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La moneda del billón de dólares, la solución que tiene Biden sobre la mesa para acabar con la deuda de EEUU

Sus detractores alertan del riesgo de inflación y aseguran que sería una medida inútil, mientras que sus defensores argumentan que la nueva moneda no afectaría a la inflación y muy poco o nada a los mercados financieros, y sólo debido a que es un instrumento nuevo. Y, en cualquier caso, dicen, la alternativa del impago sería mucho peor.

23/02/2023. Vista de la Cámara de los Representantes del Congreso, a 9 de noviembre de 2022.
Vista de la Cámara de los Representantes del Congreso, a 9 de noviembre de 2022. Dominick Sokotoff / EUROPA PRESS

Desde que el Partido Republicano se hizo el pasado enero con el control de la Cámara de los Representantes del Congreso, ha mantenido con el Partido Demócrata un enfrentamiento en una cuestión clave: bloquear el aumento del techo de gasto para que el Gobierno de Joe Biden no pueda implementar las políticas sociales, aunque muchas de éstas hayan sido aprobadas por el Congreso. El problema de base es de índole político: en 2021, se aprobó un tope de gasto al Gobierno federal de 31,4 billones de dólares. Dicho límite ya se ha alcanzado y el Departamento del Tesoro tuvo que tomar medidas extraordinarias hace ya varias semanas para que el Gobierno de Biden tuviera fondos para poner en marcha sus políticas y poder ir pagando las facturas.

Sin embargo, estas medidas extraordinarias terminan el 5 de junio y el Tesoro ha pedido al Congreso que tome una de estas dos acciones: o aumentar el techo de gasto o bajar los gastos. A lo primero, se oponen los republicanos, que controlan la Cámara de los Representantes; a la segunda opción, se oponen los demócratas, puesto que impediría la implementación de medidas ya aprobadas, muchas de ellas, centrales para el programa de Biden. ¿Qué hacer para desatascar esta situación? Aquí es donde ha vuelto a entrar en escena una idea que ya apareció en la anterior crisis de 2008: emitir una sola moneda, la moneda del billón de dólares.

Pero, ¿es esto posible? Y, de serlo, ¿qué efectos perjudiciales podría conllevar, no sólo para EEUU sino para la economía mundial, esta solución -ingeniosa, como la describen sus defensores, o esta artimaña, como la califican sus detractores-?

Entre sus detractores, además, está la propia secretaria del Tesoro, Janet Yellen, quien sería la encargada de ordenar imprimir esa moneda. Yellen, que ocupa ese cargo desde enero de 2021, tras ser nombrada para el mismo por el nuevo presidente Biden, ha calificado la moneda de "truco" y ha asegurado, como principal argumento para rechazarla, que aunque la moneda se acuñe la Reserva Federal no la aceptaría.

Sin embargo, los defensores de la moneda discrepan sobre ambos postulados. "Emitir esta moneda de un billón de dólares es perfectamente factible y las posibles consecuencias negativas serían muy remotas", explica a Público el economista Nathan Tankus, director de investigación de The Modern Money Network. "El problema es que Yellen procede del sector privado y viene de presidir la Reserva Federal y está aplicando un enfoque completamente del sector privado y de la Reserva para analizar esta medida, que supone una solución real a un problema político y que cumpliría con el compromiso de respetar el techo de gasto aprobado por el Congreso".

Los detractores de la medida alertan sobre todo de los riesgos internos de emitir la moneda e inyectar en la economía un billón de dólares "sacados del aire", suelen argumentar, con el riesgo, sostienen, de seguir incrementando la inflación o crear inestabilidad financiera.

Sin embargo, los defensores de la iniciativa, como Tankus, dicen que nada de eso sucederá y achacan esos argumentos a los intentos de seguir imponiendo una narrativa de austeridad de gasto. En primer lugar, en una entrevista reciente con The Wall Street Journal, Yellen aseguró que "la Reserva Federal no está obligada a aceptar [la moneda]", un extremo que Tankus niega: "No puede hacerlo legalmente, la moneda sería legal y además no hay ningún antecedente de esto en la historia", dice.

Grey: "La idea de resolver un problema de contabilidad con una solución de contabilidad es totalmente lógica"

Para Tankus, una de las claves del debate en torno al déficit y la moneda del billón de dólares es, señala, el modo en que los políticos y el debate público invocan ambos conceptos. "Hace pensar a la gente que el techo de la deuda representa una falta de dinero real. Cuando se publica sin el menor contexto que el Gobierno de EEUU se quedará sin dinero en una fecha determinada, se refuerza esta idea, un enfoque que es totalmente erróneo. Lo que sucede es un problema de contabilidad por motivos políticos, no un problema de liquidez por motivos reales".

