Putin y Kim Jong-un sellan una inquietante alianza que puede tener gran impacto en la guerra de Ucrania
El líder norcoreano respalda incondicionalmente al presidente ruso en su "cruzada" de Ucrania y considera prioritario un nuevo pacto con Moscú en todos los ámbitos, también el militar.
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Rusia conseguirá "una gran victoria" sobre sus enemigos, le ha dicho Kim Jong-un al presidente Vladímir Putin en este viaje histórico del líder norcoreano a Rusia, el primero al exterior desde 2019, cuando también se entrevistó con el mandatario ruso tras el fracaso de las negociaciones de desarme nuclear con el entonces presidente estadounidense, Donald Trump.
En su patria, el viaje de Kim a Rusia ha sido coreado con el lanzamiento de dos misiles balísticos que impactaron en el mar al este de la península de Corea, uno de los lugares con más tensión del planeta y donde, con esta cumbre celebrada en Siberia, el Kremlin recupera parte del peso que tuvo hace décadas en la política norcoreana.
Porque la importancia del encuentro entre Kim y Putin en el cosmódromo de Vostochni, en la región siberiana de Amur, no recae en los millones de proyectiles de artillería, de 122 y 152 mm, que podría recibir Rusia para ser disparados en Ucrania y que, según Estados Unidos, serían el objetivo de este viaje.
Tampoco en la asistencia tecnológica, incluida la fabricación de satélites militares, que las Fuerzas Aeroespaciales rusas puedan aportar a Corea del Norte y que podría reforzar un programa nuclear que ya es capaz de alcanzar con sus misiles la costa oeste estadounidense o arrasar las principales ciudades de Corea del Sur y Japón, enemigos de Pyongyang y aliados de Washington.
Corea del Norte sale del caparazón gracias a Rusia
La clave de esta visita de Kim, la primera en cuatro años a Rusia y que tiene lugar en un "momento especial", como ha dicho el líder asiático, es que el Kremlin recupera un protagonismo en Corea del Norte que ven con mucha inquietud en el Pentágono.
La clave de la visita es que el Kremlin recupera el protagonismo en Corea del Norte
Al tiempo, el régimen norcoreano toma visibilidad, adquiere voz en la crisis bélica que sacude Europa y abandona un aislamiento geopolítico de décadas con ayuda de Rusia, heredera de aquella Unión Soviética que hizo posible el nacimiento de Corea del Norte en 1948 y que, junto a China, apoyó a Pyongyang en la guerra intercoreana (1950-1953).
Este martes lo ha recordado Putin ante Kim: "la Unión Soviética fue la primera en reconocer a la recién proclamada República Popular Democrática de Corea". Y cuando ahora se cumplen 75 años de ese reconocimiento, Moscú vuelve a la península coreana gracias a su invasión de Ucrania.
Kim apoya la "cruzada" rusa contra Occidente
"Ahora, Rusia está inmersa en una lucha sagrada para proteger la soberanía y seguridad de su estado, mientras combate a las fuerzas hegemónicas que se le oponen", ha afirmado Kim en referencia al apoyo de Estados Unidos y Europa a la causa ucraniana.
Y no ha querido dejar duda alguna sobre la posición de Corea del Norte en el nuevo teatro internacional marcado por esa guerra: "nosotros siempre hemos apoyado y apoyamos todas las decisiones del presidente Putin".
Antes de la llegada de Kim en un tren blindado a territorio ruso y después enfilar hacia el norte, al cosmódromo de Vostochni, medios estatales de Pyongyang habían indicado que esta visita a Rusia tenía una "importancia estratégica". El propio Kim Jong-un ha calificado la nueva relación con Moscú como una "prioridad absoluta".
Éste ha sido el décimo viaje de Kim Jong-un desde que asumió el poder en 2011. Tres de esos periplos le llevaron a verse con Trump en la Zona Desmilitarizada entre las dos Coreas, en Singapur y en Hanoi. El último viaje, antes de la pandemia de Covid, fue el que hizo para ver a Putin en Vladivostok en 2019.
Kim Jong-un ha elegido Rusia en lugar de China como primer país a visitar tras el largo confinamiento que cerró Corea del Norte a cal y canto por la pandemia. La elección no es un desprecio hacia Pekín, sino un claro mensaje para Estados Unidos, enemigo de Rusia en Ucrania y de Corea del Norte en Asia.
La apuesta norcoreana por Moscú en la contienda contra Kiev no es nueva. Corea del Norte fue el único país, además de la propia Rusia y de Siria, que en su momento reconoció la independencia de las regiones separatistas ucranianas prorrusas de Donetsk y Lugansk.
Aunque Corea del Norte no puede, por las sanciones que pesan sobre ella y los dictámenes de la ONU (apoyados por Rusia en su momento) exportar armamento, la situación de caos derivada de la guerra de Ucrania ofrece a Moscú y Pyongyang la oportunidad para evadir cualquier acatamiento de normas internacionales.
