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Pakistán se inclina ante el integrismo

La reforma de las leyes de la blasfemia topa con el tradicional peso de los grupos radicales en la política del país

 

PAU MIRANDA

Un médico paquistaní, cansado de las visitas de un más que insistente visitador de una empresa farmacéutica, decide echarlo y, de paso, tira su tarjeta de visita a la basura. Gran error. El visitador se llama Mohamed; es decir, es tocayo del profeta, y el doctor acaba molido a palos por varios colegas del ofendido, y además acusado de blasfemia por un grupo de ultrarreligiosos. Este reciente episodio en la ciudad paquistaní de Hyderabad es revelador del uso que se suele dar a las tristemente famosas leyes de la blasfemia. La misma legislación que ha llevado a una cristiana, Asia Bibi, a ser condenada a muerte por hacer comentarios supuestamente blasfemos sobre el islam en una discusión con unas compañeras de trabajo que la despreciaron por su religión cristiana.

El afán de reformar estas infames leyes le ha costado la vida a Salman Tasir. El gobernador de la provincia de Punjab, la más importante del país, fue asesinado el pasado martes por uno de sus escoltas, que dijo haber actuado en defensa del islam. La muerte de Tasir es la expresión trágica del duro pulso entre los integristas y los elementos más moderados de la sociedad paquistaní que luchan contra la arbitrariedad de estas leyes.

Cualquier cambio en las leyes se hace con cautela para no enfurecer a los radicales

Como en el caso de Asia Bibi, casi siempre las denuncias empiezan por un agravio o una riña personal, convenientemente aprovechada después por determinados líderes religiosos para imponer su visión totalmente reduccionista y primaria del islam. El doctor Naushad Walyani, la víctima de la paliza propinada por los visitadores médicos, no es cristiano como Bibi, pero sí ismailita, una rama minoritaria del islam. En prácticamente todos los casos, quienes sufren las consecuencias de estas leyes pertenecen a alguna minoría religiosa.

La diputada Sherry Rehman, del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP) el mismo al que pertenecía el gobernador asesinado, que lidera la coalición de Gobierno, ha presentado una solicitud de enmienda del Código Penal en lo referente a la blasfemia para que resulte más difícil que la ley se utilice para dirimir disputas personales o bien para incitar a la violencia por motivos particulares. Sin embargo, la ex ministra se muestra pesimista: 'No confío nada en que prospere la enmienda, que de hecho yo quería que fuera una propuesta de derogación'.

'Ya nos pasó cuando se reformó la ley del hudood [norma basada en la sharia islámica que castiga el sexo ilícito; es decir, cualquier relación sexual fuera del matrimonio] que discrimina a las mujeres: nos costó cinco años y la tuvimos que presentar seis veces', se lamenta Rehman.

Estas normas se utilizan muchas veces para ejecutar venganzas personales

En realidad, muchos paquistaníes reconocen que los dos artículos del Código Penal sobre blasfemia y también las normas que rigen comportamientos sancionados por el islam son una de las manifestaciones del peso que han tenido durante décadas los grupos integristas en la política. 'Este es un debate sobre la identidad de nuestro Estado, sobre cómo nos definimos. El contenido de esta discusión llega hasta al corazón de muchos asuntos polémicos de nuestra sociedad', reconoce Rehman.

Algunos partidos, como el PPP, han dado señales de que podrían aprobar a medio plazo un cambio en las leyes, pero todo se hace con mucha cautela para no enfurecer a los grupos radicales islamistas. La ex ministra reconoce haberse sentido sola incluso dentro de su partido, pero levanta su voz al afirmar que 'los sectores liberales del país no pueden permitir que la derecha religiosa domine el discurso a pesar de ser una pequeña minoría'.

Coincidiendo con la polémica sobre la blasfemia suscitada por el caso Asia Bibi, el Tribunal de la Ley Islámica (la instancia encargada de velar por la ortodoxia islámica de todas las leyes del país) ha dictaminado que no es válida la derogación parcial de las llamadas leyes del hudood. Hasta que fueron reformadas en 2006, esas normas establecían, por ejemplo, que una mujer necesitaba el testimonio de cuatro varones musulmanes 'piadosos' para poder demostrar una denuncia de violación. Además, se permitía que la denunciante pudiera ser detenida y acusada de adulterio o fornicación si no conseguía los testigos exigidos por la ley. En ese caso, podía ser condenada a recibir latigazos, a penas de cárcel y, en el peor de los casos, incluso a morir lapidada.

La muerte de Tasir es la trágica expresión del duro pulso entre integristas y moderados

'Es un evidente paso atrás y el momento en que llega este dictamen no nos parece ninguna casualidad ', afirma Naumana Suleman, miembro de la Comisión de Justicia y Paz, una ONG cristiana que luchó duramente para conseguir en 2007 la derogación de los aspectos más discriminatorios de esas leyes claramente machistas y que ahora aboga por la retirada de las leyes de la blasfemia.

'Estamos luchando contra la militancia religiosa y el Gobierno quiere tener algunos grupos islamistas de su lado, no ponérselos a todos en contra', afirma Asma Jahangir, abogada y una de las líderes del sector liberal del país. 'Es muy difícil cambiar una ley hecha en nombre de la religión, y la sociedad paquistaní es muy conservadora', aclara Jahangir, la presidenta de los abogados de la Corte Suprema, un cargo de mucho peso.

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