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Monti gana en el Senado pero se enfrenta a una rebelión estudiantil

El nuevo primer ministro italiano presenta su programa de Gobierno en pleno alzamiento juvenil en las calles

DANIEL DEL PINO

Mario Monti recibió ayer la confianza del Senado (281 votos a favor y 26 en contra) a su programa y a su Gobierno técnico después de una larga jornada de debate en la que el nuevo primer ministro se dio un baño de realidad italiana. Realidad política, al tener que escuchar las alabanzas, exigencias, gritos y recriminaciones de los partidos en la Cámara Alta durante seis horas. Realidad financiera, al ver cómo la Bolsa de Milán cerró otro día más en negativo y la prima de riesgo seguía en la cuerda floja pese a su nombramiento. Realidad mediática, al ver cómo varios de sus ministros, poco habituados a hablar con la prensa, dejaban escapar perlas que no les beneficiarán ante la opinión pública. Y por último, un gran baño de realidad social, con miles de estudiantes y trabajadores precarios movilizados en las principales ciudades del país contra los 'sacrificios' que propone.

Lo de ayer es la Italia de verdad, la que ya existía antes de la llegada de Monti, la que se quejaba de Silvio Berlusconi y que, después de unos días de celebración por la caída de Il Cavaliere, no ha desaparecido porque el Gobierno se haya convertido de pronto en un consejo de sabios: 11 ministros, incluido el premier, son profesores universitarios.

Uno de ellos en particular, Francesco Profumo, nuevo ministro de Educación, tuvo su particular comité de bienvenida: 150.000 jóvenes se echaron a la calle en 60 ciudades de toda Italia para recordarle que él, como rector de la Universidad de Turín, había aceptado de buen grado la reforma educativa que su antecesora, Maria Stella Gelmini, aprobó hace ahora un año, contribuyendo, con los recortes indiscriminados, al deterioro de la escuela pública y de la investigación universitaria.

En Roma, donde las manifestaciones en el centro están prohibidas entre semana tras los graves disturbios del 15-O, los estudiantes desafiaron la normativa impuesta por el alcalde, Gianni Alemanno, acompañados por los miembros del sindicato Cobas contra la precariedad laboral.

La cabecera llevaba un amplio cartel en el que quedaba plasmada su opinión sobre el nuevo Ejecutivo: 'Perfume [por Profumo] de austeridad. No al Gobierno de los sacrificios'. Portando los ya clásicos escudos de poliespán de las protestas estudiantiles italianas (de colores y con eslóganes), lograron llegar hasta el Senado, donde lanzaron huevos y naranjas contra la fachada en pleno discurso de Monti.

Los manifestantes arrojan huevos a la fachada del Senado durante el discurso

'Llevamos meses diciendo que no nos representa ninguno. Ni el anterior Gobierno Berlusconi, ni este de Monti', explicó uno de los jóvenes al canal RaiNews 24 horas. 'Esto es sólo el principio', dijo otro.

Las mismas escenas se repitieron en Florencia, Bolonia, Palermo o Turín. En Milán, los estudiantes se habían propuesto llevar su protesta a la universidad privada Bocconi, de la que Monti es presidente. También lanzaron huevos a la sede de la Asociación de Bancos Italianos y contra Confindustria. Además se registraron enfrentamientos con la Policía, cuando un grupo trató de saltarse el recorrido natural de la manifestación.

Los disturbios llevaron al ministro Profumo a emitir un comunicado en el que aseguró que 'los jóvenes representan un gran recurso de este país y son una de las prioridades del Ejecutivo [] Quiero ser el ministro del diálogo, pero con la misma determinación quiero condenar de la manera más firme la violencia'.

Fue la primera expresión desa-fortunada de los ministros de Monti, porque para los estudiantes la violencia son los recortes que el Gobierno seguirá aplicando. La otra llegó del titular de Medioambiente, Corrado Clini, con una entrevista en la radio en la que exaltó la energía atómica: 'El retorno al nuclear es una opción sobre la que hay que reflexionar mucho [] porque la tecnología nuclear sigue siendo clave a nivel global'. Clini puso de manifiesto los riesgos que se corren con un Gobierno no electo, pues hace seis meses 27 millones de italianos votaron 'no' en un referéndum destinado a reforzar la negativa ya dada en 1987, tras Chernóbil.

En su discurso muy influido por el presidente de la República, Giorgio Napolitano, que le ha designado, Monti se mostró consciente de que además de la situación económica ha heredado una profunda crisis social e institucional, y por eso dedicó muchas de sus palabras a alertar de que los 'sacrificios' han de ir acompañados de una especial atención 'a los jóvenes y las mujeres, los sectores más perjudicados de nuestro país'.

Monti promete combatir el fraude fiscal y reducir el gasto de los políticos

El nuevo primer ministro no entró en los números, aseguró que cumplirá con los planes de ajuste aprobados antes y después del verano, con la carta de promesas que Berlusconi mandó a Bruselas el 26 de octubre y no descartó más recortes. Pero dejó claro que este esfuerzo 'sin equidad no contará con el respaldo' de los ciudadanos. 'Hay que reducir la angustia de las familias', dijo y para dar ejemplo anunció una revisión de gastos de la Presidencia del Gobierno y un análisis de los recursos de los ministerios.

Habló de una reforma laboral 'con el consenso de las partes sociales'; prometió una menor presión fiscal hacia las empresas y los trabajadores; aseguró que analizará el sistema de subsidios 'para que ningún trabajador se quede sin cobertura' si acaba en paro y reformará el sistema de pensiones para acabar con los ' privilegios injustificados'; y mostró su compromiso en la lucha contra la evasión fiscal y las mafias.

Aunque el punto fuerte del programa económico de Monti será la reintroducción del Impuesto sobre Bienes Inmuebles, abolido por el anterior Gobierno, algo que se encontrará con el no rotundo del Pueblo de la Libertad de Il Cavaliere. Berlusconi, reuni-do con senadores y diputados, se desfogó diciendo: 'El Gobierno Monti es una imposición. La democracia ha sido suspendida'. Y se jactó de que los altos valores de la prima de riesgo demostraban una cosa: 'El problema de la crisis no era yo'.

La Liga Norte, el único partido que no votó a favor de Monti, le acusó de ser el representante de las 'multinacionales, el Banco Central Europeo y Merkel y Sarkozy'. A lo que el primer ministro contestó con una sonrisa diciendo que cuando trabajaba en la Comisión Europea no era visto 'precisamente como el siervo' de nadie. 'Este no es el Gobierno de los grandes poderes', aseguró.

Pero la agencia Fitch y el Fondo Monetario Internacional le dieron ayer su apoyo, y el presidente francés y la canciller alemana hablaron con él por videoconferencia.

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