". De hecho, los tres medios aseguran haber tenido acceso a un video en el que se confirman estos relatos y se ve a dos hombres vestidos de negro mientras disparaban.

"Algunos militares se fueron hacia la selva como para cambiarse de ropa. Salieron vestidos de forma distinta a la que llegaron"

Además, varios sobrevivientes también cuentan que vieron a los militares con quienes habían hecho la incursión armada negando ser de la Fuerza Pública. "Algunos de los que estaban vestidos de negro se subieron al helicóptero, pero otros se fueron hacia donde había más selva, como para cambiarse la ropa y ahí ponerse los camuflados, en todo caso los vimos salir con ropa distinta con la que llegaron y ahí nos dimos cuenta de que no eran ninguna guerrilla como ellos dijeron, sino que nos habían engañado y era el mismo Ejército", comenta un testimonio.

Además, tras el principal tiroteo, la investigación señala que los sobrevivientes que se quedaron en la zona estuvieron obligados a estar sentados, mirando al río, alrededor de cuatro o cinco horas en el polideportivo.

Por otro lado, unas fotografías probarían que el cuerpo de Brayan Santiago Pama, el menor de 16 años muerto en el operativo, fue arrastrado del lugar donde cayó y que al joven le habrían puesto un fusil sobre el cuerpo después de muerto, según el análisis de un médico forense consultado por El Espectador.

Los falsos positivos

El Ejército colombiano defendió esta operación, alegando que los abatidos eran guerrilleros, lo que se conoce en Colombia como "falsos positivos". El mayor general Édgar Rodríguez Sánchez, que explicó el ataque, "es un militar con 32 investigaciones ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) relacionadas con 56 casos de falsos positivos que habrían sido cometidos bajo su mando", según El Espectador.

Los investigadores de la Fiscalía apenas arribaron a tomar declaraciones testimoniales. El pasado 2 de abril, los sobrevivientes tuvieron que dar sus declaraciones en un espacio público y delante de militares que custodiaban la zona.

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