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López Obrador El Gobierno de México evita enfrentarse a Donald Trump por la masacre de El Paso y se centra el control al acceso de armas

La oposición recrimina al presidente que haya bajado el tono ante los ataques de Donald Trump contra la comunidad latina en Estados Unidos.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, habla durante su rueda de prensa matutina, en la ciudad de Valle de Bravo, en el Estado de México (México).

ANNA PORTELLA 

Entre el Andrés Manuel López Obrador que publicó el libro “Oye Trump” en 2017, para defender a la comunidad mexicana del entonces candidato a la Casa Blanca Donald Trump, y el que hoy es presidente de México ha llovido mucho. Ha llovido una victoria electoral que los llevó a ocupar la jefatura de sendos Estados, en 2017 el americano y en 2019 el mexicano; una crisis migratoria en la frontera que ambos comparten y episodios de guerra arancelaria entre los dos países, los principales socios comerciales de América del Norte.

El presidente de México evitó este lunes enfrentarse a la Casa Blanca a raíz de la masacre de este sábado en un supermercado de la ciudad fronteriza de El Paso, Texas. El atacante, Patrick Crusius, presuntamente publicó un manifiesto en Internet en el que explicaba que quería acabar con la “invasión de los hispanos en Texas”. Con esta misión y armado con un rifle AK 47 se cobró al menos 22 vidas y dejó a 24 heridos. 

El debate de la jornada en México giró entorno a cómo los ataques del presidente de los Estados Unidos contra la comunidad mexicana, que salieron a la luz pública cuando éste se presentó a las elecciones de 2016, había facilitado el baño de sangre en El Paso por este lobo solitario ya considerado supremacista blanco.

Preguntado en conferencia de prensa, pero, López Obrador evitó exigir a Donald Trump que abandonara el discurso de odio hacia los latinos en general y a los mexicanos en particular. “No voy a mandar ningún mensaje con dedicatoria”, afirmó. “A pesar el dolor que se tiene por esos hechos, no queremos prestar a que se utilicen con propósitos electorales en Estados Unidos”, añadió.

La política internacional del nuevo gobierno de México se basa en el principio de no intervención en asuntos internos de otros Estados. Ya lo demostró cuando Juan Guaidó se autoproclamó presidente de Venezuela y, en este caso, ha utilizado este pretexto para no confrontarse con su vecino del norte. Con una excepción: “Si vemos las cosas con objetividad, tendríamos que decir que en los dos partidos principales de Estados Unidos, ha habido poca atención al control de las armas”, afirmó este lunes por la mañana.

05.08.2019 / Portadas de los periódicos. / Anna Portella

Portadas de periódicos tras la masacre de El Paso. / Anna Portella

El control del acceso a las armas ya lo puso sobre la mesa el secretario de Relaciones Exteriores mexicano, Marcelo Ebrard, en la reunión que tuvo con su homólogo americano, Mike Pompeo, el pasado 22 de julio. Ebrard le solicitó que la Casa Blanca colaborara para frenar el tráfico ilegal de armas que cruzan la frontera de Estados Unidos a México. Pero el motivo de aquella reunión fue revisar los avances que México había hecho para frenar la llegada de más inmigrantes latinoamericanos a la frontera que ambos países comparten. Este fue el acuerdo que alcanzaron ambos países para evitar que Estados Unidos impusiera un arancel del 5% a todas las importaciones de bienes mexicanos, a principios de julio.

En este contexto, el presidente López Obrador ha evitado mencionar las palabras que han caracterizado el debate alrededor de la masacre: racismo, odio, supremacismo blanco y Donald Trump. Pero el secretario Ebrard, durante su visita que hizo ayer a las víctimas en El Paso, fue un poco más allá: “Hemos visto con mucho cuidado el statement (declaración) que hizo hoy el presidente (Trump) sobre los hechos. Coincidimos con el hecho que en este statement aparezca el racismo y la supremacía blanca como problemas serios en Estados Unidos”, afirmó en rueda de prensa.

Mexicanos: entre la ignorancia y el enojo

El principal partido de la oposición en el Congreso, Acción Nacional, se encargó de recordar esta bajada de tono del mandatario mexicano: “En campaña López Obrador ofreció poner en su lugar a Donald Trump” dijo el presidente de la formación, Marko Cortés. “Vemos una posición muy débil, muy timorata, muy agachada del Gobierno de México”, añadió.

Cortés recriminó que la única reacción del Gobierno de México haya sido sancionar el asesinato y pedir la extradición del responsable de los hechos a México. Este lunes, el secretario Marcelo Ebrard recordó que México no se quedaría de brazos cruzados ante lo que considera “un acto de terrorismo contra mexicanos”. Como ya anunció ayer, el Gobierno seguirá la investigación y juicio del caso y, por primera vez en la historia, la Fiscalía General de la República estudiará denunciar al presunto asesino por un delito de terrorismo.

Creo que tiene más repercusiones en las comunidades mexicoamericanas o las mexicanas de la frontera”, según Lezama

En misa de mediodía de algunas parroquias de la Ciudad de México, este lunes se rezó por las víctimas del tiroteo — ocho de las que murieron eran de nacionalidad mexicana. Las reacciones de los ciudadanos capitalinos iban desde los que amanecieron habiendo escuchado algo en las noticias pero no sabían muy bien qué había sucedido, a los que pedían mano dura contra el atacante de 21 años de edad: “Pena de muerte”, afirmaba contundente Juan Serrano, un ciudadano de la capital de 59 años. “Meterlo en prisión no sirve de nada, los gobiernos los privilegian”, explicaba con tono calmado pero firme.

Otros afirmaban que desde el centro de la República, los hechos en la frontera norte les quedan lejanos, territorial y culturalmente. “Creo que tiene más repercusiones en las comunidades mexicoamericanas o las mexicanas de la frontera”, explicaba el escritor y analista político Emilio Lezama a Público. “Es un tema más simbólico, es una afrenta a la idea de la nación, la unidad de la patria, del connacional, del hermano”, añadía, en relación a la indignación que los ciudadanos del centro de la República podían sentir al saber que un estadounidense blanco acudió a un supermercado con el objetivo de matar a mexicanos.

El presidente de Estados Unidos dio la cara por primera vez este lunes desde los tiroteos de este fin de semana, en el El Paso y en Dayton, Ohio, con trece horas de diferencia. Trump condenó el “racismo, el fanatismo y el supremacismo blanco”; pidió al partido Demócrata actuar a la una en la lucha contra esta “plaga”, y al departamento de Justicia que propusiera una reforma legal para aplicar la pena de muerte a los que cometan asesinatos en masa y delitos de odio.

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