Esta cuestión ya surgió a relucir en 2021, aunque en ese caso fue en torno al debate político sobre la propuesta de Biden de aprobar una ley sobre impuestos, sanidad y medioambiente, dotada con 3,5 billones de dólares. El senador demócrata Joe Manchin se oponía a ella alegando que era demasiado gasto, una cantidad que el gobierno federal no podría pagar. Pero ante esto, el congresista demócrata John Yarmuth, presidente del Comité de Presupuestos de la Cámara de Representantes, cargó contra Manchin, no por sus posturas políticas sino porque, afirmó, "Manchin no entiende cómo funciona el sistema monetario. He escuchado", añadió Yarmuth, "a Joe Manchin y no entiende cómo funciona el sistema monetario del Gobierno federal. Ayer lo comparó con los ingresos de su hogar y eso no tiene ninguna relevancia para el Congreso. No es una cuestión de lo que podamos permitirnos. El Gobierno federal puede permitirse cualquier cosa que considere necesario hacer".

¿Por qué? Según este argumento, porque el dólar es la primera moneda de reserva mundial, EEUU puede imprimir su propia moneda y, por lo tanto, siempre podrá pagar sus facturas. Por lo tanto, argumenta Tankus, ante un problema de contabilidad político hay que buscar una solución de contabilidad también de índole política.

Y en esto coincide con otros economistas, como uno de los principales promotores de la moneda, Rohan Grey: "La idea de resolver un problema de contabilidad con una solución de contabilidad es totalmente lógica. El mismo problema del tope de deuda podría verse simplemente como un truco de contabilidad mal diseñado", ha escrito Grey en un estudio publicado ya en 2021 en la Kentucky Law Journal. "El hecho de que esa moneda no sea más que una maniobra de contabilidad es su fortaleza, no su debilidad", remachó.

La fortaleza de la creación de una moneda por parte del Departamento del Tesoro es que, según dice Tankus, "las monedas no han contado para el techo de deuda".

Una propuesta con más de una década

La propuesta de acuñar tal moneda no es nueva. La idea surgió preliminarmente en la anterior crisis de 2008, pero la Administración Obama promovió una política económica expansiva y la idea siempre estuvo en un segundo plano. Con la crisis económica desatada con la pandemia de covid-19 a partir de marzo de 2020, varias diputadas del ala izquierdista del Partido Demócrata volvieron a ponerla sobre la mesa, en colaboración con el economista Grey, una de las voces más prominentes de la llamada Teoría Monetaria Moderna. Otra de las economistas líderes de esta corriente es Stephanie Kelton, asesora de Bernie Sanders y autora del libro El mito del déficit.

De este modo, en abril de 2020, las congresistas Rashida Tlaib y Pramila Jayapal, llevaron al Congreso la propuesta de la llamada ley ABC, que nunca fue llevada a votación. La norma proponía dar 2.000 dólares mensuales en efectivo a cada estadounidense mientras durara la pandemia y, una vez que acabase, mil dólares durante los siguientes 12 meses. Dicho dinero se daría a través de tarjetas de créditos digitales. ¿Y de dónde saldría este dinero? Aquí volvía a entrar en juego la moneda del billón de dólares: "Se financiaría directamente mediante el Departamento del Tesoro (y no mediante la Reserva Federal), sin crear ninguna deuda adicional, mediante la acuñación inicial de dos monedas de un billón de dólares cada una y de tantas monedas como sea necesaria en el futuro", explicaba el texto de la norma.

La ley 'ABC' proponía dar 2.000 dólares mensuales en efectivo a cada estadounidense mientras durara la pandemia

Ése es el atajo que los actuales detractores de dicha moneda califican de "truco" y "artimaña", el hecho de que sea el Departamento del Tesoro quien la emita. Pero sus defensores alegan que una ley faculta a dicho ministerio de emitir moneda, en sustitución del rol que tradicionalmente desempeña en ese sentido la Reserva Federal.

Según el análisis realizado por el colectivo Project Sindicate, "la ley que otorga esta autoridad fue promulgada en 1997 por un Congreso controlado por el Partido Republicano. De modo que Yellen", argumenta, "puede ordenar a la Fábrica de Moneda de Estados Unidos que emita la moneda de un billón de dólares con la que el Tesoro pueda recomprar un billón de dólares de deuda del Tesoro mantenida en la Reserva Federal. Como una moneda no es deuda, la deuda caería por debajo del techo de un plumazo. No habría consecuencias económicas; el mundo fuera de la Reserva Federal y el Tesoro no se vería afectado". Como broma, el colectivo propone que la moneda, que se emitiría físicamente, lleve la cara del presidente republicano de la Cámara de los Representantes, Kevin McCarthy.

