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Una protesta de camioneros atrae la atención de los medios en Rusia

El colectivo protesta desde el pasado 11 de noviembre contra la introducción de un nuevo impuesto a los transportistas que aumentaría los costes del transporte entre un 15 y 20%.

Pancarta durante las protestas de camioneros en Rusia en la cual se puede leer: "No al sistema PLATON, manos fuera de los camioneros". PCFR

ÀNGEL FERRERO

MOSCÚ.- Las protestas laborales en la Federación Rusa casi siempre pasan desapercibidas al público occidental. Según los datos recogidos por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el año 2014 el número de días no trabajados en Rusia por cada 1.000 trabajadores debido a huelgas y paros patronales (lockouts) fue de 10,9 (por comparación: en Reino Unido fueron 27, en España 35,8, y en EEUU sólo un día).

A pesar de que las centrales sindicales alegan tener millones de afiliados –una afirmación en muchas ocasiones difícil de comprobar debido a la falta de actualización de los censos–, desde los años noventa la conflictividad laboral acostumbra a adoptar la forma de protestas organizadas por los propios trabajadores desde la base –en sectores tan dispares como la enseñanza o el industrial–, obligando a los sindicatos a reaccionar y hacerse eco de sus demandas.

Estas protestas laborales rara vez reciben cobertura de los medios de comunicación occidentales. Sus reivindicaciones, como han señalado varios sociólogos rusos como Mischa Gabowitsch o Borís Kagarlitsky, tienen un carácter inmediato –reclamar una mejora de las instalaciones o incrementar los salarios– y no cristalizan en reivindicaciones políticas. Y está, por supuesto, el factor telegénico: sus protagonistas no son jóvenes urbanitas de clase media ni artistas de performance, y no ocurren en una avenida de Moscú o una plaza de San Petersburgo. En esta ocasión el escenario son los márgenes nevados de las carreteras del vasto paisaje ruso.

Los camioneros contra PLATON

La última de estas protestas –que ha conseguido abrirse hueco en los medios de comunicación locales a pesar de las tensiones entre Rusia y Turquía– la protagonizan los conductores de los camiones de transporte de mercancías. Este colectivo protesta desde el pasado 11 de noviembre contra la introducción, el 15 de noviembre, de un nuevo impuesto a los transportistas.

Se trata de un peaje de 1,52 rublos (0,02 euros), que a partir de febrero de 2016 aumentará a 3,73 rublos (0,053 euros) por kilómetro por cada camión de 12 toneladas. Según algunas estimaciones, el nuevo impuesto aumentaría los costes del transporte en un 15 ó 20%. El Gobierno mantiene que con el peaje se financiará la reparación de la red de carreteras, crónicamente afectadas por el tonelaje de los vehículos que circulan por ellas y las inclemencias del tiempo.

El impuesto se cobra de manera automática mediante la instalación en cada vehículo registrado de un equipo electrónico, similar a un tacómetro, denominado PLATON. Los conductores se quejan de que el sistema no funciona bien y denuncian que los equipos los proporciona la empresa RT-Invest Transport System (RTITS), presidida por Ígor Rotenberg. El padre de Ígor es Arkadi Rotenberg, un empresario con intereses en el sector de la construcción y la energía considerado próximo al presidente ruso, Vladímir Putin.

Carretera rusa cerca de la ciudad de Krasnoyarsk. REUTERS

Carretera rusa cerca de la ciudad de Krasnoyarsk. REUTERS

Los camioneros han hecho visible su descontento de varias formas. Por ejemplo, aminorando la velocidad de sus vehículos y causando largos atascos, como ha sucedido en Volgogrado. En otras regiones los medios informan que los camioneros han aparcado directamente sus vehículos en las cunetas y se han negado a trabajar.

El paro de los camioneros es importante: una parte considerable del transporte de mercancías en Rusia se realiza por carretera, en particular el transporte de frutas y hortalizas desde el sur, donde se concentra por razones climatológicas la producción, al frío norte de Rusia. Han habido acciones de apoyo a los conductores de camión en puntos tan distantes del mapa como la ciudad de Kursk –casi en la frontera con Ucrania– o la República de Jakasia, cerca de Mongolia.

Apoyo político

En el plano político, la protesta de los conductores de camión ha conseguido el apoyo tanto de la oposición parlamentaria –desde los nacionalistas del Partido Liberal Demócrata de Vladímir Zhirinovski hasta los comunistas– como extraparlamentaria, y ambas han pedido la derogación de la ley.

El Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR) ha anunciado que respaldará la manifestación que los conductores realizarán este sábado 5 de diciembre en todo el país con apoyo de varias centrales sindicales, y sus diputados en la Duma han planteado la posibilidad de introducir una moratoria para estudiar el sistema y plantear alternativas, según informa la agencia Interfax.

El secretario general del PCFR, Guennadi Ziugánov, ha pedido a sus militantes que apoyen a los camioneros “lo más enérgica y sabiamente posible para no morder el anzuelo de Navalni y otros provocadores”, en referencia a Alexéi Navalni, un destacado líder de la oposición liberal conocido por sus campañas anticorrupción y que también ha mostrado públicamente su apoyo a las protestas.

Tráfico en una carretera de Moscú. REUTERS

Tráfico en una carretera de Moscú. REUTERS

“Defendiendo los intereses de los trabajadores no podemos defender los de los provocadores y estafadores que acuden a ellas como el gato que merodea un cuenco de leche”, ha insistido Ziugánov, evidenciando las diferencias políticas entre quienes apoyan la protesta.

El Ministerio de Transporte ha rechazado ya la posibilidad de una moratoria, una propuesta que sin embargo cuenta con el apoyo de algunas cadenas de supermercados y organizaciones empresariales.

Con todo, Rosavtodor, la agencia federal de carreteras, ha sugerido una solución de compromiso, planteando la posibilidad de congelar el importe de los peajes en enero –es decir, antes de la subida a 3,73 rublos– hasta que las partes alcancen un acuerdo. Los peajes se han congelado en 1,52 rublos y las protestas, por el momento, se mantienen.

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