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Los ucranianos dan la espalda a la Revolución Naranja

El ex presidente Yanukóvich es el favorito para las elecciones de mañana

ERNESTO SAMBORA

Ucrania es un país dolorosamente dividido por el río que atraviesa el país de norte a sur, el Dniéper, ahora parcialmente helado. Una línea que también marca la honda división social de los 46 millones de ucranianos ante las elecciones presidenciales que se celebran mañana.

Al este y sureste, la población rusoparlante apoya mayoritariamente al ex presidente Victor Yanukóvich, un viejo aliado del Kremlin. En la parte occidental, la mayoría ucranianoparlante respalda a los liberales y favorables a un acercamiento al oeste, que protagonizaron la Revolución Naranja en 2004, cuando las protestas masivas en las calles de la capital Kiev forzaron la salida del poder de Yanúkovich.

Los entusiastas manifestantes de entonces se sienten ahora desorientados y decepcionados con los líderes de la Revolución Naranja. El tándem gubernamental del presidente Victor Yúschenko y la primera ministra Yulia Timoshenko no ha podido capear la triple crisis que sacude al país: económica, energética y sanitaria.

Además, el enfrentamiento fratricida entre los aliados de antaño, ansiosos por pisar las competencias del otro acusándose mutuamente de ser los responsables de los males del país, ha pasado factura a los dos dirigentes considerados como pro-occidentales.

Ahora Yúschenko ha besado el suelo de las encuestas con un bochornoso 4% en intención de voto y Timoshenko va 10 puntos por detrás de Yanukóvich, que tiene un 30% de intención de voto, con lo cual es muy probable que habrá una segunda vuelta el próximo 7 de febrero.

La división entre rusoparlantes y pro-occidentales se ha acentuada durante la campaña. Moscú retiró su embajador de Kiev para mostrar su desafecto con Yúschenko. Rusia utiliza su poderío energético como fusta para recordar a los ucranianos quién está realmente al mando. Por otro lado, los líderes de la Revolución Naranja explotan los sentimientos anti rusos para sus fines.

Un ejemplo de esta división es Sebastopol, en la península de Crimea. Esta reluciente ciudad, manzana de la discordia entre Kiev y Moscú por la presencia de una base naval rusa, es un lugar auténticamente ruso. Aliona, una joven redactora del periódico Barricada, socialista al estilo soviético en esta localidad, confiesa que está 'emocionada' porque 'es la primera vez que en Ucrania tenemos un debate político real'.

Sin embargo, no tiene mucha confianza en los diferentes candidatos. Dice que la izquierda de su región se decantará por Yanúkovich porque es 'el mal menor'.

Durante la campaña electoral, se produjeron algunos capítulos esperpénticos, como el intento de venta de votos por Internet. El SSU (Servicio Secreto Ucraniano, heredero de la KGB) destaparon casos de sobornos a miembros de las Comisiones Electorales.

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