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Mubarak y el último clavo en el ataúd de la revolución

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

El proceso revolucionario en Egipto concluyó hace ya mucho tiempo y lo que ahora está en el candelero es el regreso al poder de políticos afines al expresidente Hosni Mubarak, quienes están copando un gran número de puestos clave, incluida la presidencia del país en poder de Abdel Fattah al Sisi.

En este contexto, la exculpación de Mubarak dictada el sábado por un tribunal cairota simplemente confirma esta tendencia. La sentencia es el último clavo en el ataúd de la revolución pero no cabe duda de que en el futuro habrá más clavos.

El juez Mahmud al Rashidi ha borrado otro episodio de la revolución al declarar que Mubarak es inocente de la muerte de cerca de 900 manifestantes que salieron a las calles de El Cairo y de otra ciudades del país a partir del 25 de enero de 2011, unas protestas que se prolongaron durante 18 días y que terminaron con la expulsión de Mubarak.

El juez Al Rashidi ha exonerado a los dos hijos del presidente, Alaa y Yamal, de corrupción. Los dos estaban acusados de haber recibido muchos millones de dólares de Israel a cambio de facilitar la exportación de gas a este país a unos precios irrisorios, muy por debajo de los precios de mercado.

El juez Al Rashidi ha exonerado a los dos hijos del presidente, Alaa y Yamal, de corrupción

Y el mismo juez ha exculpado al exministro del Interior, el general Habib al Adly, y a otros seis exaltos cargos de ese ministerio que participaron en la represión de las protestas en 2011, así como al hombre de negocios Hussein Salem, amigo íntimo de Mubarak, y que según la acusación estaría implicado en varios casos de corrupción.

En 2012 Mubarak, de 86 años, fue condenado a cadena perpetua por la muerte de los manifestantes, pero al año siguiente un tribunal de casación revocó la sentencia. En cuanto a la sentencia de ayer, ya se sabe que se va a recurrir pero nadie duda de que Mubarak no será condenado.

El expresidente sigue ingresado en un hospital militar cairota. Fue detenido formalmente en abril de 2011 y ahora está cumpliendo una condena de tres años por corrupción. Esta condena se produjo en el último mes de mayo y será necesario que Mubarak cumpla las tres cuartas partes de estos tres años antes de quedar en libertad.

Pero su abogado Farid al Dib declaró ayer que según una reciente enmienda Mubarak ya puede quedar en libertad porque ha cumplido holgadamente las dos terceras partes de la condena si se cuentan los meses que pasó en prisión antes de la última sentencia.

Los Hermanos Musulmanes, que son los grandes perdedores de la contrarrevolución, han criticado la decisión judicial y han dicho con ironía que lo más probable ahora es que Mubarak se querelle contra los muertos en las protestas, que en su mayor parte eran islamistas.

Como a perro flaco todo son pulgas, se empiezan a observar divisiones en el seno de los Hermanos Musulmanes. Líderes islamistas en el exilio, en Doha y Ankara, han publicado este fin de semana sendos comunicados en árabe en los que instan a los islamistas del interior a manifestarse contra el régimen, mientras que otros líderes de la organización en Londres han publicado un comunicado en inglés en el que piden moderación.

Se empiezan a observar divisiones en el seno de los Hermanos MusulmanesLa sentencia de lo que en Egipto se conoce como el 'caso del siglo' por la muerte de cientos de manifestantes y por corrupción deja claro cuál es el camino emprendido por el presidente Al Sisi, un camino que no tiene marcha atrás y cuyo principal objetivo es acabar con todo tipo de resistencia islamista, sea pacífica o violenta.

Los jóvenes que impulsaron la revolución de 2011 están en la cárcel o simplemente se han retirado de la política por diversos motivos. Eran jóvenes ideológicamente liberales, al menos en su mayor parte, que vieron cómo luego la revolución era descarrilada y controlada por los islamistas, en especial a partir de las primeras elecciones.

El presidente Al Sisi trata de levantar el país y para ello tiene que echar mano de los cuadros que ya sirvieron durante el mandato de Mubarak. De hecho, él mismo era un delfín del antiguo rais y es natural que ahora trabaje para redimir a sus compañeros que por las vicisitudes de la revolución cayeron en desgracia.

Para consolidarse en la presidencia, Al Sisi cuenta con el apoyo incondicional de los países sunníes del Golfo Pérsico, Estados Unidos, Israel y la Unión Europea. En noviembre Al Sisi realizó su primer viaje a Europa y fue recibido a lo grande en París.

La coalición de Egipto con los países sunníes del Golfo se sustenta porque todos ellos desean poner fin cuanto antes al experimento 'democrático' que en Egipto condujo al poder al llamado 'islamismo político', pues todos ellos consideran que esta corriente pone en peligro la estabilidad de la región, es decir la estabilidad de sus propios regímenes.

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