Krugman, en 2013: "Acuñemos la maldita moneda"

El riesgo principal de la moneda, para sus detractores, es que la moneda contribuya aún más a la inflación en un momento donde ya es elevada. Es el punto de vista que ha mostrado, entre otros, Norbert Michel, vicepresidente y director del Centro de Alternativas Monetarias y Financieras del Instituto Cato, una institución de la derecha libertaria americana. Según Michel, la idea de la moneda está sujetada en la base teórica de la Teoría Monetaria Moderna, la cual, sostiene, "se reduce a menudo a nada más que un tipo de keynesianismo especialmente ingenuo: suponer un exceso ilimitado de oferta de todos los recursos salvo de la moneda, así que ¡la expansión monetaria puede financiar sin coste todos los proyectos que queramos!".

Michel compara la creación de esta moneda con "la idea [que solían tener] los monarcas europeos del siglo XV, que devaluaban todas las monedas del reino. Pero al igual que entonces, incluso si le damos al Tesoro varias monedas de diez billones de dólares, no cambiará la cantidad de recursos reales disponibles. La gente simplemente subiría los precios y, al final, todo seguiría igual que estaba".

Krugman: "Acuñar la moneda sería económicamente inofensivo"

Sin embargo, los promotores de la moneda califican de miope los análisis en esta línea y dicen que no están sustentados en la experiencia real. De hecho, ya en 2013, en el primer debate serio sobre si emitir esta moneda, el premio Nobel Paul Krugman ya descartó este efecto en un artículo publicado en el New York Times. "Acuñar la moneda no sería más que una ficción contable que permitiría al Gobierno seguir haciendo exactamente lo que habría hecho si se elevara el límite de deuda. La mera impresión de dinero (en realidad, la concesión a los bancos de reservas adicionales que pueden convertir en papel moneda si lo desean), incluso con enormes aumentos de la base monetaria, no son inflacionistas en absoluto".

"Acuñar la moneda sería económicamente inofensivo", añadió Krugman, "evitaría catastróficos desarrollos económicos y ayudaría a evitar el chantaje de los gobiernos. Lo que todos esperamos, por supuesto, es que la perspectiva de la moneda elimine el techo de deuda de la mesa. Pero si no, acuñemos la maldita moneda". Son exactamente, los mismos argumentos que esgrimen hoy sus defensores.

Grey: "La moneda es más estabilizadora que el impago"

El punto de vista de Tankus es que estamos ante una trampa política forzada por los republicanos. "La cuestión de fondo es que si para primeros de junio no hay un acuerdo para elevar el techo de gasto, que es una decisión política, el gobierno federal no podrá poner en marcha leyes aprobadas por el Congreso o tendrá que incumplir el techo de gasto, cuyo límite también fue aprobado por el Congreso. La moneda es lo único que permite, sin efectos adversos, poder cumplir con ambas cosas".

Según Tankus, de hecho, el mayor riesgo para la economía de Estados Unidos no es económico sino político. "Los posibles efectos negativos de esta situación, sobre todo en el ámbito internacional, aunque serían remotos, provendrían de una falta de acuerdo político para resolver estas cuestiones de contabilidad, que no financieras".

"Las decisiones de cartera de las instituciones financieras se ven en parte afectadas por la incertidumbre del impago", dice Tankus. "Los activos financieros estadounidenses se consideran muy seguros, pero el techo de la deuda introduce la posibilidad de que Estados Unidos entre en suspensión de pagos. En la medida en que hubiera algún efecto, y dudo que fuera mucho, sería que se verían afectados los flujos de cartera que vienen a Estados Unidos y, tal vez, podrían empujar al alza el dólar en los mercados mundiales de tipos de cambio", añade.

O, como señala Grey a Público, "es posible que se produzcan algunas perturbaciones iniciales en los mercados bursátiles, simplemente porque se trata de algo novedoso y probablemente ocurriría en un momento de disfunción ya extrema".

Sin embargo, añade Grey, "desde la perspectiva de un gobierno consolidado, la emisión de la moneda no es diferente de la flexibilización cuantitativa (el mecanismo QE, en inglés), y puede compensarse inmediatamente con la liberación de títulos del Tesoro en poder de la Reserva Federal. En última instancia, evitar el impago es mucho más estabilizador para los mercados financieros que no hacerlo".

Contra esto, si quiere salir adelante, la propuesta de la moneda tendrá que sortear no pocos escollos, sobre todo de los detractores que tiene en el mundo económico institucional. Y no sólo Janet Yellen. Sin ir más lejos, el pasado 1 de febrero, el propio presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, descartó la idea y aseguró que "sólo hay un camino a seguir, y es que el Congreso eleve el techo de la deuda para que el gobierno de Estados Unidos pueda pagar todas sus obligaciones a su vencimiento. Cualquier desviación de ese camino sería muy arriesgada".

Estas posturas no le inquietan demasiado a Tankus: "En parte es lógico que Yellen y Powell no digan nada en público que pueda indicar que están considerando la moneda. Pero el riesgo del impago está ahí y si al final no se levanta el techo de deuda en junio, la decisión de emitir la moneda recaerá sobre el gobierno federal y específicamente sobre Yellen como secretaria del Tesoro".

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