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Obama despide a un Netanyahu más fuerte y arrogante

A Obama le quedan nueve meses de su segundo mandato. Cuando llegó a la Casa Blanca en enero de 2009 se propuso resolver el conflicto israelí-palestino. La oposición frontal de Israel le ha hecho fracasar. Netanyahu ha conseguido su objetivo y el proceso de judaización del Gran Israel atraviesa por su mejor momento.

Netanyahu y Obama. EFE

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

JERUSALÉN.- En la recta final de su segundo mandato, Barack Obama deja a un Israel más seguro y decidido en los objetivos que se ha marcado y con la ocupación de los territorios ocupados palestinos más consolidada que nunca. El presidente americano se va a despedir de la Casa Blanca sin haber hecho nada para acabar con un conflicto cuya resolución parece ya de todo punto imposible.

El portavoz del departamento de Estado John Kirby ha vuelto este viernes a referirse al último borrador de resolución que los palestinos han distribuido estos días en el Consejo de Seguridad de la ONU para condenar los asentamientos judíos por enésima vez, y lo ha hecho con la vaguedad de siempre.

“Estamos muy preocupados por las tensiones que hay en el terreno y existe un sentido de urgencia sobre la solución de los dos Estados. Vamos a considerar todas nuestras opciones para adelantar nuestro objetivo compartido de una paz duradera entre israelíes y palestinos, pero no voy a comentar sobre el borrador de resolución del Consejo de Seguridad”, ha dicho Kirby.

Los Estados Unidos han permitido año tras año que se llegue a una situación que es prácticamente irreversible y la fomentan de muchas maneras, por ejemplo vetando las resoluciones internacionales, atiborrando de armas a Israel o dando al Estado judío una considerable ayuda económica y política que le permite incrementar la ocupación.
Esta misma semana 394 de los 435 miembros del Congreso han firmado una carta en la que se pide Obama que no haga nada contra Israel en el Consejo de Seguridad. Esto significa que más del 90 por ciento de los congresistas están en contra del borrador de resolución que ha hecho circular el presidente Mahmud Abás, un porcentaje que explica muy bien, aunque no la justifica, la parálisis absoluta de la administración estadounidense.

Esto ha sido así desde el principio. Veinte días después de alojarse Obama en la Casa Blanca, el 10 de febrero de 2009, Netanyahu ganó las elecciones y asumió ya de una manera abierta las posiciones más radicales de la derecha nacionalista y religiosa que se pueden resumir en las palabras de Dany Dayan, el máximo representante de los colonos judíos durante muchos años: el statu quo tal como lo entiende Israel es la mejor solución al conflicto.

Israel entiende el statu quo como mantener la expansión colonial en los territorios ocupados y seguir construyendo a destajo mientras se acorrala a la población palestina en guetos, e incluso entiende el statu quo como pedir cínicamente el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea para combatir la resistencia a la ocupación, explicando descaradamente que el problema es el ocupado y no la ocupación.

El 18 de mayo de 2009 Netanyahu efectuó su primera visita a la Casa Blanca. Obama había designado al senador George Mitchell como enviado para el conflicto. Mitchell había resuelto el problema de Irlanda del Norte a finales de los noventa, pero enseguida se vio obligado a dimitir al comprender que los israelíes no querían la paz sino continuar con la ocupación.

Uno de los ideólogos más cercanos a Netanyahu fue en esa época, y lo sigue siendo hoy, Yoram Hazony, fundador del influyente Centro Shalem de Jerusalén, un think tank ultraconservador y religioso, desde el que Hazony asesoró a Netanyahu. Su teoría es sencilla: es preciso judaizar el Gran Israel (incluidos los territorios ocupados) en todos los ámbitos.

Antes que nada es necesario reforzar el patriotismo, hay que judaizar el sistema judicial y hay que judaizar aún más la educación. El ejército y los servicios de seguridad ya se hallan en un proceso avanzado de judaización pero Hazony ha escrito que el ejército tiene que avanzar más en esa dirección. Lo cierto es que el proceso de judaización está progresando rápidamente en todas las instituciones del Estado.

Sostiene Hazony que es un error hablar de Israel como “un estado judío y democrático”, a pesar de lo que han sostenido durante años al respecto políticos israelíes de la derecha y la izquierda, puesto que ‘judío’ y ‘democrático’ son conceptos incompatibles y contradictorios y es preciso que triunfe el judaísmo. Un Estado democrático no puede ser un Estado judío, ha escrito Hazony, lo que bien mirado es una obviedad.

Poco después de iniciar su primer mandato, Obama dio un discurso en El Cairo donde se refirió al conflicto israelí-palestino. En esos primeros meses como inquilino de la Casa Blanca, el presidente todavía no había comprendido que Israel no tenía ningún interés en la paz. Pocos días después Netanyahu le respondió desde la Universidad Bar Ilan de Tel Aviv, diciendo que la paz no dependía de la retirada israelí y urgiendo a la comunidad internacional, y a los palestinos en particular, a que reconocieran a Israel como Estado judío.

El 23 de septiembre de ese año de 2009, Obama dio marcha atrás y ya no habló nunca más de una congelación total de las colonias judías. Desde entonces el presidente americano ha sido consistente con esa posición, y aunque es cierto que en algún momento ha condenado verbalmente la ocupación, nunca ha adoptado ninguna medida para suprimirla.

Desde entonces han transcurrido siete años. Las relaciones entre Obama y Netanyahu no han sido siempre cordiales. El año pasado Netanyahu fue al Congreso a criticar con dureza la posición de Obama con respecto a Irán. Los congresistas se levantaron de sus asientos en decenas de ocasiones para ovacionar calurosamente a Netanyahu, algo que no hacen con su presidente.

Durante el mandato de Obama, que ha sido el primer presidente que no ha permitido ninguna condena de Israel en el Consejo de Seguridad, la situación del conflicto se ha agravado. Está claro que su resolución ya no depende de Estados Unidos. Los palestinos estos días están haciendo un llamamiento desesperado a Europa, pero los dirigentes europeos, todos ellos grandes paladines de la democracia, tienen otros asuntos de los que ocuparse.

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