Munición soviética norcoreana para los cañones rusos
La prensa estadounidense ha publicado estos días, citando a funcionarios de su país, que Rusia quiere obtener munición de artillería de Corea del Norte para nutrir los cañones rusos desplegados en las líneas defensivas que protegen los territorios ocupados en Ucrania.
Corea del Norte puede tener en sus arsenales decenas de millones de granadas de artillería de tipo soviético, que, a pesar de su antigüedad, podrían cambiar muchas cosas en el campo de batalla ucraniano.
También Rusia buscaría cohetes antitanque, que serían muy útiles en caso de que la actual contraofensiva en marcha lanzada por Ucrania rompiese esas tres líneas de defensa tendidas por el ejército ruso y avanzaran hacia la costa del mar de Azov.
La primera consecuencia de la llegada de munición norcoreana a Ucrania, para pertrechar al ejército ruso, sería que éste podría ralentizar aún más la contraofensiva de las fuerzas armadas de Kiev e incluso darle a Rusia una ventaja ofensiva.
En segundo lugar, esa munición unida la que se está fabricando contrarreloj en las fábricas de toda Rusia permitiría a Moscú alargar la guerra a voluntad, a fin de conseguir ventajas en una eventual mesa de negociaciones.
La llegada de munición norcoreana obligaría a los aliados de Ucrania a incrementar su suministro a Kiev
La llegada de mucha munición norcoreana también obligaría a los aliados europeos de Ucrania a incrementar exponencialmente su propio suministro al ejército de Kiev, con el consiguiente desabastecimiento de los arsenales nacionales y un mayor desgaste económico de la UE en su apoyo a sus socios ucranianos.
En julio pasado, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, visitó Corea del Norte. Ese viaje despertó entonces las sospechas occidentales sobre la posible adquisición de munición norcoreana por Rusia a cambio de alimentos y tecnología militar, aunque tanto Moscú como Pyongyang lo negaron.
Entonces se dijo que Rusia nunca había sido partidaria de compartir con nadie sus secretos tecnológicos militares. Pero las circunstancias cambian. Ahora los precisan de aliados más comprometidos y que vayan más allá de la compra de sus hidrocarburos a bajo precio, del rechazo a las sanciones occidentales o del respaldo a Moscú en la ONU, el G20 y otros foros internacionales.
Tecnologías avanzadas para el programa nuclear norcoreano
Al contrario que Bielorrusia, cuyo valor para Rusia es más geoestratégico que militar, Corea del Norte sí tiene medios materiales que podrían ayudar a Moscú en la guerra. Y Rusia puede abastecer a la depauperada dictadura comunista con comida, combustibles y la citada tecnología avanzada, en concreto la orientada a la fabricación de satélites y submarinos de propulsión nuclear.
La inteligencia estadounidense ha hablado incluso de que Rusia puede entregar a Corea del Norte la tecnología necesaria para fabricar bombas nucleares tácticas, para su uso en un teatro bélico convencional y con un poder de destrucción más reducido y por tanto susceptible de ser empleado en batallas.
Tanto los satélites como tales submarinos servirían para remachar el escudo nuclear que Corea del Norte comenzó a forjar en 2006, cuando realizó la primera de sus seis pruebas atómicas militares. La pandemia frenó esta carrera nuclear norcoreana, pero se espera que en cualquier momento Pyongyang pudiera realizar su séptima prueba nuclear.
Otro ámbito tecnológico en el que Rusia podría ayudar a Corea del Norte sería el de la adaptación de las ojivas nucleares a los misiles. Aunque las pruebas de misiles balísticos norcoreanos han tenido éxito, no está tan claro que se haya avanzado tanto en el acoplamiento de esas ojivas atómicas a los cohetes y ahí los rusos podrían ayudar mucho.
Las ventajas de Rusia sobre China
Hasta ahora, China había sido el gran aliado de Corea del Norte, su intermediador principal y protector cuando las cosas se habían puesto al rojo con Corea del Sur, Japón y Estados Unidos. También ha sido su principal abastecedor de alimentos, después de que se hundieran los acuerdos con Seúl y Tokio para suministrar arroz a Pyongyang a cambio de paz.
Pero la alianza con China supone una alta dosis de monitorización de todos los pasos norcoreanos y su subordinación a los intereses de Pekín, complacido con un perro de presa como el régimen norcoreano, con tales efectos disuasivos en el nordeste de Asia.
Con Rusia la relación es de igualdad y le permite a Corea del Norte husmear en el exterior de su madriguera con autonomía de lo que los camaradas chinos vayan a decir. Esa es la relación que Putin quiso construir con Pyongyang al llegar al poder en Rusia en 2000.
La crisis de los ataques yihadistas del 11-S, en 2001, quebró toda esta estrategia que ahora el Kremlin quiere revivir. ¿Y quién puede impedir que Moscú haga sus trueques con un país que ha permanecido casi aislado del mundo desde 1953?
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